Colegio San José: La Enseñanza del Terrorismo

- Colegio San José: La Enseñanza del Terrorismo- Nicaragua

Otegi y la resistencia a las independencias

http://www.kaosenlared.net/img2/199/199956_MVL.jpg Con ve­hemencia a juzgar por numerosos signos externos que no cadu­can. 

En este país y en cualquier otro. 

No sé si será por eso de que sólo los locos y los niños dicen las verdades. 

Yo, decididamente, debo ser las dos cosas...

  En todo caso es increíble y espantoso, en tiempos en que hasta hace una década todo parecía ir encajando en la lógica racionalista de la paz duradera, del pelillos a la mar, de la máxima exaltación de la libertad y del respeto al ciudadano y a los pueblos, sigan exis­tiendo bolsas de contumaces en la política, en la judicatura, en los ejércitos y en las policías, que no están dispuestos a que pueblos o territorios enteros autosuficientes y con voluntad política de autode­terminación (como un hijo mayor de edad que quiere irse de casa) se gobiernen a sí mismos.

  Desde los palestinos pasando por los kurdos hasta los vascos, el derramamiento de sangre a cuenta de la causa independentista y la contracausa integrista, y los episodios eternos que nunca cesan por culpa de ello, son tan irracionales como irracionales quienes aban­deran el impedimento hasta el punto de traernos a escena la depre­dación de la jungla.

Y es irracional en grado extremo y aberrante, por cuanto es tan evidente como abrumador que los trozos de tierra que retienen los Estados a los separatistas, nunca se los va a llevar nadie a otra parte distinta de la que están ni va a haber por ello corrimiento de tierras.

  Son los intereses económicos y la ancestral manía de poner la bota lo que subyace a la negativa. 

Ello no hace más que subrayar la insensatez, la mezquin­dad, la miopía y la crueldad de los gobiernos que se oponen a las independencias, y la nula imparcialidad de los jueces que, como en Euskadi, acaban de condenar a Otegi a diez años de cárcel por imaginar que dirige a un Movimiento Vasco de Liberación, como lo llamó el “respetuosísimo” Aznar allá por el año 98, por otro lado inoperante desde hace tiempo. 

  Es despreciable la acción de la Audiencia Nacional en este caso, porque aquí no hay ni pizca de justicia. 

Lo que hay aquí es un os­tensible deseo de venganza y de escarmiento a falta de mejores culpables convictos y confesos; culpables que a buen seguro están entremezclados con la flor y nata de la sociedad española. Y esta ausencia de justicia apunta a que los hechos que se le imputan sólo responden a pruebas contrahechas y testimonios comprados.
 

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