Alberto Maldonado (especial para ARGENPRESS.info)...
Este momento, una marea humana se dirige al hospital de la Policía Nacional (en el centro occidente de Quito) a rescatar al Presidente Rafael Correa y llevarlo de regreso al Palacio de Gobierno (el Palacio de Carondelet) después de haber estado en una situación de secuestro, en manos de los principales actores de este fallido golpe de estado.
No hay que olvidar que el Presidente Correa fue operado por tercera ocasión en el hospital del Seguro Social Ecuatoriano y en tal virtud se encontraba imposibilitado de movilizarlo por sus propios medios.
Sin embargo, fue lo suficientemente temerario como para presentarse en el cuartel policial (el Regimiento Quito No 1) en donde había comenzado, como a las 08:00 de la mañana, el amotinamiento policial.
A partir de esa hora, el Ecuador entero fue escenario de sin fin de rumores, especulaciones, decires y transmisiones en vivo y en directo de radios y estaciones de televisión.
Todo lo cual daba la sensación de que el amotinamiento policial no fue sino la pantalla tras la cual comenzaron a actuar esas fuerzas derechistas (los pelucones) que desde hace tres años andan tras la persona de Correa y su Revolución Ciudadana.
El propio jefe de estado, en más de una ocasión, ha denunciado que estos sectores golpistas tratan de salir de este mandatario, por cualquier vía, incluido el asesinato, que, en poco tiempo, ha sido capaz de conducir 6 procesos electorales y de ganarlos todos, como nunca antes había ocurrido en este país suramericano.
El alzamiento policial de este día jueves no fue sino un pretexto.
La Asamblea Nacional (ex Congreso) había resuelto allanarse el día anterior, a un veto presidencial respecto de la nueva ley de Servicio Público; y en ese veto (un mecanismo absolutamente constitucional y legal, desde hace décadas) se eliminaban para militares y policías una serie de prebendas que recibían a título de ascensos, condecoraciones, cambios, etc.
Los sectores golpistas se aprovecharon de esta circunstancia para lograr la reacción violenta y sectorial contra esta aprobación legislativa, dándole un giro completamente falaz y diciéndoles que se había resuelto la supresión de una serie de derechos conquistados. Lo cierto fue que los mandos y la tropa policial, a primera hora, se declararon en una especie de inmovilización y recibieron al propio Presidente con abucheos y hasta con agresión física.
Por suerte, la guardia presidencial y algunos funcionarios que lo acompañaban lograron rescatarle y refugiarse en el propio hospital de la Policía, que está junto al regimiento policial, a fin de que puedan darle los primeros auxilios y ponerle a buen recaudo de los revoltosos.
Mientras, la actitud policial fue inmediatamente respaldada en algunas ciudades del país, especialmente Cuenca, Guayaquil, Manabí. Y el esquema conspirativo quedó al descubierto en el momento que “fuerzas populares”, especialmente de maestros, de burócratas y de estudiantes universitarios de derecha, comenzaron a salir a las calles demandando la sustitución de Correa por una “Junta Militar-Civil” a designarse (¿)
En esta historia adquirían “primer nivel” grupos que se identifican con la Unión Nacional de Educadores (UNE) la FEUE (Federación de Estudiantes Universitarios) y el MPD (Movimiento Popular Democrático) que hasta hace poco estaban con la “revolución ciudadana” pero que cambiaron hacia la derecha desde el instante mismo en que el Gobierno Correa trató de rescatar el magisterio nacional, las universidades, hasta hace un par de años en manos de este partido político que se identifica como “marxista leninista”
A ellos hay que agregar la dirigencia del movimiento indígena Pachakutec, que también quiso pescar prebendas a río revuelto, y que se ha ido a la derecha-derecha; y desde luego, sectores de la vieja política doméstica y de universitarios de la academia privada, a quienes la revolución ciudadana trata de obligarles a que, por lo menos, se orienten en el camino del desarrollo económico y social del país, y no como fuente de recursos económicos.
Pero bien, en esta tramoya, no faltaron algunos canales de televisión abiertamente opositores al régimen y estaciones radiales que se identifican desde hace rato con lo que el propio Correa les califica de la “peluconería mediática”.
Para el medio día, el panorama nacional comenzó a despejarse.
El jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (General de ejército Ernesto González) en cadena nacional de radio y televisión, desmintió que las Fuerzas Armadas estén participando de la asonada y proclamó que respetan el orden constituido y sus autoridades libremente elegidas por el pueblo y de acuerdo a normas constitucionales.
De Cuenca (la tercera ciudad del país) se presentó el propio jefe policial a desmentir que hay convulsión social y a decir que había tranquilidad y que las fuerzas policiales estaban cumpliendo con sus actividades normales.
Desde muchos países (Colombia, Venezuela, Cuba, México, Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Paraguay) comenzaron a llegar mensajes de sus jefes de estado denunciando el golpe de estado y exigiendo respeto al gobierno constitucional de Ecuador, no solo como tal sino en la persona del Jefe de Estado. Inclusive la OEA, tuvo pronunciamientos en ese sentido, no digamos UNASUR de la cual fue su presidente protempore precisamente Correa.
En horas de la tarde se había impuesto en todo el país, especialmente Quito, una “tranquilidad preocupante” ya que no terminaba de saberse el destino final del Presidente Correa, las manifestaciones populares en todo el país, la actitud de los conspiradores policiales y su destino final. Sin ser magos o adivinos, pero se puede prever que este intento de golpe de estado fue fallido y que seguramente se consolidará la institucionalidad en el país.
También había expectativa en torno a una sesión que estaba convocada para las 17:00 hs de Ecuador del pleno de la Asamblea Nacional ya que en horas de la mañana, la guardia legislativa (que también es policial) rodeó el edificio e impidió la entrada de todo asambleista, especialmente de los de Alianza País, que tuvieron que reunirse en otro local para rechazar el golpe de Estado.
Numerosos alcaldes y prefectos provinciales, dirigentes barriales y gremiales, inclusive legisladores de oposición, comenzaron a pronunciarse en contra del golpe de estado y de respeto a la constitucionalidad.
Seguiremos informando conforme vayan dándose los hechos concretos. Desde luego, en una situación como esta nadie puede asegurar a ciencia cierta que va a pasar en los minutos siguientes.
Pero presumimos que el golpe ha sido liquidado, que el Presidente Correa sigue en funciones y que los golpistas y los jefes policiales que estuvieron en este suceso, paguen por su actitud.