Hubo corte de tránsito vehicular en diferentes arterias de la
capital, Santiago, desatandose un caos vial de proporciones cuando
millones de personas acudían a sus trabajos.
Las movilizaciones, en el inicio de una jornada de protestas que
durará hasta este miércoles, estallaron luego que el gobierno rechazó
subir la inversión en educación, como piden oficialismo y oposición.
“Sería un gran paso si se becara los estudios universitarios del 60
por ciento más pobre”, dijo en ese marco el rector de la Universidad de
Santiago, Juan Manuel Zolezzi a radio Cooperativa.
Hasta ahora, sin embargo, el diálogo entre estudiantes y gobierno
está quebrado, debido a que la última oferta de la autoridad es otorgar
becas sólo al 40 por ciento de los universitarios más pobres.
Las protestas, que derrumbaron el apoyo al gobierno a 25-30 por
ciento según distintos sondeos, movilizaron a millones de chilenos, pero
la autoridad aún no acepta otorgar los beneficios.
En Chile, un país donde la mitad de los hogares vive con 900 dólares
mensuales o menos, la educación superior cuesta miles de dólares
anuales, incluso en las universidades públicas.
Las familias y los estudiantes, por tanto, deben solicitar créditos a
la banca a tasas más altas que las del mercado, en un negocio de miles
de millones de dólares.
La huelga estudiantil, que obligó un debate sobre la necesidad de una
reforma tributaria, coincidió este año con otra serie de marchas por
derechos civiles, ambientales y regionales.
El nudo del conflicto, con oposición y oficialismo con apoyos bajo 15
por ciento, es la desigual distribución de la riqueza, en un país con
un ingreso per capita de 15.000 dólares, según cifras oficiales.
De hecho, las remuneraciones laborales per capita del diez por ciento
más pobre son 78 veces menores que las del décimo más rico, según un
estudio de la Universidad de Chile.
Agencias