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La derecha chilena histérica multiplica los ataques, manipulaciones, y amenazas contra Camila Vallejo

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Lo más insoportable para la derecha es que Camila Vallejo reivindique alto y fuerte su militancia y su escuela comunistas. Les parece inconcebible que tales atributos puedan ser ostentados por una dirigente comunista cuando uno de los ejes de la campaña anticomunista exige que se piense que éstos deben ser seres abyectos.

JUAN CARLOS CARTAGENA / REBELION – El espantajo anticomunista ha sido utilizado por la clase dominante en Chile para emprender toda política destinada a preservar sus privilegios a través de la inoculación, en el subconsciente colectivo, del terror a una llamada doctrina que subvierte el orden, causando “inestabilidad en la región” y presentando un “carácter totalitario y anulador de la persona humana” (1).

Hace ya tiempo que la “clase dirigente” ha comprendido que es menos costoso -en esfuerzo, dinero, sudor y sangre-, controlar las mentes antes de echar mano a una amplia panoplia represiva, para constreñir los pueblos a abandonar las aspiraciones de justicia, de libertad, de independencia, en suma de dignidad.

El anticomunismo ha sido desde principios del siglo XX el principal argumento, el zócalo sobre el cual se ha edificado toda campaña de terror destinada a preservar privilegios.

En Chile la campaña presidencial con fotos adulteradas de tanques rusos delante de la Moneda contribuyó a impedir efectivamente la elección de Allende en 1964 pero no en 1970.

Finalmente fueron tanques y aviones de factura norteamericana en 1973 los que destruyeron no solo la Moneda sino que la vida cívica conocida hasta ese momento en el país.

Hoy la derecha está, por decirlo suave, consternada. 

El país de sueños, que tanto les ha costado construir, está siendo cuestionado por la actual generación de estudiantes a tal punto que se insinúan ya de riesgos de ingobernabilidad o vacío de poder (2).

Una imagen ha surgido entre todas como la figura más visible de este movimiento estudiantil.

Se trata de la presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile -la más prestigiosa, importante y antigua de todas les existentes en el país-. 

Camila Vallejo, militante de las Juventudes Comunistas -y desde su último Congreso, miembro de su Comité Central-, estudiante de la carrera de Geografía, ha demostrado con 23 años, que posee más de una cualidad. 

Inteligencia, claridad de ideas unidas a un discurso accesible componen un carisma cierto, al que viene a unirse una belleza juvenil que ha logrado como pocas veces sacar de sus casillas a analistas y políticos adversarios no solo de derecha.

Lo más insoportable para ellos es que Camila Vallejo reivindique alto y fuerte su militancia y su escuela comunistas.

Les parece inconcebible que tales atributos puedan ser ostentados por una dirigente comunista cuando uno de los ejes de la campaña anticomunista exige que se piense que éstos deben ser seres abyectos hasta desprovistos de humanidad tal como lo afirmara Merino, miembro de la Junta militar. 

No solo estas cualidades no pueden, según la doctrina anticomunista, ser exhibidas por una mujer marxista sino que debían, según sus preceptos, ser reservadas única y exclusivamente a sus propios dirigentes. 

Lamentablemente para ellos, la derecha se encuentra más que huérfana y en la incapacidad de dotarse de una dirigente de ese fuste.

El número de manipulaciones, insinuaciones, ataques y amenazas perpetrados contra Camila Vallejo, en tan solo seis meses, es asombroso, resultan groseros y muestran el grado de desconcierto y descomposición en el que se hayan sumidos los defensores del sistema.

Ningún otro dirigente estudiantil ha acumulado tal cantidad de agresiones.

La derecha sabe que atacando a los dirigentes comunistas, agrede al movimiento social en su conjunto: ya sea desprestigiando sus dirigentes, o bien desmoralizando sus participantes o en fin sembrando la discordia en sus filas.

La panoplia de técnicas derechistas comienza con abiertas amenazas físicas de funcionarios y personeros. Se ha recurrido a imágenes que recuerdan el pasado reciente donde el terrorismo de estado disponía de la vida de los chilenos. 

Se han emitido vía twitter epítetos tales como: “matando la perra se acaba la leva”, “puedes desaparecer sin dejar rastro” , y exabruptos de otros Hermógenes partidarios de Pinochet (3), que han provocado un rechazo de la mayoría de los chilenos produciendo, en definitiva, un efecto contrario al buscado.

Los responsables políticos de derecha se han inclinado más bien por la descalificación: “Vallejo no tiene dotes de líder”, “se comporta como política”, “desprestigia el país”, “mujer medio endemoniada”, etc. (4) 

Reproches situados en la lógica derechista impuesta por la doctrina neoliberal que dicta que ningún dirigente social tiene derecho a hacer política -como lo preconiza la Constitución de Pinochet en vigor-, dominio reservado solo a los políticos de profesión.

Dichas acusaciones están llamadas, por lo tanto, a influir en la opinión pública con la misma fuerza que el grado del ascendiente moral de los autores, quienes basan su autoridad en la hegemonía política que la derecha había logrado imponer sobre la población.

Por último se encuentran los ataques tendenciosos e insinuaciones más solapadas que se avanzan en general bajo la forma de estudios de analistas independientes que, por lo general, dicen apoyar la justeza de las reivindicaciones estudiantiles pero descalifican a Camila Vallejo. 

Aquí la manipulación alcanza sus cimas.

En este grupo encontramos declaraciones, que se quieren imparciales, de analistas pertenecientes a instituciones ligadas al mundo intelectual.

Carlos Huneeus, director del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC), al mismo tiempo que reconoce la legitimidad de las demandas estudiantiles, profetiza que “Vallejo en el PC no tiene destino” (5), buscando convencerla de alejarse del Partido Comunista. 

Igualmente, Marta Lagos, esposa del anterior, aplicando una fórmula que se presenta como imparcial al afirmar que “el movimiento estudiantil no es más que un instrumento de la historia, y Camila Vallejo, el comunismo, no tiene vela en este entierro, es simplemente un fantasma que aparece para confundir a los que leen 

El Mercurio” (6), quiere impugnar el rol que les ha tocado cumplir a quienes siempre han estado insertos en todas las organizaciones de que se ha dotado el pueblo chileno. 

Deslumbrado hoy por la dirigente, A.A. Muñoz opina que “la tienda de Recabarren y Teitelboim la llevará a la batidora desde donde saldrá convertida en un engranaje más, burocrático y obsecuente, del ‘aparato’ del Partido. 

Desde ese momento, nuestra hoy fulgurante Camila representará poco peligro para el sistema neoliberal…”, augurándole un triste futuro naufragio político si permanece afiliada al Partido Comunista (7).

Mención aparte merece el caso más paradójico y lamentable, representado por el historiador Gabriel Salazar, premio nacional de Historia en 2006, quien no trepida en declarar que Camila Vallejo “tiene un lenguaje fluido, no es tonta, es bonita, pero no tiene la fuerza mental teórica discursiva y el ñeque para liderar el movimiento”, deseando, además, contraponerla al movimiento estudiantil. 

Salazar continúa con su burda maniobra afirmando que Camila, recibiendo órdenes de su partido, integra el movimiento solo con el fin de instrumentarlo para sus propios fines (8)

Desgraciadamente, su obsesión anticomunista le impide percibir el daño que sus declaraciones le causan al movimiento estudiantil, y el servicio que él le rinde a la derecha.

Finalmente, no han faltado los intentos de demolición y de farandulización de parte de la prensa y periodistas adictos al sistema. 

Los dos casos mas emblemáticos lo constituyen la portada del periódico las Ultimas Noticias (9) y la vergonzosa prestación del panel del programa de televisión “Tolerancia Cero” (10).

En definitiva, el problema de Camila Vallejo se denomina Partido Comunista y causa un escozor que saca roncha aquí y allá.

A no dudar que la renovación de las dirigencias de las Federaciones a nivel nacional en diciembre del 2011, verá la confirmación de la justeza de la aplicación de políticas, tácticas y estrategias, para alcanzar las reivindicaciones estudiantiles.

Descubriremos entonces las nuevas maniobras e intentos que inventarán aquellos “analistas”, forjadores de opinión, renuentes a reconocer y aceptar las opciones del pueblo chileno para dotarse de sus legítimos dirigentes.










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