Cuando Obama era un adolecente tenía especial predilección por las películas del oeste. Sus ídolos eran Steve Mc Queen y Clint Eastwood, sobre todo cuando actuaban en el papel de “body hunter”, el cazador de hombres, que por ganarse una recompensa salía a buscar y matar al que era reclamado por la ley.
Desde las lunetas del teatro soñaba con ser uno de aquellos. El “body hunter”, gracias a las argucias de Hollywood, en vez de presentarse como un asesino a sueldo, un mercenario, se proyectaba en la mente del adolecente como un héroe, alguien que estaba haciendo un beneficio a la sociedad, al “american way of life”, que gracias a él se había forjado la “gran nación”, a pesar de los mexicanos, los indios, algunos blancos que atacaban bancos, trenes y diligencias y los negros que se fugaban de las haciendas donde los sometían a la esclavitud.
Siendo mayor, durante el tiempo que estuvo en la Universidad de Chicago, visitó algunos lugares donde Al Capone y Lucky Luciano habían desarrollado sus actividades, entre ellos el estacionamiento donde se efectuó la matanza de San Valentín.
Realmente se sentía impresionado y admirado por la historia de la organización que pudo crecer a pesar de las dificultades y que ayudó a forjar muchos de los grandes capitales estadounidenses.
Otro de sus grandes héroes era John Wayne, inclusive cuando caminaba trataba de imitarlo, era un tipo duro y sobre todo cuando actuaba en las películas relacionadas con la Segunda Guerra Mundial, donde no tenía compasión con los japoneses.
Aun recuerda la escena final de Las Arenas de Iwo Jima, donde los marines colocan la bandera de las barras y las estrellas en lo alto de una montaña, su fantasía era ser uno de ellos.
Con esa mente “peliculera” fue escalando posiciones hasta llegar a la presidencia de Estados Hundidos. Ahora podía ser el “body hunter”, hacer realidad sus fantasías, si era necesario matar para garantizar el futuro del “american way of life”.
¿Qué importaba matar al Jefe de Estado de una nación?
Todo era por garantizar la “seguridad nacional”. Poder apoderarse de todo el petróleo y recursos minerales, como cuando los “padres fundadores” lo hicieron con Texas y una buena parte de aquellas tierras que pertenecían a México.
En definitiva, para asegurar eso no mandaron a matar a Pancho Villa, que importa si este ahora se llama Gadafi y el petróleo está más lejos.
Mandar a matar a Bin Laden no es un “big deal”. En definitiva está acusado de terrorista.
No ha sido presentado a juicio ni condenado por un juez, pero bueno, en Guantánamo hay decenas que tampoco han sido presentados a juicio y hasta ahora no se ha denunciado a Estados Hundidos por violar sus derechos humanos.
Seguramente por matar a este tampoco habrá acusación alguna, ni a los “campeones de la libertad”, ni al “Premio Nobel de la Paz”.
Lo principal es que el “body hunter” está demostrando que es un fiel seguidor de los mercenarios que paseaban el oeste con cuatro o cinco avisos en el bolsillo para ver si se encontraban con algún prófugo por el que dieran recompensa.
¿Cuál es la recompensa? Bueno para definir eso debemos esperar un tiempo.
Es posible que Barack Cassidy ahora cobre unos cuantos puntos para aumentar su popularidad ,si todo se mantiene tranquilo, salió ganando.
Si se recrudecen las acciones contra el personal de Estados Hundidos y comienzan a incrementarse las muertes en distintos países del mundo, incluyendo hasta dentro de su propio país, entonces no habrá recompensa, habrá acusaciones de irresponsabilidad, falta de previsión y de poner en peligro la “seguridad nacional”.
El “body hunter” cayó en la trampa .Al finalizar la película un grupo de bandidos acaban con él, cae del caballo acribillado a balazos.
Los bandidos se retiran en sus cabalgaduras, forman pequeños grupos, cada grupo se dirige hacia un lugar distinto. Un grupo va hacia la CIA, otro hacia el Pentágono, otro hacia el Congreso y el jefe de los bandidos hacia la Casa Blanca.
THE END
Artículos relacionados: