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El Polo fue una esperanza para millares de seres humanos de las clases populares que integran la multitud democrática. No puedo negar que el Polo tiene otros rostros: Carlos Gaviria, el prestante magistrado; Ivan Cepeda, el lider de las victimas de la violencia; los lideres de la CUT; los campesinos; los desplazados; los educadores; las mujeres y los jovenes.
Desafortunadamente no son ellos los que deciden en el Polo. Este Partido político terminó en manos de una camarilla inmoral y torcida que usa la marca para fines oscuros y regresivos, ajenos a los sueños y esperanzas de los de abajo.
Mi planteamiento es que el Polo perdió credibilidad y transparencia; lo que obliga la reflexión critica para replantear el esquema colapsado y establecer un nuevo referente político de la izquierda del siglo XXI; una izquierda ajena a la corrupción, a la mentira y, sobre todo, a la violencia irracional como forma perpetua de lucha, porque ella termina apuntalando la violencia de las elites sanguinarias colombianas, qu se sostienen en el poder por el simplismo de quienes dogmáticamente inducen una esteril lucha belica, al margen de cualquier argumento y contexto político. Pero este es otro debate para dar en otro momento.
Decir que solo vemos los problemas del Polo, ignorando la descomposicion de los dispositivos politicos de la elite dominante es de un simplismo total.
Por supuesto, los partidos o clubes de la burguesia y los
terratenientes son una putrefacta cloaca social, eso no tiene discución.
Pero, por ahora de lo que se trata es de no tapar nuestras propias
miserias con las que caracterizan a los politiqueros tradicionales.
En el Polo es necesario un debate franco para explorar nuevas opciones, nuevas alianzas y nuevas estrategias. Por lo pronto, los responsables de su espectacular debacle deben renunciar e irse.
En el Polo es necesario un debate franco para explorar nuevas opciones, nuevas alianzas y nuevas estrategias. Por lo pronto, los responsables de su espectacular debacle deben renunciar e irse.
No deben abusar de los
recursos del partido para justificarse en su torcido comportamiento que
afecta las luchas de la multitud democrática.