

El motivo es que la franquicia, Private Transportation Corp, obliga a
las mujeres a sentarse en la parte trasera del vehículo, con el objetivo
de perpetuar la tradición de la comunidad religiosa.
El departamento de transporte de la ciudad advirtió a la empresa de que esta práctica "constituye una violación directa" del contrato firmado con el consistorio, informa Reuters.
El departamento de transporte de la ciudad advirtió a la empresa de que esta práctica "constituye una violación directa" del contrato firmado con el consistorio, informa Reuters.
El Ayuntamiento está a la espera de
la contestación de la compañía, que declina hacer declaraciones a la
prensa.
La polémica ha ganado peso en las últimas fechas en Nueva York
por las denuncias de varios colectivos. Incluso, el alcalde de la
ciudad, Michael Bloomberg, llegó a criticar públicamente esta
segregación.