La semana pasada les adelantamos una noticia que iba a dar que hablar, un nuevo fósil que se decía era intermedio entre Australopitecos y Homo habilis.
Se lo conoció brevemente como homínido de Malapa, pero ahora ya tenemos un nombre: Australopithecus sediba, el nombre de especie significa arroyo natural en sesotho.
Fue dado a conocer hoy en Science, y viene a echar mucha luz y nuevas incógnitas sobre el origen del género humano.
El Australopithecus sediba fue descubierto en agosto de 2008 en la cueva de Malapa, una cueva de piedra caliza, ubicada apenas a 15 kilómetros del sistema de cuevas de Sterkfontein, cerca de Johannesburgo, Sudáfrica. Según sus descubridores podría ser un ancestro directo del género humano.
Este nuevo homínido está representado por dos individuos bastante completos, un varón juvenil, y una mujer adulta. Pero aparte de estos dos especímenes, se descubrieron dos individuos más de de A. sediba, un infante y otra mujer adulta, pero todavía no han sido publicados.
La mujer se identificó gracias a la forma de su mandíbula y de la cadera, y un análisis de los dientes se pudo calcular la edad entre 20 y 30 años, al momento de su muerte. El varón tendría unos 12 años. Lo más probable es que fuesen conocidos e incluso parientes, ya que el momento de su muerte se calcula entre horas y semanas de diferencia.
Tenían brazos más largos que los de un humano actual, pero con rostro más parecido al humano que al de los Australopitecos. Medían más o menos un metro veinte de altura, y la mujer habrá pesado unos 33 kilos, mientras que el joven unos 27. El cerebro del joven medía entre 420 y 450 centímetros cúbicos (el de un humano actual promedia entre los 1200 y 1600).
Según el descubridor Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand, los fósiles tienen una mezcla de características, con algunas más parecidas a australopitecos, o sea más simiescas, y otras más cerca del género humano.
El cerebro, por ejemplo “pareciera ser más avanzado que el de los australopitecos”, dice Berger. Tiene características que “tienden a atribuirlo a los primeros miembros del género Homo”.
También el rostro acerca al Australopithecus sediba hacia el género humano, ya que tiene dientes pequeños y una nariz proyectada. Al mismo tiempo tiene brazos muy largos, tanto como los de un orangután actual, similar a los de otros australopitecos.
Otra característica más arbórea son sus dedos, que están curvados, una adaptación a trepar. Pero a la vez son cortos los dedos, como en los humanos.
Las piernas son largas, y los tobillos parecen ser intermedios entre los primeros homínidos y los humanos modernos. La cadera y pelvis se acerca más a la estructura del Homo erectus, según Berger y colegas. Todo esto indica que A. sediba podría caminar de forma erecta y con zancadas, una forma más eficiente de caminar y correr.
No hay un dimorfismo marcado, o sea hembra y macho son similares en tamaño, y su forma física es idéntica, lo que también lo acerca a la familia humana, y lo aleja de los australopitecos.
Esto también podría indicar, según los autores del estudio, que tenia un comportamiento socia en el cual no hay necesariamente un macho que domina sobre un harem, y donde son más cooperativos los machos, en vez de luchar entre sí por las hembras.
Fueron datados por una combinación de técnicas que dan una datación aproximada de 2 millones de años. Un método radiométrico conocido como Uranio-Plomo arrojó unas fechas entre 2,024 y 2,026 millones de años del estrato inmediatamente inferior al de los fósiles. Otro paleomagnético del mismo estrato de los fósiles sugiere que tendría una antigüedad de entre 1,95 y 1,78 millones de años.
¿Homo o Australopithecus?
No sólo las características lo ubican muy cerca tanto de australopitecos como de los primeros humanos, sino también la fecha en que vivieron, ya que los fósiles más antiguos de Homo habilis, por ahora el primero de nuestro género, tienen unos 2,3 millones de años. Lo que podría indicar, según los autores, que es un ancestro inmediato del género humano.
El A. sediba podría mediar en la controversia que se venía dando en paleoantropología sobre el origen del género Homo. Algunos decían que podría tener su cuna en Asia, por el fósil Homo georgicus, que tiene 1,8 millones de años y fue descubierto en el Cáucaso. Pero el sediba llevaría nuevamente el origen de los humanos a África, y más específicamente a Sudáfrica.
Cabe una aclaración: NO es un eslabón perdido. Es tan sólo un fósil más. La evolución no puede representarse como una cadena, y cada especie como un eslabón. Si así fuese cada nueva especie que se descubra, sea la que sea, tendría derecho a ser llamada el eslabón perdido. Pero la evolución sería más práctico imaginarla como un árbol o un arbuso, y cada especie como una rama.
Según opinan los descubridores, podría ser descendiente de Australopithecus africanus, el cual vivió entre 2 y 3 millones de años atrás, y que hasta la fecha se creía el ancestro más directo y reciente del género Homo del que formamos parte. El A. sediba se aleja del Australopithecus afarensis y de otros australopitecos.
Ambiente en el que vivían
Según cuentan quienes estudiaron al fósil y la cueva en la que fueron descubiertos, vivían en un ambiente muy similar al que se ve hoy en día en la zona. Planicies con valles boscosos.
Se cree que los dos individuos de A. sediba murieron al mismo tiempo, tal vez cayendo a la cueva, que antes tenía una entrada vertical. Y fueron sepultados poco después por una pequeña inundación que los cubrió de sedimentos. Razón por la cual hoy en día podemos estudiarlos, sino seguramente habrían desaparecido por completo, y no se habrían fosilizado.
Junto a los australopitecos, se descubrieron otras 25 especies animales, incluyendo hienas, perros salvajes, tigre dientes de sable, gatos salvajes, caballos, antílopes, conejos, etc.
Todos los fósiles fueron preservados en una sustancia parecida al concreto, un sedimento muy duro, y difícil de trabajar para los paleontólogos.
Un dato anecdótico es que Berger y colegas usaron Google Earth para descubrir el sistema de cuevas en el que podría haber fósiles interesantes, y fue luego el hijo de Berger Matthew, apenas un niño, quien dio con el A. sediba.