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Retorno bolivariano y el Tiranosaurio de la calle Yegros


La peor pesadilla del Tiranosaurio de los medios paraguayos se va haciendo realidad



Escribía Roa Bastos refiriéndose a los dictadores anacrónicos que “Estos monstruos antediluvianos, antihumanos, anulan las coordenadas de tiempo y lugar en la pesadilla de pavor que ellos producen”.

Así como en Argentina el cantautor Charly García popularizó la palabra “Dinosaurios” para aludir a los miembros de la Junta Militar que gobernaron su país en las décadas de 1970 y 80, en Paraguay Roa Bastos impuso el alias de “Tiranosaurio” al dictador Alfredo Stroessner. 
Nadie se imaginaba por aquellos años que algunos sobrevivientes de aquel Jurásico seguirían hasta nuestros días, para intentar reflejar sus propias culpas en los actuales gobernantes progresistas de América Latina.

Algunos de ellos se han atrincherado en los medios hegemónicos, dispuestos a convertirlos en último bastión ante los embates de un contexto internacional que ya les resulta hostil.
 Y que amenaza su ya desfasada existencia. 
De ahí que la SIP parece querer convertirse en el nuevo Cóndor sudamericano.

Pero también dicen que a veces los sueños se vuelven realidad, y es lo que parece haber sucedido con las pesadillas del Tiranosaurio mediático del Paraguay, Aldo Zucolillo, tras las elecciones paraguayas del 21 de Abril.
 El retorno bolivariano de la mano de Nicanor Duarte Frutos, influyente asesor de Horacio Cartes, lo va confirmando.

El Tiranosaurio de la Calle Yegros

En anteriores artículos ya nos hemos explayado sobre algunos antecedentes del personaje de marras, pero aún nos queda reserva en el tintero. 
 A los escribientes y politiqueros todavía adictos a los librestos de Zucolillo, dependiente de los temas energéticos y la electricidad para sabotear la integración regional, les planteamos la interrogante:

¿Cuántos voltios se necesitan para provocar un cortocircuito que desencadene un incendio en la Ferretería Nueva Americana, propiedad de Aldo Zucolillo? 
Pues a pesar del poco conocimiento en tales asuntos, puedo asegurar que la cifra exacta son 850.000 dólares de deuda tributaria.

El incendio de comercios, según versiones que se manejan en el ámbito periodístico paraguayo, era la recurrente vía con que el zar de la prensa paraguaya evitaba pagar con recursos torcidos un “precio justo” por sus negocios al Estado Paraguayo, como puede verificarse revisando la resolución nº 54 del 6 de marzo de 1972, y las 327 y 328 del 26 de julio de 1991.
 El acta de la intervención de los inspectores de Hacienda estaba fechada el 1 de julio de 1991, y tres días más tarde la firma del jefe de Canese solicitó el fraccionamiento de su deuda.
 Desafortunadamente, el Ing. Ricardo Canese no estaba a cargo de asesorar con su sapiencia a los responsables de las instalaciones eléctricas del comercio, y en diciembre de ese mismo año, a raíz de supuestos cortocircuitos, las llamas del averno consumieron a la ferretería.

Nunca fueron aclaradas las muertes de José Antonio Valiente y Jorge Luis Marchi, fallecidos en nebulosas circunstancias relacionadas a esos incendios. Descendientes de ambos me enviaron desde Europa sendas cartas con detalles reveladores sobre los nebulosos hechos.

Una pista para resolver estos acuciantes laberintos de nuestro tiempo la sembraron algunas décadas atrás el director griego-turco-norteamericano Elia Kazán, y el periodista Humberto Pérez Cáceres. Kazan, cuyo trabajo como director incluye títulos tan conocidos como Nido de ratas, Al Este del paraíso y Un tranvía llamado deseo realizados durante la década del ‘50 –su mejor momento artístico-, ha sido siempre señalado como un traidor y delator durante la llamada caza de brujas macartista, debido a su colaboración con el Comité de Actividades Anti-americanas uno de los últimos avatares de la perversa Guerra Fría que contaminó la industria cinematográfica norteamericana en aquellos años.:
 “Los nombres que di (una docena de ex integrantes del Partido Comunista) ya eran conocidos por el Comité” se defendió en una oportunidad Kazán.

Su amigo Arthur Miller dio una versión distinta de ese episodio y Dashiell Hammett, en iguales circunstancias que Kazan, calló y terminó en la cárcel y en la ruina.
 En su famoso film “Nido de ratas” (cuyo nombre original en inglés era “On the Waterfront”), Kazan glorificaba al delator Terry Malloy, personificado por el legendario actor Marlon Brando.
 Inspirado en el argumento, Humberto Pérez Cáceres tildó alguna vez al diario de Aldo Zucolillo con el nombre castellano de la película de Kazan, quien en 1999 recibió un discutido Oscar por su trayectoria de manos de la misma comunidad que había sido su víctima.

Zucolillo también había publicado en la década de 1970 las fotos de varios miembros de la OPM, organización guerrillera desbaratada por Stroessner, pidiendo el apoyo de la ciudadanía para capturar a esos disidentes. 
 Curiosamente, luego los promocionó políticamente, en el 2008.

Al igual que su antiguo socio Stroessner, Zucolillo se complace en difundir el miedo como conciencia pública hasta el día de hoy. Ayer era la OPM, hoy es el EPP.

Ayer era Fidel Castro, hoy lo es Nicolás Maduro, o Cristina Fernández, a quien no perdona las condenas a represores que tanto admiraba.
 Tanto que fue capaz, por una vez en su vida, de criticar a un presidente norteamericano, en aquel caso a Jimmy Carter, por su énfasis en la defensa de los Derechos Humanos.
 “Es fácil pontificar lejos del problema” editorializó Zucolillo, socio comercial de Massera, en defensa de su admirado y recientemente desaparecido Jorge Rafael Videla.

Epílogo en puerta

Aldo Zucolillo, antiguo admirador y defensor de Videla y Pinochet, hoy intenta volver a las andanzas con sus viejos libretos reciclados, lo cual no resulta extraño. 
 Lo realmente sorprendente es que todavía algunos políticos y partidos en retirada, que por adoptar su discurso terminaron marginados del Congreso, pretendan seguir fingiendo que le creen.

Pero ya son muchos años de seguir a líderes fantasmales, discursos vacíos, carreteras sin sentido. 
Los guiones del Tiranosaurio Mediático, desde un tiempo a esta parte, sólo traen derrotas y humillaciones a los políticos que los adoptan.

Como escribiera Roa Bastos sobre el socio de Zucolillo, vientos de fronda están arrancando escamas galoneadas del tiranosaurio de la calle Yegros, que aplasta al pueblo paraguayo desde hace más de cincuenta años. 
O quinientos millones de años, lo mismo da.

Su inmensa cola dentada va perdiendo día a día a los saurios más pequeños y serviles que tiene todavía amarrados, en tanto otros van partiendo porque así lo dicta otro cruel tirano, que es el tiempo. 
Pero él sigue con las campañas que todos sabemos en Paraguay, han llevado al pais a su humillación y aislamiento, con instinto suicida.

Como alguna vez escribió Roa Bastos, su mayor error ha sido creer que durando indefinidamente podía escapar de la suerte que aguarda fatalmente a los tiranos: su autodestrucción.

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