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¿Incidente como pretexto de guerra? El hundimiento de la corbeta sudcoreana en el Mar Amarillo

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¿Se falsificó la evidencia?


Global Research

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Seúl ha dado a conocer los resultados de la investigación de la corbeta Cheonan en el Mar Amarillo el 26 de marzo. Según el informe confeccionado por una comisión de militares surcoreanos y expertos anónimos de EE.UU., Canadá, Gran Bretaña, y Suecia, Cheonan se hundió como resultado de una explosión submarina externa causada por un torpedo hecho en la DPRK [siglas en inglés de República Democrática Popular de Corea]. La evidencia apunta abrumadoramente a la conclusión de que el torpedo fue lanzado por un submarino norcoreano. 
 
La responsabilidad por declarar que la conclusión apunta “abrumadoramente” pertenece por completo a los autores del documento.

La parte clave de la evidencia citada es un fragmento del propulsor de un torpedo –recuperado de alguna manera en la fase final de la investigación– con una marca que dice “Nº 1” y que sería compatible con un torpedo norcoreano encontrado hace 7 años en el Mar Amarillo. Considerando que la explosión fue supuestamente causada por un torpedo con una carga explosiva neta de 250 kilos, los investigadores deben haber sido extraordinariamente afortunados al encontrar el fragmento adecuado con la marca que implicaba a Corea del Norte. La simple marca “Nº 1”, que es la única indicación del país de origen del torpedo, podría posiblemente encontrarse de la misma manera en un torpedo surcoreano. 

La comisión produce nuevos hechos y detalles que evidentemente pretenden hacer estallar la imaginación. Según se informa, varios mini-submarinos y un buque madre norcoreanos partieron de la base naval no especificada del país en el Mar Amarillo entre 2 y 3 días antes del incidente, dirigiéndose a un destino desconocido, y volvieron 2 ó 3 días después del incidente. Aunque los submarinos hubieran tenido que maniobrar en una zona fuertemente monitoreada cerca de la frontera marítima entre las Coreas, sus rutas no habían sido rastreadas ya que lograron evadir los radares. 

La versión contradice la afirmación previa de EE.UU. de que el reconocimiento satelital y acústico no mostraba señales de presencia de algún barco o submarino norcoreano en la región del naufragio de la Cheonan. 

Las consecuencias indirectas de la versión presentada por el informe comenzaron inmediatamente después de su aparición, y existe la impresión clara de que los eventos siguen un plan a priori. La Casa Blanca apoyó las conclusiones de la comisión que implican a la DPRK y condenó “el acto de agresión” en una declaración hecha, casi sincronizada con el informe. Incluso antes, el presidente de EE.UU., B. Obama, habló por teléfono con el presidente de la República de Corea, Lee Myung-bak, y decidió que todos los contactos con Corea del Norte debían suspenderse hasta que quedara en claro lo que causó la tragedia y quién perpetró el ataque. Japón, el país que propugna más presión sobre Corea del Norte y su aislamiento internacional como una actitud universal, también expresó su pleno apoyo a Seúl sin evaluar de alguna manera los datos recolectados por la investigación. 

En Corea del Sur la campaña fue dirigida por el presidente Lee Myung-bak quien instruyó a las fuerzas armadas para que emprendieran decididas contramedidas contra Corea del Norte para imposibilitar nuevas “provocaciones”. Los círculos políticos, y aún más los militares, murmuran que alguna forma de represalia podría ser factible, incluso actos militares puntuales. 

El conjunto de ideas fue expresado por el ministro surcoreano de defensa nacional Kim Tae-Young quien dijo que Corea del Norte debe pagar el precio íntegro por lo que había hecho. Los centros de control de crisis que estudian la condición de la seguridad nacional, la preparación de las instituciones estatales para encarar una situación de emergencia, etc., se multiplican como hongos en Seúl, y existe un sentimiento general de estar sentados sobre un barril de dinamita a punto de estallar. 

Sin embargo, Seúl es consciente de las consecuencias potenciales de una ofensiva militar contra Corea del Norte para toda la península coreana y claramente la ve como una opción de último recurso.

La solución ideal desde la perspectiva de Seúl es aún más presión diplomática sobre Pyongyang, preferentemente con la bendición del Consejo de Seguridad de la ONU. 

Para poner en práctica el plan, Corea necesita el apoyo de los países que tienen papeles cruciales en la región, sobre todo de los participantes en las conversaciones de seis partes, y de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Ya que la posición de Occidente es totalmente cooperativa, la actual prioridad de Seúl es convencer a Rusia y China para que accedan a un “castigo” de Pyongyang. 

El 21 de mayo el ministro de Exteriores de Rusia S. Lavrov habló por teléfono con su homólogo surcoreano Yu Myung-hwan. Este último reiteró que la evidencia obtenida por la investigación apuntaba a Pyongyang, pero la respuesta del primero –como muestra el informe oficial publicado por el ministro de exteriores ruso– fue diplomáticamente cautelosa. 

Lavrov dijo que Moscú estudiará cuidadosamente los materiales pertinentes, tanto los de Corea del Sur como “de otras fuentes”. Por lo tanto dejó claro que Moscú tiene reservas sobre la versión surcoreana del incidente y considera que es necesaria más verificación. 

Lavrov también instó a que ambas partes del conflicto mostraran circunspección para impedir una escalada en la península coreana. Es exactamente el tipo responsable de conducta requerido bajo las actuales circunstancias, y esperemos que la posición de Moscú no se cambie. 

La posición de China al respecto es en general la misma. El portavoz de su ministerio de Exteriores describió el hundimiento de la Cheonan como un trágico incidente y opinó que la prioridad del manejo de la situación debe ser mantener la paz y la estabilidad en la península coreana y en todo el Noreste Asiático. Pekín llama a la calma y la circunspección hasta que se vea lo que sucedió exactamente. 

Extraoficialmente, China critica la evidencia a disposición de Corea del Sur como poco convincente, poco uniforme y contradictoria y dice que va a evaluar la situación de modo independiente. 

Tres documentos importantes de Corea del Norte que rechazan su conexión con el incidente –declaraciones de la comisión nacional de defensa, del ministerio de Exteriores y del comité por la reunificación pacífica de Corea– aparecieron en el país durante los últimos días. 

Según las declaraciones, la evidencia fue falsificada y la DPRK está dispuesta a enviar sus inspectores para evaluarla. Pyongyang dirige una enérgica crítica contra la campaña en relación con el hundimiento de la Cheonan, calificando la actual situación de “una fase de la guerra” con todas las consecuencias resultantes. Debido a esas condiciones, Corea del Norte promete movilizar sus recursos para proteger la soberanía nacional y responder con una guerra generalizada y el uso ilimitado de fuerza en caso que Corea del Sur se decida a favor de “represalias”. Sin duda no se trata sólo de palabras. 

La oferta de Pyongyang de delegar representantes para estudiar la “evidencia” de Corea del Sur es una iniciativa oportuna y racional. Esta forma de cooperación debería mantener a flote el diálogo entre las Coreas durante la crisis, y si las dos partes enfocan el problema honestamente, ayudará a desactivar el conflicto. Mucho depende de cómo reaccione Seúl ante la propuesta pero, lamentablemente, los primeros informes parecen indicar que la dirigencia de Corea del Sur busca, usando diversos pretextos, eludir el tema. 

El aislamiento de Pyongyang por Corea del Sur disminuiría aún más la credibilidad de la evidencia.
(Continuará) 

Alexander Vorontsov, jefe del Departamento de Corea y Mongolia, Instituto de Estudios Orientales, de la Academia de Ciencias rusa.
Oleg Revenko, Analista Político
Strategic Culture Foundation

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