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“Yo, Piñera”


 El historial político de Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique contiene claves que explican rasgos de su personalidad, como el temperamento impulsivo que lo condujo a apoyar las reformas del presidente de Francia en medio de una gran huelga y su controvertida alusión a los versos del himno nacional de la época de Hitler en Alemania. 

También su relación de amor-odio con su progenitor político, el actual senador RN Andrés Allamand, su temprana ruptura con su hermano José (que en 1993 se le adelantó como candidato presidencial de una fracción de la derecha), su ambivalencia respecto a Pinochet y sobre todo su ansiedad por ser Presidente desde que se inició tardíamente en la política cumplidos los 40.

“Yo, Piñera” muestra cómo el jefe del Estado ingresó a la política con la mirada fija en La Moneda, aunque no es novedoso porque en cualquier lugar del mundo quien se arrime a la clase política alienta en lo más íntimo el deseo de ser jefe de Estado.

La velocidad en el ascenso de Piñera fue marcada por la precocidad cuando ya había cumplido los 40, una edad que no toleraba entre los colaboradores de su última campaña. La fortuna le facilitó encontrar atajos sin pagar el clásico peaje de la acumulación de méritos en una larga carrera partidaria. 
La oportunidad de los atajos la tuvo desde el inicio, cuando en 1989 Allamand decidió que fuera el candidato a senador RN por Santiago Oriente. Entonces ya se había consolidado en los negocios que siguió cultivando a la par que su ascenso político.

Este libro responde muchas preguntas sobre el origen político de Piñera, en una suerte de “biografía no autorizada”. ¿Cómo, cuándo y dónde hizo sus primeras armas en la política?; Efectivamente, ¿fue miembro del Partido Demócrata Cristiano?; ¿Cómo fue su relación real con Pinochet?; ¿Qué dirección tomará su política exterior?; ¿Qué influencia tendrán en su gobiernos las facciones fundamentalistas católicas –Opus Dei, Legionarios de Cristo, Schöensttat y otros– a que pertenecen varios de sus colaboradores clave?
   
Piñera llegó al Senado en 1990 sin necesitar haber sido antes diputado. Y su primer intento por la presidencia fue en 1992, pero se hizo trizas con el Piñeragate, que le impidió llegar a medirse con Eduardo Frei en 1994. La petite histoire llamó Piñeragate al episodio en que Megavisión difundió su diálogo soez con un amigo que fue grabado ilegalmente por el Ejército. 
La conversación diseñó las preguntas que haría un tercero –un entrevistador de Megavisión– para hundir las aspiraciones de su entonces rival pre-presidencial RN Evelyn Matthei, que antes fue su aliada e incluso su empleada en Bancard, la empresa insignia de su grupo en aquella época.

Después de apoyar el No en el plebiscito de 1988 y coquetear con el Partido Demócrata Cristiano (PDC), Piñera fue jefe de campaña de Hernán Büchi, el ex ministro de economía ungido a comienzos de 1989 como sucesor de Augusto Pinochet, si es que ganaba las elecciones. 
El slogan “Büchi es el hombre” no funcionó y el electorado favoreció a Patricio Aylwin, pero el futuro Presidente no fue contaminado por la derrota, porque abandonó antes el comando para convertirse en senador independiente pro RN compitiendo con Frei. Esto ocurrió en la elección simultánea al Congreso y a la Presidencia de diciembre de 1989, también la primera justa parlamentaria desde marzo de 1973, seis meses antes del golpe que derribó a Salvador Allende, elegido en 1970.

Quien le abrió la puerta ancha de la política al principiante inexperto, pero ya convertido en hombre rico, fue Allamand, en aquel tiempo el Nº 2 de RN, cuando el Nº 1 era Sergio Onofre Jarpa. La ironía política es que hoy sus relaciones son frías y en los hechos son más que rivales políticos. 
Allamand catapultó a Piñera como senador, pero se postergó a sí mismo y llegó a convertirse en un simple diputado 4 años después, en 1994. “¡En algún lugar de este Salón de Honor [del Congreso] está sentado el futuro Presidente de Chile!”, vaticinó Allamand en agosto de 1990. Todos gritaron ¡Jarpa!, ¡Jarpa!, pero entonces nadie miró al asiento donde se hallaba el senador Piñera.

El ingeniero comercial escaló en los negocios y, simultáneamente en la política, aplicando las teorías adquiridas en la Católica y perfeccionadas en Harvard. Para llegar a Presidente a los 60 años, hizo carrera política y de negocios empleando gente más joven –o de su edad–, pero hechos a su imagen y semejanza por distintos caminos. Y hoy lo refleja el equipo de capitanes de empresas que lo secunda en el gobierno. 
Se sabe cómo acumuló fortuna y empresas, pero poco se conocen sus orígenes políticos, su trayectoria, quiénes fueron sus amistades reales y cómo obtuvo éxitos políticos aplicando metodologías empresariales. 
Y de eso trata esta investigación periodística, que explora sus nexos originales con el Partido Demócrata Cristiano, su postura contraria a la perpetuación militar y su incorporación a RN en 1990, un partido en conflicto de nacimiento con su hermana Unión Demócrata Independiente (UDI).

El libro “Yo Piñera” aborda su labor de 8 años como senador (1990-1998) y su afán por alcanzar la presidencia del país. Truncada su aspiración en 1992 para la contienda de diciembre de 1993, tuvo que esperar cuando en 1999 la derecha prefirió al UDI Joaquín Lavín –derrotado por Ricardo Lagos–. En 2005 volvió a la carga para competir con Lavín y Michelle Bachelet, donde fue una especie de MEO para el hoy ministro de Educación. Y en 2009 nadie discutió que sería el abanderado único de la derecha.

En definitiva, su mejor negocio fue haber ganado las elecciones. En menos de un mes aumentó al doble el valor en bolsa de su empresa clave Axxion, tenedora de las acciones LAN. Su patrimonio en febrero de 2010 creció a 2.200 millones de dólares, 120% más que los mil millones detectados un año antes por la revista estadounidense Forbes.

Piñera es el primer hombre de negocios latinoamericano que logra el empeño presidencial. Álvaro Noboa, el más rico del Ecuador, lo intentó cuatro veces desde 1998, y en las dos últimas tentativas fue derrotado por Rafael Correa. 
Tampoco prosperó el liderazgo del venezolano Gustavo Cisneros Rendiles –4,2 mil millones en 2010 y, al igual que Piñera, dueño de una estación de TV–, quien abandonó la política en 2004. El único empresario –y también dueño de TV– que llegó a la meta dos veces ha sido el italiano Silvio Berlusconi.

Este trabajo abarca las dos décadas de una carrera política centrada en la Presidencia. El azote del terremoto del 27 de febrero alteró brutalmente su programa y abrió una incógnita nueva: 
¿Cómo enfrentarán las tareas de reconstrucción y administración del país sus colaboradores ligados al negocio de la construcción y otros rubros de la economía? La reconstrucción se ha convertido hoy en su principal espina política, junto con el conflicto en el fútbol profesional, que lo tiene en la picota tras señalarse que influyó contra Harold Mayne-Nicholls en las elecciones de la ANFP. Y de rebote, en la salida del entrenador Marcelo Bielsa.
       
El conflicto de interés muestra a lobbystas, abogados, ingenieros comerciales y empresarios del medio ambiente, vivienda, obras públicas, y otros sectores clave, que atravesaron la puerta giratoria negocios-política –y viceversa–, y ahora están a cargo del gobierno. 
La tragedia de los 33 mineros le rindió buenos dividendos, pero también dejó cansados a muchos. Los medios convirtieron a su ministro de Minería Laurence Golborne en una suerte de precoz precandidato presidencial. 
Pero nadie ha dicho que la perforadora T 130 es de una empresa de prospección minera del ministro de Defensa, Sergio Ravinet. Tampoco los medios explotan conflictos de intereses, como por ejemplo, el que afecta al Intendente de Santiago, Fernando Echeverría, quien organizaba la eliminación de escombros metropolitanos mientras los habitantes de un edificio que su empresa construyó en Concepción seguían pagando la hipoteca, buscaban dónde y cómo vivir… y la ley les impone pagar la costosa demolición de viviendas que ya no habitan. Empresas constructoras de Echeverría, en las que antaño participó Piñera, desarrollaron varios proyectos inmobiliarios terremoteados.

Ernesto Carmona

Jueves 11 de noviembre 2010, 18 horas
Sala Pedro Prado, Estación Mapocho
Feria Internacional del Libro de Santiago

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