Una de las formas de las fuerzas militares colombianas de involucrar a los civiles en la guerra es hacerlos “oficiales de la reserva”.
Fundada en 1976, se trata de profesionales que son reclutados como oficiales de las fuerzas militares –militar y policía-, reciben entrenamiento militar, y sirven para “fortalecer la integración del estamento militar con el civil”. (Ver:Oficiales de la reserva)
Entre éstos oficiales se encuentran médicos, psicólogos, odontólogos, periodistas, etc. Particular atención les es prestada a los oficiales “periodistas”, quienes continúan su vida civil pero responden a orientaciones institucionales.
Cabría preguntarse entonces qué tratamiento recibiría un “periodista” de ésta clase en el conflicto interno colombiano?
Es un civil, o por el contrario es un militar, inmerso en el conflicto?
Evidentemente que es un militar que no usa uniforme. Su producción periodística responde a las orientaciones de la institución castrense.
De éstos hay muchos. Podríamos nombrar algunos, pero no vale la pena hacerlo.
Lo que sí queremos señalar es que esos periodistas-militares actúan como militares en todo sentido.
Sus entrevistas son totalmente tendenciosas y sus entrevistados, si son del “campo contrario”, es decir, de izquierda, sufren un bombardeo atroz con preguntas de doble sentido, son enfrentados como si se tratara de un enemigo –en realidad así los ven-, y posteriormente publican lo dicho por el entrevistado con el sesgo de la visión del “periodista”.
Además, al actuar en territorio “enemigo” actúa como un espía, anotando o filmando todo aquello que sea de provecho para la institución que representa.
Además, al actuar en territorio “enemigo” actúa como un espía, anotando o filmando todo aquello que sea de provecho para la institución que representa.
Ello ha sido claro en muchas casos de “reportajes” de ciertos periodistas en zonas de control guerrillero.
Estos periodistas, además, no tienen claro la división entre civiles y combatientes y para ellos todo aquel que esté en la zona es considerado un guerrillero, ni así se demuestre lo contrario.
Estos esfuerzos de las fuerzas militares de involucrar civiles en el conflicto interno no es nueva.
Recordemos que ello está contemplado en los manuales de la llamada Acción Cívico-militar, puesta en práctica desde los años sesenta en Colombia.
Así como involucran profesionales y los convierten de la reserva, así inician el reclutamiento desde tempranas edades. Hemos visto les esfuerzos de conformar los llamados “policías infantiles”, dizque para convertirlos en guías turísticos.
También en las zonas guerrilleras los soldados y oficiales tienen como misión “ganarse” a los niños con dulces, juguetes, ropa, etc, para convertirlos en fuente de información.
La posición de la cúpula militar y del gobierno de turno es más que farisaica y se desgarran las vestiduras dizque por el “reclutamiento de menores de edad por parte de la guerrilla”.
Que nosotros sepamos, la edad mínima de ingreso a las guerrillas es de 15 años, lo cual está en sintonía total con las exigencias de los organismos internacionales correspondientes.
Entonces porque la alharaca de los gobiernos oligárquicos que ningún futuro le ofrecen a los jóvenes de la ciudad y el campo?
Ah, es que no les interesa que los muchachos se enrolen en las guerrillas, pero si los utilizan como “informantes”…
Igual cosa sucede cuando un periodista, o un médico, o un odontólogo, se enrolan en la insurgencia, pero ellos sí pueden militarizarlos convirtiéndolos en “oficiales de la reserva”.
La ley del embudo.