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Se funda la Cuarta Internacional

3 de septiembre de 1938

Un pequeño grupo de revolucionarios encabezado por León Trotsky, en su lucha consecuente por la revolución socialista, fundaba la Cuarta. Enfrentaba así al monstruoso enemigo enquistado en la URSS y el movimiento obrero mundial: la burocracia de Stalin y los aparatos de los Partidos Comunistas.
Recordar a la Cuarta nos remite a su antecesora, la Tercera Internacional. Nació en 1919, luego de que la Segunda Internacional (la socialdemocracia) traicionara al movimiento obrero, acompañando en cada país a su burguesía, que se lanzó a la guerra interimperialista.

En 1917 había surgido el primer gobierno obrero y campesino revolucionario en Rusia. Ese primer triunfo de la revolución socialista, encabezado por los bolcheviques y apoyado en la movilización y en los soviets democráticos, permitió que la Tercera Internacional se convirtiera rápidamente en una fuerza poderosa, con Partidos Comunistas de masas en gran parte del mundo.

La bancarrota de la Tercera Internacional
En la oleada de luchas de entonces no se repitieron otros triunfos de la revolución socialista. La URSS quedó aislada y muy debilitada por el esfuerzo de aplastar a la contrarrevolución en la guerra civil.

Por distintas circunstancias, se produjo un retroceso histórico: en el Partido Comunista soviético y en todo el país se impuso una burocracia totalitaria que, encabezada por Stalin, abandonó por completo la lucha por la revolución socialista mundial y se apoyó en una aberrante dictadura en la propia URSS. León Trotsky encabezó una importante minoría que luchó contra la burocratización y la contrarrevolución política, pero fue derrotada.

Ese resultado nefasto fue causando desde entonces nuevas derrotas. El nazismo se abrió paso, aplastó al proletariado alemán y avanzó sobre el resto de Europa gracias a la política traidora y suicida que impuso la burocracia estalinista en la Tercera Internacional. Grandes revoluciones obreras y populares fueron aplastadas. Stalin la terminó disolviendo formalmente en 1943.

El trotskismo defendió la lucha por la revolución socialista
El estalinismo persiguió implacablemente a Trotsky y a todos los revolucionarios que lo enfrentaron, tanto dentro como fuera de la URSS.

En dificilísimas condiciones, ellos mantuvieron consecuentemente la pelea por acabar con el capitalismo y contra la burocracia, denunciando el totalitarismo del partido único y defendiendo la democracia obrera.

Para eso, fundaron en 1938 la Cuarta Internacional, que aprobó el Programa de Transición, redactado por León Trotsky. Unos pocos miles de militantes, a pesar de la represión y las derrotas, respondieron a la tarea más apremiante del momento:

“Unir férreamente a todos los marxistas revolucionarios alrededor de un programa que sintetizara todo lo aprendido por el movimiento marxista mundial desde el Manifiesto Comunista y especialmente desde la Revolución Rusa” (Nahuel Moreno: Actualización del Programa de Transición, Caracteres, Bogotá, 1990, pág. 22).

A la lucha contra el imperialismo y la burguesía le unían la pelea contra las direcciones burocráticas de la Segunda y Tercera internacionales, los agentes reformistas del enemigo de clase en las filas del movimiento obrero.

A esa revolución política, para forjar una nueva dirección revolucionaria, le agregaban la defensa de la URSS (a la que definían como un “Estado obrero burocratizado”), adelantando que sería atacada por el nazismo, como ocurrió a partir de junio de 1941.

Construir la dirección revolucionaria
Trotsky fue asesinado por un agente de Stalin en agosto de 1940. La Cuarta Internacional se fue reorganizando al concluir la Segunda Guerra Mundial. Pero a comienzos de los años 50 entró en una crisis y dispersión que no logró aún superar. Siendo un movimiento muy minoritario, gran parte de sus dirigentes fueron cediendo a las presiones de las direcciones mayoritarias del movimiento obrero y de masas, en primer lugar a los mismos Partidos Comunistas.

En Latinoamérica, la corriente que fue construyendo Nahuel Moreno presentó una lucha sistemática y consecuente contra las capitulaciones de los dirigentes revisionistas, de los cuales el más conocido fue el belga Ernest Mandel.

A partir de 1989, la movilización revolucionaria de las masas produjo la caída de los regímenes dictatoriales de los Partidos Comunistas en la URSS y Europa Central. Este fue un gran paso adelante para el movimiento obrero y de masas en el mundo.
Pero sigue pendiente la gran tarea que se planteó desde 1938 León Trotsky al fundar la Cuarta: la construcción de los partidos revolucionarios en cada país y la organización mundial que retomen el camino que iniciaron los revolucionarios rusos y la Tercera Internacional.

Es decir, dotar de una dirección consecuente y revolucionaria a las luchas que enfrentan cotidianamente a la burguesía y el imperialismo, para lograr el triunfo de la revolución socialista en todo el mundo.

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