"La
Infanta Cristina está libre de toda sospecha. Ni se la está
investigando ni se la va a citar como testigo, y mucho menos como
imputada".
Son
declaraciones de un portavoz autorizado de la Fiscalía Anticorrupción
al preguntarle por la posible responsabilidad civil de la esposa del
duque de Palma ante los posibles delitos de evasión de capitales, fraude
fiscal y engaño a la Administración.
La fiscalía da ya por segura la
imputación en las próximas semanas de Iñaki Urdangarín, pero descarta
que vaya a pasar lo mismo con la Infanta Cristina. Al menos, por el
momento.
Fuentes
jurídicas relacionadas con el caso muestran sin embargo su extrañeza
por el hecho de que no sea citada, ni siquiera como testigo, sobre todo
teniendo en cuenta que participa o ha tenido representatividad en tres
de las sociedades de su marido.
Cristina de Borbón era miembro del
comité ejecutivo del Instituto Nóos, la cabecera de la presunta trama
corrupta y compartía la propiedad de Aizoon y de Namaste, una sociedad
ya extinguida en la que aparecían también como accionistas sus propios
hijos.
El caso más grave es el de Aizoon. Se trata de una consultora,
que desde 2006 hasta el pasado mes de agosto estuvo domiciliada en su
propia casa, en el palacete barcelonés de Pedralbes.
La
fiscalía considera que pudo haber fabricado facturas falsas para eludir
al fisco, tal y como publicó ayer El Mundo, pero responsabiliza de
todos los movimientos a Iñaki Urdangarín, dejando a la hija del Rey Juan
Carlos libre por ahora de todo cargo.
La Infanta, titular del 50 por
ciento de las acciones, era secretaria de la junta y llama la atención
además que el apoderado de la sociedad es Mario Sorribas, considerado el
testaferro de Urdangarín, el hombre que se encargó de orquestar toda la
presunta evasión de capitales a Belice y a otros paraísos fiscales
relacionados con el Reino Unido.
Al
margen de Aizoon, participó también en Namaste.
En ella, además de la
Infanta, aparecen también como accionistas los dos hijos mayores de los
Duques de Palma, Juan y Pablo Urdangarín, nacidos en 1999 y 2000,
respectivamente.
Entraron en la sociedad mercantil, por lo tanto, con 3 y
4 años, posiblemente como una maniobra de su padre para evitar
cualquier tipo de inculpación.