Pablo Gonzalez

El anillo papal o anillo del pescador valorado por alrededor de unos 5 millones de euros







Han pasado ya algunos meses desde que salí de la patria que tanto amo y amamos muchos para velar por ella desde afuera, y después de duros golpes (algunos bajos y dolorosos y otros bien atajados) la sangre se estabiliza junto con la razón y la cordura.

Lo que a diario vemos en los medios de comunicación sobre lo que pasa en nuestra patria no es más que una completa y absurda farsa de cómo se maneja la revolución bolivariana, ya que este ha sido el ÚNICO gobierno en Venezuela y quizás en casi todo el mundo que realmente ha velado por el bienestar y la seguridad del pueblo soberano.

Hoy, cuando me encuentro en el medio de una sociedad mucho más conservadora y mas católica de la que estoy acostumbrado, y luego de algunas conversaciones con personas que si bien no son sabios pero si son personas bien leídas y estudiadas, me doy cuenta con mayor precisión de la que ya tenía, que la religión no es más que un arma letal y profundamente poderosa de dominación, donde se aprovechan de las debilidades de la gente y juegan con la fe del pueblo.

Y vayan estas letras a lo que pasa en Venezuela, mi patria. Cuando un cardenal, abusando del poder que le han conferido sus feligreses se aprovecha de la “Santa Iglesia” para soltar excrementos en contra de una patria y un pueblo soberano, sin ver que sus jefes, en el vaticano, están ensartados hasta la corona o mejor dicho hasta el anillo papal.

Les comento: hace unos días conversaba con una persona muy querida acerca de las religiones y como estás influían en los pueblos recordando las razones por las cuales dejé de creer en la Santa Iglesia, y no fue más que por haberme dado cuenta de cientos de cosas que son tapadas a diario por la Santa Sede y por los mismos medios de comunicación, ya que si se conocen, destrozarían el poder que tienen sobre los más desposeídos.

Entre estas razones, comento que


un sacerdote italiano radicado en Caracas desde hace ya bastantes años y que dirige o dirigía una iglesia en algún buen sector del este de la capital, tenia amores con una de esas señoras bien peinadas y con bastante dinero que suelen ir a la iglesia a darse golpes de pecho y donar la ropa mugrienta, rota y gastada que no usan desde hace mas de 30 años pensando, que con esa acción de “Caridad” se lavarán todos los pecados cometidos en el purgatorio y subirán al cielo para estar a la diestra de Dios Padre Todopoderoso.



Cuantas patrañas he de haber visto en mi infancia y adolescencia, cuantas mentiras nos han inculcado durante cientos de años, diciéndonos que no observes a la mujer del prójimo, que no robes, que no hagas esto y no hagas lo otro, cuando son los propios sacerdotes quienes incurren en estos gravísimos actos de osadía, y no por juzgar la sexualidad de nadie,


muchos de ellos practican la homosexualidad y de formas además inconcebibles, incluso para las sociedades expresamente rebeldes, sino recordemos cómo fue que murió el sacerdote Jorge Piñango, subsecretario de la Conferencia Episcopal Venezolana el 25 de abril de 2006 en las instalaciones del Hotel Bruno (calle de los hoteles en Caracas) cuando practicaba el sadomasoquismo con su pareja (también homosexual), o el padre Pedro Daniel Orellana Hidalgo el 7 de enero de 2008 quien se desempeñó como administrativo de la Universidad Católica Santa Rosa de Lima
y jefe de la Arquidiócesis de Cumaná y del que se presume fue su pareja homosexual un estudiante de la Universidad Nacional Experimental de las Fuerzas Armadas Bolivarianas (universidad donde también trabajaba el presbítero) quien lo estrangulara en la práctica del sadomasoquismo y un ataque de celos incontenibles.

Y así como estas cosas que he visto, podría contar miles más, pero el tiempo ni las hojas alcanzarían para materializar tal texto.

Con estas palabras no quiero colocar en duda la fe de las personas, ni mucho menos quiero juzgar a aquellos que creen y “militan” en alguna religión, sin embargo en lo que sí quiero ser muy enfático es que absolutamente ningún sacerdote, cardenal ni miembro de ninguna iglesia, religión, secta o grupo tiene derecho a aprovecharse del pueblo inocente y mucho menos a emitir comentarios que no le corresponden, ya que no gozan de la moral correspondiente para juzgar, además, el trabajo para el cual están asignados no les da potestad para calificar ni emitir comentario y mucho menos políticos.

Señores representantes de todos los niveles de la iglesia católica venezolana:ABTENGANSE de emitir comentarios que vayan más allá de promover la fe y llevar la palabra de dios plasmada en una biblia a la gente que lo necesita, lo quiere y cree.


No son ustedes personas elegidas por el “Supremo” para meterse en lo que no les compete, de lo contrario, cuelguen la sotana así como hacen para practicar sus aberraciones sexuales, morales y legales e inscríbanse en un partido político para que tengan una franca libertad de participación.

Si tanto quieren ayudar a los pueblos pobres del mundo, díganle a su jefe el


Benedicto XVI que venda la mitad de las obras de arte del museo que tiene el vaticano en Roma, ya que con eso sería suficiente para exterminar el hambre del planeta, si no, que subaste el anillo papal o anillo del pescador que está por alrededor de unos 5 millones de euros o lo que es igual a unos 6,4 millones de dólares;
dejen de darse golpes de pecho, dejen de vivir en medio de grandes lujos y riquezas, de andar tomando vino y comiendo ostias mientras
delante del pueblo juntan sus manos para orar y al voltearse se abren las sotanas como carpa de circo para gozar de las lujurias terrenales de las que tanto hablan.

Por eduardofebrescordero@gmail.com

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