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Una excepción al excepcionalismo (I)


Putin está demostrando que tiene una buena comprensión conceptual de cómo crear un nuevo orden mundial para reemplazar la tiranía del excepcionalismo estadounidense.

UNA EXCEPCIÓN AL EXCEPCIONALISMO (I)


Por Valery Fadeev

La crisis de Ucrania ha propulsado bruscamente a la palestra el papel de Rusia en la política mundial. En este juego arriesgado Putin está demostrando que tiene una buena comprensión conceptual de cómo crear un nuevo orden mundial para reemplazar la tiranía de excepcionalismo estadounidense.

Examinemos en primer lugar los aspectos militares y estratégicos de la crisis de Ucrania desde el punto de vista ruso. ¿Qué aspecto tenía la Europa del Este al comienzo del 2014? Rusia estaba rodeada por un mar de bases militares estadounidenses. 

La OTAN se expande de manera constante hacia el este, y ahora existe la posibilidad de que podría incorporar a Finlandia y quizás también a Ucrania. Cuando Kosovo fue separado de Serbia, los estadounidenses inmediatamente construyeron allí una de las mayores bases militares en el mundo. 

Y uno no puede ignorar las armas de los Estados Unidos o su estado de preparación para el combate y objetivos militares. 

Esa nación está siempre a un máximo nivel de preparación para el combate y sus objetivos principales se encuentran dentro de Rusia. Los sistemas de defensa de misiles de Estados Unidos se están acercando constantemente a las fronteras de Rusia, y Rusia todavía es vista como el enemigo en la planificación operativa de la OTAN.

Hace veinticinco años, la primera linea de defensa de la URSS (Rusia) en el oeste pasaba a través de Alemania Oriental, Checoslovaquia, Yugoslavia y Bulgaria. Esta línea se encontraba localizada a 500-800 kilómetros de la frontera soviética.

 El debilitamiento de la URSS condujo a una pérdida de influencia en Europa del Este, la desintegración del Pacto de Varsovia, la extensión progresiva de la OTAN, y en consecuencia, la grave pérdida de profundidad en el teatro de operaciones militares. 

Ahora la línea de defensa rusa -que va desde la región de Kaliningrado pasando por la frontera occidental de Bielorrusia y Transnistria (donde se encuentra un contingente de paz ruso) hasta llegar a Sebastopol (la base de la Flota del Mar Negro de Rusia)- se ha fracturado. 

La metamorfosis de Ucrania (con el respaldo de Estados Unidos) resultará con bastante probabilidad en la aparición finalmente de las tropas de la OTAN en ese país, y, por supuesto, la eliminación de la base militar rusa en Sebastopol. 

En ese momento, Transnistria se encontraría localizada muy dentro del territorio de la OTAN y casi inaccesible a Rusia. Con relación a ese tema, Vladimir Putin, ha comentado: “Nosotros... no podríamos permitir que nuestro acceso a las aguas del Mar Negro sea significativamente limitado, o que las tropas de la OTAN arriben ... en Crimea o Sebastopol ... cambiando radicalmente el equilibrio de poder en torno al Mar Negro”. 

La pérdida de Sebastopol daría lugar a una nueva y dramática reducción en la profundidad del teatro de operaciones militares. La frontera norte de Ucrania está a menos de 500 kilómetros de Moscú.

 También a menos de 500 kilómetros de la frontera oriental de Ucrania está localizada una gran división de misiles basados ​​en silos en la región de Saratov. 

A tan corta distancia, el tiempo de vuelo de un misil de mediano alcance es sólo de unos pocos minutos. Eso significa que no habría tiempo para responder.

En este contexto, la reunificación de Crimea con Rusia debe ser visto como una importante victoria estratégica. Independientemente de cómo se desarrollan los acontecimientos en Ucrania, cuan agresivo es el comportamiento de nuestros socios occidentales, o incluso el resultado de la sublevación en el Donbass, una decisión estratégica clave se ha hecho ya: Crimea seguirá siendo un eslabón importante en el sistema de defensa de Rusia. 

Y aunque todavía es posible que Ucrania caiga completamente bajo control estadounidense (lo que implicaría el despliegue de sistemas militares allí), mediante la retención de Sebastopol, y toda Crimea especialmente, todavía será posible mantener un equilibrio estratégico.

Edward Luttwak, el muy conocido experto estadounidense en estrategia y geopolítica, recientemente ofreció esta sinopsis de la operación de Crimea: “Así es como hay que mirar a Crimea, no como una simple apropiación de territorios, sino como parte de una estrategia más amplia...” Y otra cita de la misma entrevista con Luttwak es también aplicable, “Sólo dos culturas en el mundo poseen un talento genuino estratégico: los británicos y los rusos. 

Y es por esa razón que Rusia es el país más grande en la tierra -los rusos no siempre han sido estratégicamente exitosos a lo largo de su historia, pero fueron capaces de aferrarse a su talento y replicarlo con cada nueva generación”.

El periodismo analítico Contemporáneo generalmente se queda corto al prestar poca atención a las perspectivas estratégicas. Los acontecimientos en Yugoslavia en la década de 1990 ofrecen un ejemplo revelador. 

En muy pocos de los muchos artículos que analizan la guerra civil en ese país y su posterior colapso, pensaron los autores en mencionar que los planificadores estratégicos vieron Yugoslavia como país clave en el teatro europeo de operaciones militares. 

Naturalmente, el colapso de Yugoslavia fue, en el sentido militar, una bendición para Occidente. Donde una vez hubo un país fuerte, independiente, con un ejército respetable, ahora se asientan seis estados débiles. 

Cuando Serbia fue definitivamente pulida, los Balcanes dejaron de ser un dolor de cabeza para el Occidente y ahora se presenta como un campo muy abierto. La base militar de Estados Unidos que ya se ha mencionado en Kosovo, es un símbolo reciente de este éxito estratégico.

El statu quo geopolítico

Recientemente, los medios de comunicación en los EE.UU, Europa, y en algunos casos en Rusia, se han dado a la tarea de promover con mayor frecuencia la teoría de que el presidente Putin le está dando la espalda a Occidente, rechazando los valores europeos, y está incluso dispuesto a reducir el ámbito del comercio de Rusia con Europa, desacoplando su nación. 

La trayectoria del pivote de Rusia constituye supuestamente la pérdida de Europa y la ganancia de China. Pero tal interpretación de la política exterior rusa parece excesivamente simplificada.


Al preservar una mentalidad abierta, uno puede ver que en el transcurso de 15 años de gobernar el país, Vladimir Putin nunca ha hecho nada como para justificar las acusaciones sobre cualquier sentimiento antieuropeo. 

El aclamado discurso de Putin pronunciado en alemán en el Bundestag en 2001 fue un símbolo vívido de la apertura de Rusia a la idea de la cooperación con Europa en todos los frentes. Durante los años de “Putin”, el comercio anual con Europa se ha ampliado de 80,000 millones dólares a $ 417 mil millones el año pasado.

Putin ha trabajado sin descanso para dar cabida a las necesidades de Europa y Occidente. La mayor parte de esa interacción se ha concentrado en el ámbito de la energía, un área en la que Putin ha sugerido que Europa haga inversiones a gran escala.

 Como resultado, alrededor del 25% de los activos energéticos de Rusia son ahora propiedad extranjera. Putin ha propuesto un intercambio de activos, y algunos de esos esfuerzos han sido exitosos. 

Ya hay alguna razón para creer que la creación de una futura industria energética conjunta ruso-europea podría convertirse en una realidad.

Pero cuando Rusia sugirió canjear tecnología por el acceso a los recursos naturales de Rusia, las tensiones surgieron inmediatamente. Occidente no quiere compartir su tecnología con nosotros, incluso en términos claramente muy ventajosos económicamente.

Una discusión similar surgió en torno a la cuestión de la implementación de los elementos del sistema de defensa antimisiles estadounidense en Europa. Todas las advertencias y llamamientos de Rusia para detener este proceso y en su lugar trabajar juntos en esta área, utilizando la estación de radar rusa en Azerbaiyán, por ejemplo, han caído en oídos sordos.

Así que no es Rusia quien está dando un giro hacia China, sino Occidente cuyas acciones están inadvertidamente empujando a Rusia hacia el este. Las sanciones que restringen el desarrollo económico reciproco entre Rusia y Europa están inadvertidamente obligando a Rusia a ampliar su asociación con China. 

Aunque el comercio con China no es exactamente $ 100 mil millones al año -sólo un cuarto del realizado con Europa- el impulso está claramente a favor de China. 

Uno bien podría recordar el enorme y reciente acuerdo entre Rusia y China para construir el gasoducto el Poder de Siberia, (the Power of Siberia) cuya construcción requerirá una inversión estimada de 60-70 mil millones de dólares. 

Como nunca antes hoy en día las relaciones ruso-chinas están avanzando sin sobresaltos. Y si algún día esa relación creciera hasta incluir la cooperación militar, entonces una reorientación hacia el Este será inexorable.

Continuará…

Valery Fadeev es el editor en jefe de la revista rusa EXPERT, miembro de la Cámara Cívica de la Federación de Rusia.

Fuente original: Expert












Publicado por LaQnadlSol
USA.

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