
Sergio Simpson
La clase política de Nicaragua no progresa mentalmente, no concibe negociaciones para beneficio de la sociedad, sino fundamentalmente para mantener o aumentar cuotas de poder que garanticen continuar enriqueciéndose por influencias en el Estado y ampararse con inmunidad e impunidad.
¿Quién les puede creer a los políticos que dicen desear reelegirse o ser electos en el alto cargo para servirle a su pueblo?, ni ellos mismos, lo expresan por desvergüenza, pero su mente ambiciosa piensa en los miles de dólares que significa y los gustazos de la buena vida, en la cumbre “del éxito” a costa de la miseria de la mayoría de este pueblo.
Tampoco mucha gente les cree, sin embargo predomina la doble moral, es el oportunismo de estar cerca del poderoso político para buscar agarrar, “algún hueso”, una dádiva, una gestión, una carta de recomendación, una comidita y unos traguitos en el “convivio”, es el placer del cortesano sentirse importante porque tiene un líder que lo conoce.
Recuerdo a uno, cuyo nombre no vale escribir, porque no sólo es uno, sino el discurso de todos, que aseguró aspirar reelegirse porque amaba a su patria y estaba dispuesto a sacrificarse en tan intenso, estresante, y delicado trabajo de magistrado.
Y otro, cuyo nombre es ineludible escribir por la desfachatez, Guillermo Osorno, reverendo evangélico, fue capaz de asegurar ante la prensa, que dios le había revelado, es decir que dios se le apareció y le aseguró que ganaría la presidencia de la república para bien del país. ¡Bárbaro!, como dicen en la calle: “clase figurita ese reverendo”.
Magistrados son fieles servidores
La elección de magistrados no es más que ubicar a los fieles servidores de los dos caudillos, Daniel Ortega y Arnoldo Alemán, para proseguir según ellos y los voceros de ambos: con el balance en la cuota de poder que le brinda estabilidad al país. A ese juego se suman los otros liberales que quieren su parte del pastel.
Como sandinista no critiqué el pacto Daniel - Arnoldo, pues en ese momento el FSLN salía ganando, debido a la corrupción de Alemán, y me pareció una jugada espléndida para la recuperación de influencia en el Estado, sin embargo no puedo estar de acuerdo que las ventajas económicas y políticas sean para unos cuantos corruptos.
El problema no es que se pongan de acuerdo, sino la finalidad que se persigue. Los arreglos han sido para protegerse la misma clase política, es una batalla entre inmundos, depredadores del presupuesto estatal y ganadores de gran capital por medio de influencias y mantenimiento del poder.
La colocación de persona fichas, en la Corte Suprema de Justicia, fieles a los partidos, bueno, a los caudillos, garantiza que los tribunales no perjudiquen los intereses de quienes fraudulentamente obtienen ganancias económicas y políticas. Si un magistrado responde a la orden del jefe, y si el jefe te respalda, tranquilo hermano, no caes preso, solo das el aporte financiero a la causa partidaria.
Eso lo sabemos todos los nicaragüenses, algunos aceptan que así es la realidad y que más bien se debe aprovechar en beneficio propio, y otros creemos que es injusto e inaceptable que un grupo de malhechores sigan robando y el pueblo emigrando o viviendo en la miseria conceptual y económica.
En este pobre país, los políticos han robado “que da miedo”. A muchos se les conoció en la pobreza, o con ingresos medios, o a ciertos con capital considerable, pero muy pocos se han negado a la corrupción, al modo tradicional de uso del poder desde la colonización. El talante del gobernador Pedrarias Dávila se asentó en Nicaragua.
Se habla de miles de millones de córdobas robados por los políticos, desde tiempos de Somoza, para mencionar lo más cercano, pues antes despojaron las tierras a los indígenas y los esclavizaron, aunque durante el somocismo los continuaron vejando como mozos.
Se conoce de grandes haciendas y empresas que un político adquiere en tiempo record, además del privilegio de violar las leyes y hacer lo que le place en el país. De ahí que el pueblo ha dicho que estos políticos consideran a Nicaragua como su hacienda, lo manejan a gusto y antojo, sin ley que los reprima, ellos son la ley.
No hubo ley que se impusiera a los quiebra bancos, pues son miembros de la cúpula del sistema, ni hay código que se le aplique a quienes con la quiebra de los bancos lograron provecho. Por eso hay magistrados y jueces piezas en el juego político.
Magistrado presidente electoral impune
No hubo legislación para el excelentísimo magistrado presidente del Consejo Supremo Electoral, Roberto Rivas, quien fue acusado por múltiples delitos como magistrado y como directivo de Coprosa, ONG de la iglesia católica; no hubo porque la negociación involucró al cardenal Miguel Obando y Bravo, padre adoptivo de aquél.
La falta de aplicación de la justicia a Roberto Rivas, es porque Obando acepta ser aliado de Daniel Ortega y alejarse de Alemán. ¿Quién lo duda? Eso fue un convenio, algo así como: No te hecho preso a Roberto, lo dejo en el cargo, y ambos me apoyan.
Así Miguel es asociado de Daniel, y éste le pidió lo confesara, para arrepentirse de sus pecados y abjuraciones, les diera la bendición matrimonial con la compañera Rosario y bautizara a los hijos de ambos, en un espectáculo de reconversión cristiana, televisado para que no cupiera duda de la alianza, y ajustado al signo de este tiempo aunque esencialmente sea de la era feudal.
No lo afirmo por necedad, en una reunión de directivos municipalistas del FSLN, en Matagalpa, uno de los asistentes afirmó que “dios ilumina directamente al comandante y le da la sabiduría”, y por eso permanente todos deberían pedirle a dios para ejercer sus funciones.
La relación de Daniel y Arnoldo, igualmente, está matizada por la corrupción. Alemán cometió cientos de abusos económicos desde que era alcalde de Managua, el FSLN sabía y lo dejó correr, hasta que hubo el legajo de pruebas suficiente para sentarlo a negociar cuotas de poder.
Alemán ha sido una presa del FSLN porque él, con su ambición, cometió ilícitos con el erario, y se convirtió en una captura de estira y encoge en la batalla por el poder. Negocia con Daniel y acepta las peticiones o va a la celda, o le dictan casa por cárcel, o le abren el juicio, o lo dejan pendiente. Es una clara batalla por el poder con asiento en la indulgencia o la condena por actos delictivos.
Como la base es la corrupción, el juego de magistrados alfiles en la Corte Suprema de Justicia y el Consejo Supremo Electoral requiere de una habilidad asombrosa, y ambos contendientes, Daniel y Arnoldo, se han destacado como expertos manejadores de hilos, amenazando, comprando, prebendando, pactando.
De ese juego, sus operadores políticos cercanos y administradores del dinero, logran buenas ganancias en las apuestas millonarias, en el procedimiento de compra de votos y “consciencias”, en la carrera por hilvanar una cadena en la cual cada eslabón es un corrompido, de tal manera que la descomposición sea la que los une y mientras más pútrida menos posible romper.
No puedo encontrar otros motivos, más que los expuestos, para la elección de magistrados, ni muestran interés en métodos o procedimientos diferentes a los que actualmente se implementan en las negociaciones para mantener la “estabilidad en el país”.
Tampoco tengo expectativa de que en poco tiempo la clase política supere ese estadio mental, el crecimiento neurológico y el adelanto conceptual no es pretensión de días. Me tranquiliza recordar, siempre, el tiempo que le tomó al mono bajar de los árboles, erguirse, usar las manos desarrollando su inventiva.
Seguirá miserable este país, tanto o más de lo que es y ha sido.
Sergio Simpson
Director
Centro de comunicación y estudios sociales (CESOS)
Managua y Matagalpa, Nicaragua.