En las elecciones del domingo pasado (10 de abril) resultó un solo ganador: los grupos de poder y el imperialismo.
El pueblo nuevamente fue estafado y sin misericordia fue obligado a escoger entre los candidatos de la propia derecha peruana. Al 95.362% del recuento de votos (ONPE) la lista de Humala (Gana Perú) tuvo 4, 485,589 votos lo que significa el 31.741 % de los votos validos.
Por su parte Keiko Fujimori (Fuerza 2011) logró 3,321,267 que es el 23.502 % de los votos validos. Ninguno de los candidatos logró el 51% de los votos requeridos para sentarse en el sillón presidencial. Ello resulta un fracaso para la derecha que en el terreno electoral ha jugado un partido sin contrincante, sin oposición de izquierda ni popular.
Si se toma en cuanta los votos de Humala y de Keiko Fujimori estos suman 7’806, 856 votos.
Esta cantidad es apenas un poco mas de un tercio de los 19’949,915 votos emitidos para este proceso.
Esta contienda electoral fue entre la derecha y la propia derecha.
El pueblo sin ninguna representación, se excluyó de un protagonismo político mismo en el terreno electoral.
Su rol ha sido marginal y su voto se restringió a favorecer a candidatos de la derecha que en el futuro inmediato serán sus propios verdugos.
El dilema actual de los grupos de poder es a quien poner como presidente.
Tanto Humala como la hija de Fujimori tienen semejanzas políticas y sus diferencias son de forma pero no de contenido.
Ellos, como antes lo hicieron Fujimori, Toledo y Alan García, aseguran la continuación del sistema político del Perú. Ambos candidatos son cínicos, farsantes, inescrupulosos y moldeables a las circunstancias del momento. Son capaces de vender su propia alma para lograr la presidencia.
Estos dos candidatos tienen “rabo de paja”. Humala es acusado de crímenes de guerra cometidos en 1992 cuando era oficial del ejército criminal de Fujimori. Keiko Fujimori lleva la carga pesada de ser la hija del prontuariado, criminal y corrupto ex presidente del Perú actualmente en prisión.
Además esta sindicada de haber usado la influencia de su padre para liberar a un narcotraficante.
Humala y la hija de Fujimori, para ganar la segunda vuelta electoral, no tienen otra salida que negociar la repartición de la torta del Estado con los otros candidatos electorales de la derecha.
Ahí están presentes personajes como Pedro Pablo Kuczynski 2 millones 210 mil 006 votos (15.618 %), Alejandro Toledo dos millones 210 mil 006 (15.618 %) y Luis Castañeda Lossio un millón 392 mil 116 votos (9.838 %).
El total de votos a negociar es de 6’223,073 millones que como negocio en la política peruana se paga al cash en ministerios, altos puestos en el Estado, representaciones internacionales, concesiones para apropiarse de las riquezas de este país, medidas antilaborales y un sin de leyes y disposiciones para proteger la sagrada propiedad de ricos y poderosos.
Por lo pronto Ollanta Humala ha declarado que quiere hacer "una gran mesa" en un eventual gobierno de Gana Perú con todas las fuerzas que lo quieran apoyar. Aseguro que esta listo para hacer muchas concesiones por la “unidad del Perú", incluso dijo estar dispuesto a modificar su programa.
Por su parte el escritor Mario Vargas Llosa, que en política es un representante de la derecha de los Estados Unidos en Perú, ha señalado que “votará por Ollanta Humala”.
Por su parte Humala anunció sentirse contento con el apoyo del escritor. “Veo una ventana abierta para poder dialogar con Mario Vargas Llosa, somos amigos, lo conozco, estimo y lo respeto por la valía intelectual que tiene y convicción de defender sus ideas.
Es uno de los peruanos que da más brillo al Perú internacionalmente, por lo tanto, respeto sus opiniones y saludo esta opinión”, dijo el candidato de Gana Perú (RPP Noticias, 13 de abril).
A diferencia de anteriores procesos electoral, los candidatos presidenciales, respecto a sus programas de gobierno, han sido casi homogéneos. Las diferencias políticas entre estos resultan ficticias y muchas de ellas fueron creadas con fines electorales.
Por ejemplo, en el terreno de la economía del pais, tanto Humala como Keiko Fujimori, privilegian reforzar la economía de mercado y la “inversión privada nacional y extranjera”. Ambos candidatos han asegurado al gobierno de los Estados Unidos mantener con esta potencia las “buenas relaciones” tanto en lo político como en las inversiones.
El comandante Humala y la hija de Fujimori abogan por un Estado fuerte dicen ellos para contrarrestar el “narcoterrorismo” y la corrupción. ¿Estado anticorrupción?.
Es precisamente del Estado donde surgen todas las mafias que desde hace una centena de años saquea las riquezas de esta país. Es desde el Estado, ya sea bajo el gobierno de Fujimori o de Alan García, que se han manejado las mafias involucradas en el narcotráfico internacional con conexión en la selva peruana.
En torno a los militares ambos candidatos han hecho saber que fortalecerán las fuerzas armadas. Hay que recordar que las fuerzas armadas del Perú son un lastre pesado, una carga parasitaria para el Estado.
Las instituciones militares están desprestigiadas por su vocación criminal y su alto grado de corrupción. Sus más altos representantes se han vinculado con el narcotráfico, contrabando de armas, trafico en el uso de los bienes del Estado (gasolina, casas, etc.) y en otros delitos.
Cualquier gobierno medianamente democrático tendría que limitar el tamaño y el poder de estas fuerzas armadas que no sirven para nada, salvo para asesinar a miles de humildes ciudadanos.
Las fuerzas armadas del Perú, vergüenza histórica de este país, deberían desaparecer por su inutilidad y además por significar un peligro permanente para cualquier sistema democrático.
Sobre la religión, otro lastre de la sociedad peruana, tanto Humala como Keiko Fujimori, se han declarado católicos y seguidores del cardenal Luis Cipriani quien durante el fujimorismo apoyo el crimen y las matanzas organizadas por el gobierno y las fuerzas armadas. Cipriani es también representante del OPUS DEI en Perú y es uno de los curas más recalcitrantes de America Latina contra el aborto, el preservativo y el matrimonio entre homosexuales.
Un mes antes de las elecciones se organizó una reunión entre Ollanta Humala y el archireaccionario Luis Cipriani. En ese encuentro Humala le confeso al cardenal ser “un católico conservador” y estar contra el aborto y el matrimonio homosexual.
Casi en la misma fecha, Keiko Fujimori se dio cita con este cardenal del OPUS DEI. En dicho encuentro la hija de Fujimori reitero su vocación católica y su oposición al aborto.
Suscribió todos los planteamientos feudales y reaccionarios del cardenal Cipriani. Le dijo que su padre lo admiraba y que esperaba verlo lo más pronto posible.
Así a pocos días de la primera vuelta, ya comienzan a desfilar los curas como Cipriani, los personeros del APRA, los generales criminales y ladrones, los jefes de bandas, los representantes de la embajada norteamericana y todos aquellos que ven el Ollanta Humala o en Keiko Fujimori, la expresión mas nítida del testaferro (a) ideal, del ganapán (a), del busquilla, y del vendepatria sin ética y sin moral que próximamente estará sentado (a) en el sillón presidencial.