El desertor que convenció a la Casa Blanca de que Irak tenía un programa secreto de armas biológicas ha admitido por primera vez que mintió sobre ello y que fue testigo de cómo se utilizó para justificar la guerra.
Rafid Ahmed Alwan al-Janabi, denominado Curveball por la inteligencia alemana y norteamericana (que utilizaron la información proporcionada por él para justificar el ataque a Irak), relata al periódico ‘The Guardian’ que inventó las historias sobre fábricas clandestinas y armas biológicas en un intento de acabar con el régimen de Sadam Hussein, del que huyó en 1995.
“Quizás estaba en lo cierto, quizás no”, afirma en una entrevista al periódico inglés.
“Me dieron la oportunidad de inventar algo para acabar con el régimen.
Mis hijos y yo estamos orgullosos de ello y orgullosos de ser la razón de dar la democracia a Irak”, añade.
Esta revelación coincide con el octavo aniversario del discurso de Colin Powell ante Naciones Unidas en el que el secretario de Estado dio por válidas las razones de Janabi.
También recientemente se han publicado las memorias de Donald Rumsfeld, en las que admite que Irak no tenía un programa de armas de destrucción masivas.
El máximo responsable de la CIA en Europa, Tyler Drumheller, describe la admisión de Janabi como “fascinante” y ha afirmado que la verdad le “hace sentir mejor”.
“Todavía somos varios los que pensamos que había algo que descrubrir. Incluso ahora”, ha dicho Drumheller.