Hernán Cortés y otros hechos desconocidos sobre el canal de Panamá

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El manual de torturas a prisioneros que escandaliza a Gran Bretaña

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El diario The Guardian ha revelado esta semana el manual con instrucciones para interrogatorios que han estado siguiendo las tropas británicas destinadas en el extranjero. Los militares han estado recibiendo cursos para aprender a provocar el estado de ánimo apropiado para conseguir una confesión, a través de métodos que violan la convención de Ginebra 

Humillaciones, privación sensorial, agresiones, agotamiento, ansiedad y un perpetuo estado de temor inducido en los prisioneros son algunas de las prescripciones. Las convenciones internacionales sobre el trato a los prisioneros de guerra prohíben toda "coerción física o moral", especialmente cuando miran a obtener informaciones 

Este protocolo ha surgido a la luz a raíz de una investigación independiente sobre la muerte del recepcionista de un hotel de Basora, Baha Mousa, en 2003. Mousa fue detenido por tropas del Reino Unido, y murió durante su interrogatorio. Sus compañeros supervivientes denunciaron haber sido torturado.

Los primeros instantes muestran cómo se maneja a los prisioneros para desorientarlos y atemorizarlos. Se les cubre la cabeza con una asfixiante bolsa de plástico que les impide ver y se les ase las manos con bridas de plástico. El interrogador les grita y amenaza al oído, obligándoles rudamente a colocarse en posiciones incómodas, como en cuclillas.

Lo que vemos a continuación nos remite directamente a las imágenes del horror de la prisión de Abu Ghraib. Detenidos desnudados públicamente y obligados a fingir actos de sodomía. 

Otros son pisoteados y golpeados cuando están atrapados en una red. Uno de ellos se ha orinado encima, y vemos a un soldado restregándole la cara en el charco. 

A otro le obligan a mantenerse en equilibrio atado a las horquillas de una carretilla eléctrica.

Observamos un caso de práctica de asfixia posicional. El prisionero es tumbado boca a bajo, y el interrogador apoya las rodillas en su espalda y tira de la capucha hacia atrás. 

La sensación de ahogo debe de ser terriblemente angustiosa, análoga a la de la tortura del “submarino” o “waterboarding”, hecha tristemente célebre por el ejército estadounidense. 

La última escena retrata pura y llanamente la brutalidad sin objeto alguno ni justificación posible en nombre de estrategia alguna. Los soldados aporrean a detenidos con varas, mientras el cámara les jalea entre risotadas como un hooligan

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