Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Nicaragua desaparecida: Richard Rorty choca con Serpico

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Toni Solo (TORTILLA CON SAL, especial para ARGENPRESS.info)

El 19 de julio de este año fue al 31 aniversario del triunfo de la Revolución Sandinista de 1979. También marcó tres años y medio de avances importantes y consistentes en Nicaragua, en la economía y en muchos aspectos sociales y culturales, además de progreso en las garantías de los derechos civiles y políticos en el país. (1) Sin embargo, todas estas mejoras para la población de Nicaragua se fueron silenciados por la cobertura mediática internacional.

Nicaragua un blanco de la crisis regional

A lo largo del espectro político, en consonancia con la propaganda falsa del Departamento de Estado de los Estados Unidos, los reportes sobre Nicaragua casi siempre critican de una manera agresiva al gobierno Sandinista. Se suprimen rutinariamente las opiniones que contradicen el consenso anti-FSLN. Ahora, un año después del golpe militar en Honduras, los demás países centroamericanos han reconocido el gobierno ilegítimo de Porfirio Lobo sin tomar en cuenta la opinión del gobierno de Nicaragua.

Además, los legisladores de Costa Rica han autorizado la militarización del país por permitir la presencia de 10,000 marines estadounidenses y el uso de las aguas territoriales y los puertos del país por más de 40 buques de guerra de la fuerza naval estadounidense. 
 
Los marines tendrán inmunidad por delitos cometidos en territorio costarricense. A la misma vez, el gobierno de Colombia ha empezado a asignar derechos de exploración por gas y petróleo en áreas del Atlántico disputadas por el Estado de Nicaragua y sujetas a un juicio de la Corte Internacional de la Justicia.

Todo este contexto de amenaza militar y diplomática es muy parecido al que el gobierno de Estados Unidos ha ido tejiendo contra el gobierno del Presidente Hugo Chávez en Venezuela. Pero en contraste a la cobertura – aunque sea sesgada y mínima - de las campañas del gobierno estadounidense contra Bolivia, Cuba y Venezuela en los medios corporativos y alternativos internacionales, el acorralamiento de Nicaragua casi no se ha mencionado.

Es como si Nicaragua hubiese desaparecido, excepto que cuando lo hace es ya irreconocible, maltratada como si fuese un trapo usado, para que quepa dentro del consenso propagandístico del Departamento de Estado en Washington y de una amplia gama de medios que apuntan contra los gobiernos progresistas en América Latina. Aquellos gobiernos - Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Ecuador y Venezuela – se han quitado de encima el estrangulador control político y económico de los Estados Unidos y de los países de la Unión Europea. 
 
Por ese motivo, el Presidente Barack Obama ha optado por una clara política de amenazas en América Central y el Caribe, de la misma manera que lo ha hecho en el Golfo Pérsico, en las fronteras con Rusia y en las costas de Corea del Norte.

Poder y complicidad

En proporción al declive relativo de su poder económico, las élites de Estados Unidos y sus aliados europeos y del Pacífico despliegan su poder militar de una manera cada vez más agresiva para asegurarse el dominio global. Para efectuar ese despliegue necesitan lavarle el cerebro y engañar a sus pueblos – como anteriormente lo hicieron sobre Iraq y Afganistán – para que acepten la masiva criminalidad que aquellos niveles de agresión militar implican. Para el Presidente Obama y sus mentirosos compinches, una alternativa satisfactoria a la categórica aprobación de su criminalidad sería la complicidad muda.

La capacidad espectacular del Presidente Obama para el hablar doble y el pensar doble, para el double-speak y el double-think orwellianos, continúa la larga sumisión intelectual y moral de los gobiernos estadounidenses a los intereses de las élites. De manera habitual, se disfraza aquella sumisión como lo-mejor-que-se-puede-hacer.
 
El manejo por el Presidente Obama del golpe militar en Honduras fue una excelente demostración de las habilidades timadoras de él y de Hillary Clinton. Intelectualmente, su concepto de la credibilidad está derivado de pragmatismo estadounidense de la misma manera que la credibilidad satinada de Tony Blair y su estafa, el New Labour, derivaba en gran parte del ballet mental y juego de palabras del posmodernismo.

Políticos como Tony Blair y el presidente Obama actúan como fachada de las corruptas élites comerciales, financieras, militares e industriales que ocupan el doble rasero de manera habitual. Estos políticos hablan de una guerra sobre el terror como si no fueran ellas y ellos que despiadadamente promueven el terror en todo el mundo. De ello dan fe incuestionable la promoción del terror contra Irán, la protección del superterrorista Luis Posada Carriles y el apoyo a los innumerables actos de terrorismo del gobierno israelí.

Estos políticos, para ahorrar unas decenas de miles de millones de dólares, dejan morir del hambre y de enfermedades evitables a la mayoría global empobrecida. Sin embargo, encuentran miles y miles de millones de dólares para rescatar su corrupto sector financiero y su “mercado libre”. 
 
Declaran una guerra contra la droga pero protegen narcogobiernos como los de Colombia y Afganistán y permiten a sus bancos lavar las narcoganancias. El reciente caso contra bancos estadounidenses por lavado de dinero del narcotráfico (2) aclaró más todavía la dependencia significativa de los mercados financieros internacionales de las actividades criminales como el narcotráfico, entre otras.
La criminalidad es una característica fija del sector financiero global. En un juicio reciente Goldman Sachs fue multado con mas de US$500 millones por haber vendido un producto financiero de manera fraudulenta. Fue solo el último capítulo en la historia de muchos casos similares reveladores de la criminalidad de Wall Street. 
 
La crisis crónica de la valoración de títulos y de la deuda ha hecho de las balanzas generales de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo unas cuentos de hadas de los Hermanos Grimm. Aquella crisis refleja la crisis moral e intelectual del capitalismo de mercado corporativo y de sus medios de comunicación.

El escepticismo liberal como coartada

Los fraudes sin par como el presidente Obama y Tony Blair justifican su maldad basándose en la arrogancia histórica de que sus sociedades son la cumbre del desarrollo humano. Su concepto de la “misión civilizadora” de Occidente como pretexto para sus crímenes contra los pueblos del mundo es casi igual al de sus próceres coloniales genocidas como Teodoro Roosevelt o Lord Curzon. 
 
Incrustada en la mentalidad colonial de sus herederos contemporáneos está la jerga ideológica del posmodernismo y del pragmatismo de que, de una manera u otra, la realidad se fabrica – al diablo con el “respeto decente para las opiniones de la humanidad” que predicaban los padres de la patria estadounidense. 
 
Igualmente convencido de que la sociedad contemporánea de los Estados Unidos encarna lo mejor que la humanidad ha logrado hasta la presente, el muy influyente escritor Richard Rorty aboga de un forma muy elegante y elocuente por los méritos de las tradiciones del pragmatismo estadounidense y del posmodernismo europeo. Su manera de abordar varias cuestiones se comunica bien durante una discusión en vídeo con el filósofo analítico Donald Davidson. (2) 
 
Durante la discusión, Rorty observa casualmente que, cuando está en Europa tiende a defender las posiciones de los filósofos pragmatistas, mientras que cuando está en Estados Unidos, tiende a defender las de los filósofos del posmodernismo europeo.

Si uno va busca el origen de la capacidad de metamorfosis constante del piel-negro-máscara-blanca Presidente Obama, la variedad del pensamiento abogada por intelectuales eminentes como Richard Rorty podría ser un buen punto de partida. El escepticismo chulo y el alto valor asignado a la redescripción irónica se convierten en excelentes vehículos de escape intelectual. 
 
El esfuerzo para evitar el relativismo moral por medio de llamados a la solidaridad y a abstenerse de cometer crueldades aparecen como una ocurrencia tardía, poco convincente e imposible de imponer en la realidad.

De todas maneras, la proliferación de las variedades de la solidaridad y de la crueldad impulsan la discusión hacia abajo, hasta caer entre las notas al pie de la desintegración del humanismo liberal occidental como coartada de la hipocresía y sadismo de su expresión práctica en el imperialismo. 
 
Existe una correspondencia irónica entre la admiración fiel de Richard Rorty por los Estados Unidos y la admiración de Hegel a Prusia. Desde la época de la esclavitud y los genocidios de los pueblos indígenas, Estados Unidos, Canadá y sus aliados europeos y del Pacífico siempre han dependido de su poder militar y económico para conseguir lo que necesitan de los países y pueblos más débiles, pero ricos en recursos, para mantener su existencia privilegiada.
De nuevo Nicaragua

La historia de la resistencia de Nicaragua a aquel dominio e injerencia extranjera sigue ahora con el segundo gobierno revolucionario sandinista. Ese es el motivo del disgusto del gobierno estadounidense con el gobierno del Presidente Daniel Ortega. Las próximas elecciones están programadas para noviembre del 2011. Actualmente, todas las encuestas apuntan hacia una victoria sandinista con la reelección de Daniel Ortega aún si las diversas fracciones de la oposición nicaragüense logran unirse en una sola fuerza electoral.

En ese contexto, la oposición nicaragüense tiene sólo dos opciones para vencer al FSLN en esa elección presidencial de 2011. Una opción – que se ha puesto en la practica desde 2007 – es intentar arrastrar el país hacia un caos institucional que haga imposible llevar a cabo las elecciones y exigir por fuerza algún arreglo no electoral más favorable a la oposición. La otra opción es la de crear un clima de miedo de que un voto por el FSLN pudiese implicar una guerra – ya sea una guerra civil, una guerra con los vecinos, con Colombia o hasta una agresión directa de los Estados Unidos. 
 
Las dos opciones se respaldan muy bien con la militarización de la región lograda por el golpe militar en Honduras y el despliegue en Costa Rica durante los meses que vienen de miles de marines y decenas de buques de guerra por los Estados Unidos.

El preámbulo del escenario - todavía a definirse bien por el Departamento del Estado, por el Pentágono y el Comando Sur junto con sus aliados locales en la región - fue el escándalo hecho a la medida sobre el fraude electoral imaginario en las elecciones municipales de noviembre 2008. La secuela y seguimiento a aquel escándalo falsamente fabricado por la oposición nicaragüense y sus amos extranjeros ha sido una campaña insistente y constante de calumnias contra el poder electoral en Nicaragua. 
 
Los partidos de la oposición también han explotado ese pretexto, conveniente para excusar su falta de apoyo popular, para montar la absurda acusación que Daniel Ortega es un dictador peor que el sangriento tirano Anastasio Somoza.

Los políticos de derecha y sus aliados entre las organizaciones no gubernamentales leen del guión preparado por sus patrones en el Departamento de Estado. La mayoría de la oposición en Nicaragua, la no apoyó el golpe de Estado en Honduras, al final acabó aprobando su resultado. Descaradamente se auto-designan como la “oposición democrática” y de la manera más ridícula, rutinariamente llaman al gobierno del FSLN una “dictadura”.

Dentro de Nicaragua, solo la cúpula de la oposición burladora y estafadora del pueblo sostiene aquella fantasía propagandística incoherente. Los hechos concretos de la vida diaria constantemente lo contradicen. Sin embargo, afuera de Nicaragua, la grotesca ridiculez de aquella retórica se pierde porque los medios corporativos y gran parte de lo que pasa por los medios progresistas hacen eco de aquel guión elaborado por el Departamento de Estado. Los narcisistas del la izquierda neocolonial ya han mostrado que están más que contentos de apoyar la propaganda falsa del gobierno estadounidense y sus aliados europeos.

Es imposible negar los logros sumamente positivos del programa de gobierno del FSLN en Nicaragua. Esos logros contradicen rotunda y categóricamente las declaraciones en lengua Obama de los diplomáticos estadounidenses y las falsedades sin sentido de medios desesperadamente propagandísticos como el Wall Street Journal. En Nicaragua, las encuestas demuestran que los portavoces opositores preferidos de los medios anti-sandinistas - Edmundo Jarquín, Dora María Téllez, Mónica Baltodano – no tienen ningún apoyo. Sus partidos y movimientos no alcanzan ni el 2% de apoyo a nivel nacional.

Hace poco, dos de los empresarios más importantes en Nicaragua condenaron a la oposición por no tener un programa económico de desarrollo del país y por depender de la manera más infructuosa de una campaña de miedo que no convence a nadie. Esos líderes de los sectores industriales, comerciales, financieros y agropecuarias quieren la estabilidad que les ha traído el gobierno sandinista. El gobierno ha priorizado la producción doméstica junto con la satisfacción de las necesidades sociales de la población.

Aunque no todos tragan reconocerlo, la totalidad de la sociedad nicaragüense se ha beneficiado de los logros y éxitos del gobierno del Presidente Daniel Ortega en todos los aspectos de la vida nacional. Entonces, para que la oposición nicaragüense tenga alguna posibilidad viable de ganar las elecciones de 2011, su mejor opción es buscar cómo crear un clima de miedo que cancele el creciente sentido de bienestar generado por las políticas exitosas del gobierno sandinista. Esta quizás sea la consideración clave en los cálculos de la militarización de Costa Rica por el gobierno del Presidente Barack Obama.

El efecto Serpico

El éxito decidido del gobierno sandinista ha creado las condiciones que subrayan el fracaso del sistema ideológico de sus enemigos. En comparación, los gobiernos de Estados Unidos y de Europa parecen incompetentes, deshonestos y fuera de contacto con sus poblaciones. El presidente Ortega y su equipo ministerial han intentado hacer las cosas correctamente y han tenido éxito. En menos de cuatro años han transformado radicalmente la capacidad productiva de Nicaragua en un proceso que ha involucrado iniciar avances sociales revolucionarias de una manera sostenible.

Pero, fuera del bloque de los países del ALBA, el contexto regional e internacional en que están trabajando es corrupto, de bajos logros, de extorsión y sobornos, de fracasos ideológicos y una cobarde deshonestidad sobre los mismos. El presidente Ortega y sus colegas de los gobiernos del ALBA se encuentran en una situación parecida a la del policía honesto neoyorquino Frank Serpico. Intentan hacer lo que deben de hacer en un ambiente completamente corrupto.

Lo que le pasó a Serpico no fue que sus colegas policías criminales lo matasen. Lo que hicieron los colegas corruptos de Serpico fue exponerlo a situaciones de alto riesgo y dejarlo sin respaldo para que los malos lo mataran. Esa es exactamente la actitud de los gobiernos de Mauricio Funes en El Salvador o de Álvaro Colom en Guatemala. 
 
De igual manera, la mayoría de la opinión progresista norteamericana y europea simpatiza más con los antiguos dirigentes sandinistas que se salieron del FSLN y ahora trabajan con la derecha nicaragüense y con el gobierno de Estados Unidos y sus aliados.

Aquellas clases y movimientos progresistas sin duda conocen los logros del gobierno sandinista en Nicaragua pero por sus propios motivos – autopreservación, solidaridad de clase, intereses económicos – fingen ser mudos. Ellos pierden más de lo que ganarían si abiertamente apoyasen al gobierno sandinista del presidente Daniel Ortega contra las fuerzas que quieren destruirlo. 
 
Prefieren redescribir irónicamente al estilo rortiano el envío de un Ortega-Serpico a la ambulancia de la historia que decir la verdad sobre como, miserablemente, no le dieron el respaldo que merecía.
Queda poco más de un año antes de la elecciones presidenciales en Nicaragua. Si ocurren tal y como se han programado, los hechos por venir entre Colombia y Venezuela bien habrían podido crear un clima de extremo miedo en la región favorable a la oposición nica-estadounidense. Si, como Fidel Castro y otros observadores temen, una crisis estalla en Irán o en Corea, las secuelas podría incluir hasta alguna variedad de agresión militar estadounidense contra Nicaragua. 
 
Las personas que son genuinamente solidarias con la mayorías centroamericanas ya están trabajando horas extras para defender el progreso regional que el ALBA y el gobierno del FSLN en Nicaragua han hecho posible.

Notas:
3) Richard Rorty en conversación con Donald Davidson

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