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Conflicto entre las dos Coreas y el tema central

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Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)

La tensión entre Corea del Sur y Corea del Norte aumenta debido al hundimiento de un barco de guerra de Corea del Sur por medio de un torpedo supuestamente lanzado desde un submarino de Corea del Norte. Una investigación está en curso mientras Estados Unidos desplaza su flota de portaviones en la zona enviando una concreta señal de que Corea del Norte sería atacada, de repetirse un incidente similar.

La secretaria de estado de Estados Unidos Hillary Clinton mientras viajaba a Beijing ha manifestado que “el apoyo de Estados Unidos a Corea del Sur es inequívoco”, según The New York Times del 25 de mayo. China a su vez, el primer sostén de Corea del Norte, no ha reconocido que el barco de Corea del Sur haya sido atacado por un torpedo norcoreano.

Ambas Coreas permanecen divididas desde una conflagración brutal finalizada en 1953 y que dejó varios millones de muertos e incalculables pérdidas, constituyendo el ápice de la Guerra Fría inaugurada en 1947 hasta la guerra de Vietnam. Con todo, la herida abierta en Occidente después de esa guerra no fue la división de la península de Corea, sino haber perdido a China definitivamente.

El barco de guerra norcoreano se encontraba en funciones de vigilancia del tráfico de armas y material nuclear que supuestamente efectúa Corea del Norte por la vía marítima.

El incidente donde perdieron la vida 46 marinos surcoreanos ha dejado a Corea del Norte al borde de nuevas sanciones que podrían ser adoptadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Tanto Estados Unidos como la ONU a través del Secretario General, el surcoreano Ban Ki Moon, están calibrando en forma cautelosa una respuesta que signifique una llamada de atención enérgica a Corea del Norte, considerando las sanciones así como la vía diplomática.

¿Qué hay detrás del hundimiento del barco de guerra de Corea del Sur?

En apariencia es el supuesto tráfico de armas y material nuclear que Corea del Norte efectúa a través de su flota marítima. Este tráfico no ha sido bien controlado por Corea del Sur, mientras Estados Unidos hace escalar la guerra internacional contra el terrorismo y ha detectado fallas en el sistema de vigilancia en la zona para bloquear el intercambio de material nuclear que supuestamente lleva a cabo Corea del Norte con otras naciones.

Tanto Irán como Corea del Norte mantienen vínculos de intercambio nuclear que no han sido completamente comprobados por los organismos internacionales de control. Estados Unidos ha sostenido vehementemente desde la administración Bush que con Corea del Norte e Irán se ha formado un “eje del mal” de nuevo poderío nuclear que estaría alimentando redes terroristas.

China por su parte mantiene estrechas relaciones con ambas naciones de poderío nuclear ascendente. En la mirada larga, este incidente responde al objetivo de Estados Unidos y la alianza occidental para que China cese de apoyar a Irán y Corea del Norte.

Este conflicto y el tipo de negociación instalado, expresa una vez más que China se ha convertido en un actor clave para los equilibrios de poder en las relaciones internacionales, con un peso similar al de la ex Unión Soviética. Esta vez, sin la capacidad bélica nuclear que exhibía la gigantesca nación socialista, aunque con un poderío económico significativamente mayor.

En una era de agudas crisis económicas que se suceden década tras década, el peso económico chino a nivel mundial tiene mayor relevancia que la abundancia de ojivas nucleares que ostentaba el anterior poder soviético.

Más aún se ha visto a Rusia haciendo overturas políticas para pactar con la alianza occidental las sanciones que permitan desplomar el régimen islámico en Irán.

La lectura de las decisiones que inciden en las acciones internacionales de los países se hace cada vez más compleja. Lo que parece ser no es, y por general cuando una cuestión emerge como crítica entre los países o una región, por lo general el tema real y más profundo es otro. Gran parte de esta complejidad responde al hecho de que los Estados y sus políticas no han reconstituido su rol de gobernar distendidos de la presión que significó operar bajo una cultura de Guerra Fría cuyo eje es la supremacía a toda costa.

Los efectos reales de esta peculiar forma de competir por la supremacía no se han evaluado en toda su dimensión y una buena parte de políticos, académicos y comunicadores simplemente decretaron el fin de la Guerra Fría como si fuera un instrumento manipulable y no una cultura impregnada en el “hacer Estado”. Las relaciones internacionales principalmente han sido objeto de está distorsión, y a pesar de la aparente caída del sistema bipolar representado por la disputa entre la Ex URSS y los Estados Unidos, la estructura de Guerra Fría –estructura como una cultura- no se ha erradicado.

El conflicto entre las dos Coreas, no es más que eso: un regreso franco y directo de la política de la supremacía de un poder por sobre el otro. Estados Unidos y China, ambas naciones centrales en este conflicto, así como las alianzas que representan abiertamente o bajo cuerda, deberían definitivamente acercarse a una postura que les permita definir equilibrios de poder, aunque tengan que ceder frente a las necesidades de naciones emergentes, y el tema central que se evita debatir a toda costa: los equilibrios de poder apuntando hacia la eliminación del arsenal nuclear en el globo.

Foto: Corea del Sur - La proa del buque de guerra surcoreano Cheonan hundido en aguas del Mar Amarillo es levantada por una enorme grúa flotante instalada frente a la isla Baekryeongdo, cerca de la frontera marítima con la República Popular Democrática de Corea (RPDC). / Autor: XINHUA

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