En tiempos de reflexión, considere necesario hacer una recopilación de la información que he obtenido por diversos medios sobre los Legionarios de Cristo.
Concluyendo sobre el particular, es innegable que la propia cúpula Legionaria esta poco a poco, tratando de deslindarse del “fundador” y así obligados o de mutuo propio, han estado dando información que denigra la imagen de Marcial Maciel, con la intensión de salvarse los mas que puedan, mintiendo al grado de decir que no tenían información de la triple vida de “Su Padre”.
Resulta ser que una de las posibilidades que en su futuro se plantea, es una refundación, para lo cual tendrán que deshacerse por completo, cuando menos hacia el exterior, de la figura de Marcial Maciel, lo que significa que van a necesitar otro personaje del cual extraer un nuevo “carisma” que les permita sobrevivir ante el catolicismo mundial.
De acuerdo a como se han desarrollado los eventos y los tiempos que se han hecho públicos, esa nueva figura tendría que ser precisamente Juan Pablo II, quien independientemente de la opinión positiva o negativa que mucha gente tiene de él, es una persona que estuvo muy cerca de la Legión, éstos crecieron a su amparo, protegió y encubrió a su fundador a quien por cierto señalo como “ejemplo” de la juventud.
Lo anterior toma fuerza con el hecho de que los Legionarios de Cristo se han auto nombrado algo así como un ejercito del Papa y que por consecuencia siempre obedecerán o acataran sus ordenes, sugerencias o indicaciones. Tomar a un Papa como inspiración divina, les caería como anillo al dedo.
¿Que pensaran las demás congregaciones católicas? Hasta del mismo Cristo han pretendido apoderarse. Ahora lo harán con Juan Pablo II. No sería demasiado irónico imaginar que en breve pretenderán cobrar derechos por la imagen de su nuevo guía espiritual.
La beatificación de Juan Pablo II resulta ser que ocurrirá aproximadamente con unos días de diferencia de la supuesta terminación de la visita apostólica a los Legionarios de Cristo. ¿Será coincidencia?
Por mi parte tengo conocimiento de que la visita apostólica, cuando menos por lo que se refiere a México y Centroamérica por su complejidad y extensión debería de durar todo este año.
Independientemente de la denuncia pública que he hecho de que Juan Pablo II encubrió y protegió a Marcial Maciel, en base a las pruebas que he tenido en propia mano, considero importante hacer público que el Vaticano necesariamente conoció toda la verdad sobre la vida de Marcial Maciel desde la primera denuncia y esto obedece a la existencia de la “Santa Alianza”.
A invitación de mi queridísimo amigo Don José Barba, en estos días leí el libro de Eric Frattini, titulado “La Santa Alianza, Cinco Siglos de Espionaje Vaticano”, en donde textualmente se menciona lo siguiente:
“La historia de la Santa Alianza, el servicio de espionaje vaticano, no puede ser relatada sin contar la historia de los papas, y la historia de los papas no puede ser relatada sin contar la historia de la Iglesia católica. Lo que está claro es que sin el catolicismo no existiría el Papa y, como escribió Pablo VI en su encíclica Ecclesiam suam, <>. Lo realmente cierto es que sin el poder real que los papas han tenido no existiría la Santa Alianza o el Sodalitium Pianum (S.P.) desde su fundación en 1913 por orden del papa Pío X.
Los cuarenta papas que han gobernado o, mejor dicho, <> desde la creación de la santa Alianza, desde Pío V a Juan Pablo II, han tenido que enfrentarse a descristianizaciones y cismas, revoluciones y dictadores, colonizaciones y expulsiones, persecuciones y atentados, guerras civiles y guerras mundiales, asesinatos y secuestros. La política de los papas era un objetivo y la Santa Alianza tan solo un poderoso instrumento para llevarla a cabo.
“… muchas veces la política vaticana y su servicio secreto fueron siempre en paralelo, utilizando diferentes métodos con el único fin de alcanzar un mismo objetivo. Por un lado, el Papa negociaba la paralización de medidas contrarias a Roma, y, por el otro, la Santa Alianza y la <> intervenían en la destrucción de sus enemigos.
Se asesinó a reyes, se envenenó a diplomáticos, se apoyo a bandos en conflicto como norma de la diplomacia pontificia, se cerraron los ojos ante catástrofes y holocaustos, se financió a grupos terroristas y a dictadores sudamericanos, se protegió a criminales de guerra y se lavó dinero de la mafia, se manipularon mercados financieros y se provocaron quiebras bancarias, se condenaron conflictos mientras se vendían armas a los combatientes, todo ello en nombre de Dios, y la Santa Alianza y el Sodalitium Pianum fueron sus herramientas.
Simon Wiesenthal, el famoso cazanazis, declaró en una entrevista que < >>. El cardenal Luigi Poggi, a quien definían con el apodo de <> (Juan Pablo II), fue quien llevó a cabo una de las mayores modernizaciones de la Santa Alianza debido a sus estrechos contactos con el Mossad israelí.
Durante estos últimos cinco siglos de existencia, sociedades secretas dependientes de la Santa Alianza, como el <> o la <> , han realizado operaciones encubiertas para servicios de espionaje de otros países como el Mossad israelí o la CIA estadounidense. Mientras estos luchaban contra un enemigo claro, el terrorismo árabe o el <> comunismo, la Santa Alianza ha sabido adaptarse a los tiempos y a las situaciones que han marcado los sumos pontífices, porque, como dijo un día el todopoderoso cardenal Paluzzo Paluzzi, jefe de la Santa Alianza a mitad del siglo XVII, <> .
Un día de abril de 1981, Licio Gelli enseño a un miembro del Partido Socialista Italiano algunas fotografías que mostraban al papa Wojtyla completamente desnudo en la piscina de Castelgandolfo. Gelli suponía que sí se habían hecho esas fotografías con teleobjetivo sería sencillo disparar al Sumo Pontífice con un rifle con mira telescópica. (*)
Poggi decidió poner manos a la obra a los agentes de la Santa Alianza con el fin de <> los negativos desaparecidos. El jefe de la Santa Alianza bautizó la misión como <>.
El responsable de los espías papales sabía que el mayor paquete de imágenes estaba ya en poder de Rizzoli, a través de Licio Gelli y de este hacia Giulio Andreotti. Las fotografías fueron entregadas en mano al Sumo Pontífice en presencia de monseñor Poggi.
Seguidamente, el jefe del espionaje vaticano convocó a dos sacerdotes que pertenecían al Sodalitium Pianum. Poggi, como siempre, fue claro, corto y conciso en sus órdenes. Debían localizar los negativos perdidos por dos motivos: el primero, para evitar su publicación y el posterior escándalo; y el segundo, y de mayor importancia, para saber cómo los fotógrafos autores de las imágenes pudieron disparar sus cámaras sin ser detectados por los servicios de seguridad pontificios. No cabía la menor duda de que unos simples fotógrafos habían conseguido burlar los anillos de seguridad en torno al Papa.
Los agentes comenzaron a trabajar en los laboratorios de Roma que se dedicaban a revelar el material de los profesionales. A finales de esa misma semana, el S.P. detectó a un hombre que intentaba vender unas imágenes bastante comprometedoras sin decir de qué se trataba.
El hombre en cuestión era un ayudante de laboratorio de una firma famosa por trabajar con fotógrafos de prensa del corazón, por lo que debían revelar el material con bastante velocidad. El hombre vivía en un pequeño apartamento de las afueras de Roma y un día cuando regresó del trabajo se encontró con todo revuelto, los cajones tirados por el suelo, el colchón rajado y los sillones totalmente destripados. Al parecer, alguien buscaba algo, y el hombre sabía que era.
Cuando se dirigió hacia el pequeño baño del apartamento descubrió que los intrusos habían encontrado lo que buscaban. Una de las cañerías de plomo había sido cortada y de su interior habían extraído un rollo de plástico en donde estaban envueltos los negativos. Los hombres de Poggi habían hecho bien su trabajo, y la <> nunca existió. Posteriormente monseñor Luigi Poggi destruiría todo el material.
(*) Un informe del SISMI (el servicio de inteligencia militar italiano) fechado el 13 de junio de 1981 y dirigido al Viminale (el palacio sede del Ministerio de Asuntos Exteriores) confirmaba la existencia de las fotografías, y atribuía su adquisición a la Editorial Rizzoli y la Editorial Rusconi por 500 millones de liras. Al parecer, alguien de Rizzoli informó al Vaticano del material en su poder, pero al parecer faltaban tres negativos originales.
Es evidente que con un servicio secreto de tal calidad y alcances, a las órdenes directas del Papa, resulta imposible suponer que este último no tuvo información detallada de la vida de Marcial Maciel, cuando menos desde que se dieron a conocer las primeras acusaciones en su contra, por el año de 1997.
Es verdaderamente vergonzoso y poco digno decir que uno es ingenuo y que fue engañado. Y decir lo anterior de Juan Pablo II además es irrespetuoso. ¿Cómo es posible siquiera insinuar que la cabeza de la Iglesia Católica no se daba cuenta de lo que ocurría a su alrededor?
Por otro lado, el asunto de las fotografías no resulta ser menor. ¿Qué hace un líder moral, de la categoría de un Santo Padre, desnudo en una alberca? Al leer lo anterior, inevitablemente vinieron a mi mente las mundialmente difundidas fotografías de Silvio Berlusconi desnudo en una alberca en Italia.
Sin embargo este asunto, viene a ser un elemento más de unión de Juan Pablo II con los Legionarios de Cristo. A Marcial Maciel le gustaba este tipo de “arte”. En mi mano he tenido y observado algunas de estas fotografías de su propiedad. Algunas de ellas muy fuertes y de carácter delictivo en la mayor parte del mundo. Ya habrá oportunidad de comentar este punto.
Eric Frattini, “La Santa Alianza. Cinco Siglos de Espionaje Vaticano”, Espasa Calpe, S.A., España, 2006.
Concluyendo sobre el particular, es innegable que la propia cúpula Legionaria esta poco a poco, tratando de deslindarse del “fundador” y así obligados o de mutuo propio, han estado dando información que denigra la imagen de Marcial Maciel, con la intensión de salvarse los mas que puedan, mintiendo al grado de decir que no tenían información de la triple vida de “Su Padre”.
Resulta ser que una de las posibilidades que en su futuro se plantea, es una refundación, para lo cual tendrán que deshacerse por completo, cuando menos hacia el exterior, de la figura de Marcial Maciel, lo que significa que van a necesitar otro personaje del cual extraer un nuevo “carisma” que les permita sobrevivir ante el catolicismo mundial.
De acuerdo a como se han desarrollado los eventos y los tiempos que se han hecho públicos, esa nueva figura tendría que ser precisamente Juan Pablo II, quien independientemente de la opinión positiva o negativa que mucha gente tiene de él, es una persona que estuvo muy cerca de la Legión, éstos crecieron a su amparo, protegió y encubrió a su fundador a quien por cierto señalo como “ejemplo” de la juventud.
Lo anterior toma fuerza con el hecho de que los Legionarios de Cristo se han auto nombrado algo así como un ejercito del Papa y que por consecuencia siempre obedecerán o acataran sus ordenes, sugerencias o indicaciones. Tomar a un Papa como inspiración divina, les caería como anillo al dedo.
¿Que pensaran las demás congregaciones católicas? Hasta del mismo Cristo han pretendido apoderarse. Ahora lo harán con Juan Pablo II. No sería demasiado irónico imaginar que en breve pretenderán cobrar derechos por la imagen de su nuevo guía espiritual.
La beatificación de Juan Pablo II resulta ser que ocurrirá aproximadamente con unos días de diferencia de la supuesta terminación de la visita apostólica a los Legionarios de Cristo. ¿Será coincidencia?
Por mi parte tengo conocimiento de que la visita apostólica, cuando menos por lo que se refiere a México y Centroamérica por su complejidad y extensión debería de durar todo este año.
Independientemente de la denuncia pública que he hecho de que Juan Pablo II encubrió y protegió a Marcial Maciel, en base a las pruebas que he tenido en propia mano, considero importante hacer público que el Vaticano necesariamente conoció toda la verdad sobre la vida de Marcial Maciel desde la primera denuncia y esto obedece a la existencia de la “Santa Alianza”.
A invitación de mi queridísimo amigo Don José Barba, en estos días leí el libro de Eric Frattini, titulado “La Santa Alianza, Cinco Siglos de Espionaje Vaticano”, en donde textualmente se menciona lo siguiente:
“La historia de la Santa Alianza, el servicio de espionaje vaticano, no puede ser relatada sin contar la historia de los papas, y la historia de los papas no puede ser relatada sin contar la historia de la Iglesia católica. Lo que está claro es que sin el catolicismo no existiría el Papa y, como escribió Pablo VI en su encíclica Ecclesiam suam, <
Los cuarenta papas que han gobernado o, mejor dicho, <
“… muchas veces la política vaticana y su servicio secreto fueron siempre en paralelo, utilizando diferentes métodos con el único fin de alcanzar un mismo objetivo. Por un lado, el Papa negociaba la paralización de medidas contrarias a Roma, y, por el otro, la Santa Alianza y la <
Se asesinó a reyes, se envenenó a diplomáticos, se apoyo a bandos en conflicto como norma de la diplomacia pontificia, se cerraron los ojos ante catástrofes y holocaustos, se financió a grupos terroristas y a dictadores sudamericanos, se protegió a criminales de guerra y se lavó dinero de la mafia, se manipularon mercados financieros y se provocaron quiebras bancarias, se condenaron conflictos mientras se vendían armas a los combatientes, todo ello en nombre de Dios, y la Santa Alianza y el Sodalitium Pianum fueron sus herramientas.
Simon Wiesenthal, el famoso cazanazis, declaró en una entrevista que <
Durante estos últimos cinco siglos de existencia, sociedades secretas dependientes de la Santa Alianza, como el <
Un día de abril de 1981, Licio Gelli enseño a un miembro del Partido Socialista Italiano algunas fotografías que mostraban al papa Wojtyla completamente desnudo en la piscina de Castelgandolfo. Gelli suponía que sí se habían hecho esas fotografías con teleobjetivo sería sencillo disparar al Sumo Pontífice con un rifle con mira telescópica. (*)
Poggi decidió poner manos a la obra a los agentes de la Santa Alianza con el fin de <
El responsable de los espías papales sabía que el mayor paquete de imágenes estaba ya en poder de Rizzoli, a través de Licio Gelli y de este hacia Giulio Andreotti. Las fotografías fueron entregadas en mano al Sumo Pontífice en presencia de monseñor Poggi.
Seguidamente, el jefe del espionaje vaticano convocó a dos sacerdotes que pertenecían al Sodalitium Pianum. Poggi, como siempre, fue claro, corto y conciso en sus órdenes. Debían localizar los negativos perdidos por dos motivos: el primero, para evitar su publicación y el posterior escándalo; y el segundo, y de mayor importancia, para saber cómo los fotógrafos autores de las imágenes pudieron disparar sus cámaras sin ser detectados por los servicios de seguridad pontificios. No cabía la menor duda de que unos simples fotógrafos habían conseguido burlar los anillos de seguridad en torno al Papa.
Los agentes comenzaron a trabajar en los laboratorios de Roma que se dedicaban a revelar el material de los profesionales. A finales de esa misma semana, el S.P. detectó a un hombre que intentaba vender unas imágenes bastante comprometedoras sin decir de qué se trataba.
El hombre en cuestión era un ayudante de laboratorio de una firma famosa por trabajar con fotógrafos de prensa del corazón, por lo que debían revelar el material con bastante velocidad. El hombre vivía en un pequeño apartamento de las afueras de Roma y un día cuando regresó del trabajo se encontró con todo revuelto, los cajones tirados por el suelo, el colchón rajado y los sillones totalmente destripados. Al parecer, alguien buscaba algo, y el hombre sabía que era.
Cuando se dirigió hacia el pequeño baño del apartamento descubrió que los intrusos habían encontrado lo que buscaban. Una de las cañerías de plomo había sido cortada y de su interior habían extraído un rollo de plástico en donde estaban envueltos los negativos. Los hombres de Poggi habían hecho bien su trabajo, y la <
(*) Un informe del SISMI (el servicio de inteligencia militar italiano) fechado el 13 de junio de 1981 y dirigido al Viminale (el palacio sede del Ministerio de Asuntos Exteriores) confirmaba la existencia de las fotografías, y atribuía su adquisición a la Editorial Rizzoli y la Editorial Rusconi por 500 millones de liras. Al parecer, alguien de Rizzoli informó al Vaticano del material en su poder, pero al parecer faltaban tres negativos originales.
Es evidente que con un servicio secreto de tal calidad y alcances, a las órdenes directas del Papa, resulta imposible suponer que este último no tuvo información detallada de la vida de Marcial Maciel, cuando menos desde que se dieron a conocer las primeras acusaciones en su contra, por el año de 1997.
Es verdaderamente vergonzoso y poco digno decir que uno es ingenuo y que fue engañado. Y decir lo anterior de Juan Pablo II además es irrespetuoso. ¿Cómo es posible siquiera insinuar que la cabeza de la Iglesia Católica no se daba cuenta de lo que ocurría a su alrededor?
Por otro lado, el asunto de las fotografías no resulta ser menor. ¿Qué hace un líder moral, de la categoría de un Santo Padre, desnudo en una alberca? Al leer lo anterior, inevitablemente vinieron a mi mente las mundialmente difundidas fotografías de Silvio Berlusconi desnudo en una alberca en Italia.
Sin embargo este asunto, viene a ser un elemento más de unión de Juan Pablo II con los Legionarios de Cristo. A Marcial Maciel le gustaba este tipo de “arte”. En mi mano he tenido y observado algunas de estas fotografías de su propiedad. Algunas de ellas muy fuertes y de carácter delictivo en la mayor parte del mundo. Ya habrá oportunidad de comentar este punto.
Eric Frattini, “La Santa Alianza. Cinco Siglos de Espionaje Vaticano”, Espasa Calpe, S.A., España, 2006.