Transparency International (TI), la ONG que desencadenó hace unos días una campaña de difamación acusando a la nación sudamericana de corrupción, es contratista de la USAID, la agencia norteamericana de injerencia, y de la National Endowment for Democracy, el mecanismo CIA de desestabilización, y recibe fondos de otras entidades identificadas a la inteligencia norteamericana.
Todas la agencias internacionales de prensa han difundido cables donde se reflejaban las declaraciones hostiles a Venezuela de los portavoces de la organización sin que ninguna precise los fuertes vínculos de TI con el Departamento de Estado y sus dependencias.
Tampoco se menciono como en Alemania, donde radica, TI llamó la atención en el 2006 por recibir donaciones de la empresa Siemens cuando se supo que utilizaba la corrupción como método habitual para lograr contratos.
Para la ONG, Venezuela se sitúa, por lo que va del continente americano, en materia de corrupción, por debajo de países como Honduras, mientras Estados Unidos encabeza la lista (con Canadá), sin que se tenga en cuenta los gigantescos escándalos financieros y el financiamiento ilimitado del mundo político por las grandes corporaciones, en este país.
Más aún, para Alejandro Salas, responsable del departamento de las Américas de TI, Honduras – con su gobierno golpista – “mejora su situación" mientras está “reconstruyendo una constitucionalidad perdida".
Transparency International omitió precisar durante su conferencia de prensa en Berlin el número de contratos en distintas partes del mundo que ejecuta con el dinero de Washington, en programas supuestamente humanitarios, en la esfera de su pretendida lucha contra la corrupción.
Son cientos de miles de dólares que TI ha recibido de la controvertida Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID), denunciada en muchos países por ser una cobertura utilizada a fines de injerencia, de desestabilización y de espionaje por el gobierno de Washington.
En Venezuela, la USAID-OTI ha financiado en el curso de los últimos años decenas de programas destinados a desestabilizar el gobierno del Presidente Hugo Chávez y sigue haciéndolo, hasta el punto de engrasar a partidos políticos, un escandaloso acto de corrupción ampliamente demostrado y documentado por la investigadora Eva Golinger.
En Honduras, una contratista de la USAID, Jacqueline Foglia Sandoval, fue señalada como “la persona encargada de coordinar y operar el golpe de Estado” por el ex ministro Roland Valenzuela, del gobierno de Manuel Zelaya, poco antes de su asesinato.
La USAID es esta misma agencia federal norteamericana encargada de financiar a golpe de decenas de millones la subversión y el espionaje en Cuba.
Un contratista norteamericano de la agencia se encuentra detenido en La Habana desde diciembre de 2009 después de haber sido sorprendido en una operación de introducción en la Isla de equipos de comunicación satelital de última generación.
Entre muchos otros incidentes vinculando la USAID a los servicios especiales norteamericanos, se encuentra el caso famoso del agente Dan Anthony Mitrione, instructor en técnicas de tortura, quién se apareció en Uruguay a finales de los 70, con credencial de la USAID , para adiestrar a policías en técnicas de interrogatorio.
Haciéndose el campeón de la lucha contra la corrupción, Transparency International no tiene tantos escrúpulos a la hora de aceptar fondos de procedencias dudosas.
En el curso de los años, TI se ha alimentado de cheques generosamente ofrecidos por organizaciones tales como la Fundación Ford, la Fundación Soros así como de distintas multinacionales –British Petroleum , Exxon, y Shell, entre otras, no precisamente reconocidas por su trabajo filantrópico.
TI fue creado hace años por Peter Eigen, un jurista alemán vinculado al Banco Mundial, a la propia Fundación Ford, a menudo calificada de fachada de la CIA y a la Carnegie Endowment for International Peace.
Tiene entre sus fundadores a Oscar Arias Sanchez, ex presidente de Costa Rica, cuyas orientaciones políticas son bien conocidas, y Robert MacLean Abaroa, un ex ministro del gobierno del dictador boliviano Hugo Banzer.