El del presidente Obama apoyado, como siempre, por un pequeño grupo de naciones latinoamericanas abyectas
Apolinar Díaz – Callejas (especial para ARGENPRESS.info)
La farsa del golpe militar en Honduras, dado por los militares de ese país y la ultraderecha hondureña, bajo la vigilancia de combate de las tropas norteamericanas parqueadas en esa nación y el visto bueno, el primero de su historia como presidente de los Estados Unidos, del Señor Barack Obama, ha culminado con una farsa electoral constatada y denunciada por todo el mundo, en que han querido mostrar como triunfadores dos de los candidatos de la ultraderecha entregada a cumplir órdenes del nuevo gobierno norteamericano, cuando las cifras electorales muestran el fracaso total de los resultados electorales de los candidatos pro norteamericanos que autorizó el señor Obama.
En pocas ocasiones anteriores, la América Latina se expresó con vigor y casi unanimidad condenando la vieja pero nueva política de agresión militar norteamericana contra naciones de América Latina. Yo tuve el acierto desde el inicio del gobierno de Obama, de denunciar que iba a ser un nuevo candidato de la ultraderecha militarista y guerrerista de los Estados Unidos. En los primeros momentos estuvo cauteloso, pero tanto en el Medio Oriente como en América Latina Obama mostró su garra imperialista, en que los problemas se resuelven a bala. Así de simple es la nueva política internacional del presidente Obama: todo lo arreglará a bala.
Quería demostrar que él era de la raza negra pero no compartía los ideales democráticos de esa parte de la población de Estados Unidos que registra una historia heroica, valiente e implacable por sus derechos raciales, en la vigencia de los Derechos de los seres humanos de todas las razas en ese país. Barack se posesionó y arrancó fortaleciendo la presencia militar de Estados Unidos en el Medio Oriente, y pese a que anunció el levantamiento de la base militar y colonial de Estados Unidos en Cuba, en Guantánamo, desde la época en que esta nación del Caribe luchara por su propia independencia, a muy poco tiempo de sus palabras descubrió “obstáculos” para cumplir su promesa. Comenzó a mentir desde entonces.
Por mi propia formación ética y política yo no creo en los compromisos que adquieran personas que no se atreven a cumplir sus propias palabras de poner términos a la ignominia que representa apropiarse por la fuerza de los territorios de otra nación independiente.
Obama no aguantó muchas horas con su oferta de liquidar la base de Guantánamo y devolver ese territorio a Cuba. Recogió sus propias palabras mentirosas y se dedicó, más bien, a propiciar el golpe de estado contra el gobierno legítimo de Honduras, encabezado por el presidente Manuel Zelaya. Después hizo todas las trampas presidenciales para legitimar la invasión de Honduras, el derrocamiento de su gobierno legítimo y la instalación de un nuevo gobierno de estirpe colonial con acciones militares y muertos del pueblo hondureño, que solo han defendido abiertamente cuatro gobiernos latino americanos: Colombia, Costa Rica, Panamá y México.
Así, vulgarmente, murió el compromiso del presidente Obama de poner fin a la ocupación gringa de la base de Guantánamo y al boicoteo económico, comercial y legítimo de Cuba con otras naciones, a la que Estados Unidos podía obligar a no tener intercambio comercial con la tierra de Martí. Con dos breves soplos de poderío militarista, el presidente Obama se pasó en la historia de las Américas a ser otro agresor imperial de la soberanía y dignidad de América Latina.
Por estas circunstancias me satisface el hecho de que no caí en la trampa de fijar las esperanzas de cambios económicos, sociales y políticos de Estados Unidos hacia la libertad y la igualdad bajo el gobierno del presidente Obama, basta que los lectores lean sus discursos desde el primer día del presidente y encontraran una cadena continuada de arrepentimientos sobre medidas progresistas y democráticas que aplicaría con la América Latina.
Por el contrario, a las pocas horas de posesionarse como presidente, su equipo de la ultraderecha americana, perteneciente a los dos partidos, emprendió el primer golpe militar contra una nación de la América Latina. Fue el golpe contra Honduras, en donde el pueblo de ese país, sin verdadera solidaridad, está dando la más grande batalla para recuperar su soberanía y expulsar a los militares yanquis que ocupan su país.