Diversas investigaciones demuestran que manejar
bajo el influjo de la marihuana es mucho menos peligroso que hacerlo
luego de haber consumido alcohol.
En un estudio publicado hace unas
semanas se sugiere que legalizar el consumo de marihuana podría reducir
el número de muertes asociadas con los accidentes automovilísticos.
Daniel Rees y Mark Anderson, de las universidades de Colorado Denver y
la Estatal de Montana, respectivamente, concluyen, primero, que si el
consumo de marihuana se despenaliza, esto lleva a una reducción en el
consumo de alcohol y, en segundo lugar, que las personas que se
encuentran bajo los efectos de la marihuana son más cautelosos al
momento de manejar que los conductores ebrios.
Esta investigación se relaciona con
otras anteriores como la de Richard Sewell, psiquiatra de Yale, quien en
un artículo del 2009 encontró, a partir de datos reales, que los
conductores intoxicados con alcohol tienen 10 veces más probabilidades
de provocar un accidente fatal que los que habían fumado marihuana.
Según estos y otros estudios el THC
tiene efectos menores al manejar.
Y si bien todavía no se conocen con
certeza las causas de esto, al parecer están involucradas tanto razones
químicas como sociales.
Al parecer el hecho de que el alcohol sea una
sustancia mucho más aceptada socialmente tiende a diluir la severidad
con que las personas consideran su efecto.
En este caso la satanización
de la marihuana podría tener un efecto positivo, pues mientras que
algunos conductores pueden asegurar encontrarse en buenas condiciones
para manejar a pesar de estar evidentemente ebrios, los fumadores de
marihuana tienden a considerar un tanto más objetivamente su estado de
alerta mental.
En cuanto a comportamientos precisos, un
experimento en un simulador de manejo demostró que los conductores
ebrios manejan mucho más rápido, con una distancia mínima entre los
autos e imprudentemente a la hora de rebasar que alguien bajo los
efectos de la ganga, que en todos esos aspectos muestra la
conducta exactamente opuesta: mayor lentitud, un mayor espacio entre
auto y auto y mayor precaución al pasar a otro.
Todo esto, al menos,
cuando se consume hasta un tercio de un porro de tamaño promedio.
Más
allá de esta cantidad (incluso con la mitad de un cigarro) los
resultados pueden ser tan funestos como con cualquier otra sustancia de
este u otro tipo.
Quizá lo único en lo que todas las
investigaciones al respecto coinciden es que la combinación de ambas
—alcohol y marihuana— es una de las peores para manejar, pues reúne los
efectos más perjudiciales tanto de una como otra: los conductores que
han bebido y fumado un buen porro zigzaguean, rebasan sin precaución,
manejan a altas velocidades, toman riesgos innecesarios y no tienen
conciencia de su incapacidad.
En cualquier caso, sin embargo,
podríamos parafrasear esa consigna popular que dice “No todos los
hombres que van a la guerra mueren, pero es mejor no ir a la guerra” y
decir, por nuestra parte, que es mejor disfrutar de las ensoñaciones que
proveen la marihuana o el alcohol sin tentar la posibilidad de lastimar
a otras personas.
[Slate]