El lunes, si Silvio Berlusconi no da la campanada final, Mario Monti será el primer ministro que guíe a Italia por la senda del rigor que imponen los mercados y la entente Merkozy, véase Angela Merkel y Nicolas Sarkozy.
Un relevo curioso, porque fue el propio Il Cavaliere
el que en 1994, enviándole a Bruselas como comisario durante su primer
Gobierno, convirtió a una persona muy valiosa por sus conocimientos
económicos en un hombre influyente que hoy se codea con José Manuel
Durão Barroso; ha asistido al presidente francés, es consejero de Coca
Cola, miembro del think tank económico Bruegel, forma parte del
Reflection Group que preside Felipe González, frecuenta las reuniones
del club Bilderberg y es consultor de Goldman Sachs, que ayer recibió
con mucho agrado su futuro nombramiento .
Nació en 1943 en Varese
(al norte de Milán) como Umberto Bossi, aunque su historial es un claro
ejemplo de la distancia abismal que hay entre la élite intelectual y la
clase política italiana.
Cuando el hoy líder de la Liga Norte aún no se
había inventado el mito de la Padania y abandonaba sus estudios de
medicina, el probable premier cursaba un master de Economía Política en la Universidad estadounidense de Yale de la mano del premio Nobel James Tobin.
Se
licenció en Economía y Comercio a los 22 años en la Universidad Bocconi
de Milán, el centro de estudios más importante de Italia.
De vuelta de
EEUU, con tan sólo 26, comenzó a dar clases en Trento y Turín y a los 30
volvió a la Bocconi como catedrático.
En 1989, sería nombrado rector y
hoy es su presidente.
Su trayectoria no pasó desa-percibida por
la burguesía milanesa, que siempre ha dictado los tiempos del país.
Desde mediados de los setenta Monti empezó a frecuentar y a ser
frecuentado por la esfera política e industrial.
En 1982, Monti escribió
junto al ex primer ministro Romano Prodi y el senador Mario Baldasarri
el programa de gobierno de Giovanni Marcora, candidato de la Democracia
Cristiana en los tiempos de la I República.
Pero el Monti
verdaderamente influyente se forjó en la Comisión Europea, donde pasó
una década como comisario.
En 2004, saltó a la fama al imponer una multa
de 500 millones de euros a Microsoft por violar las normas de la
competencia de la Unión Europea.
A su pesar, fue bautizado como Super Mario
por haber desafiado al mismísimo Bill Gates, aunque el adjetivo después
se le aplicaría por igual al otro Mario italiano, Draghi, nuevo
presidente del Banco Central Europeo, y con el que mantiene una buena
amistad.
Está casado, tiene dos hijos, es discreto, moderado y
siempre se negó a entrar en política.
Ninguno de estosatributos han
pasado desa-percibidos para el presidente de la República, Giorgio
Napolitano, que ha sido su principal valedor por contar con el apoyo, el
estatus y el respeto que Berlusconi no tiene.
El perfil de Monti cuadra
a la perfección con las necesidades más inmediatas de Italia para
recuperar la credibilidad internacional pérdida, pero no ha sido elegido
por los italianos.
Y eso, aunque la situación del euro sea crítica, no
hay que olvidarlo.