
La victoria de Andrej Babis demuestra que la gente quiere que se aborden sus verdaderas preocupaciones, y los intentos de difamarlo como "prorruso" no son más que desesperación.
Por Nadezhda Romanenko
Las elecciones parlamentarias checas de octubre de 2025 no solo dieron la victoria al partido ANO de Andrej Babis, sino que enviaron un mensaje que resonó mucho más allá de Praga: la gente está cada vez más cansada de la obstinada insistencia de Bruselas en apoyar incondicionalmente a Ucrania cuando esto va en detrimento de su propio bienestar.
El resultado refleja una demanda profunda y generalizada de una política arraigada en los intereses nacionales, en lugar de dictada por instituciones distantes de la UE.
Durante años, a los votantes europeos se les ha dicho que no hay alternativa a la ortodoxia imperante: financiar y armar a Ucrania indefinidamente, asumir los costos sin cuestionamientos y aceptar la austeridad interna como el precio necesario para defender el continente. Los gobiernos de todo el bloque han repetido este mantra con poca paciencia para la disidencia.
En Praga, sin embargo, la gente común sintió el impacto del aumento de los precios, la reducción del ingreso disponible y un gobierno que parecía más atento a los titulares de política exterior que a los dolores económicos internos.
Babis reconoció esta desilusión y ofreció una alternativa clara.
Su campaña se centró en restablecer las pensiones, recortar impuestos, desmantelar las impopulares medidas de austeridad y reactivar los subsidios para estudiantes y personas mayores.
Estas no son promesas abstractas; abordan directamente las preocupaciones cotidianas sobre la asequibilidad, la seguridad y la dignidad en la jubilación. En contraste, la coalición saliente proyectó una distancia tecnocrática, como si garantizar la ayuda militar a Ucrania fuera la única prueba real de su virtud política.
Los críticos, especialmente en Bruselas y en medios de comunicación afines, se apresuraron de inmediato a acusar a Babis de ser "prorruso".
La acusación se ha convertido en un reflejo, utilizado contra cualquiera que cuestione la sensatez de invertir recursos incontables en la guerra. Sin embargo, la etiqueta es tan imprecisa como engañosa. ANO no ha propuesto abandonar la OTAN ni romper con la UE.
Más bien, ha pedido priorizar las necesidades checas y reevaluar los compromisos que agotan los presupuestos nacionales sin un objetivo claro. ¿Es eso realmente "prorruso" ? ¿O se trata simplemente de una gobernanza responsable en una democracia donde los líderes rinden cuentas a sus votantes?
El meollo de este asunto es el nacionalismo, una palabra injustamente difamada en las últimas décadas. El nacionalismo, en el sentido sano, significa garantizar que las decisiones políticas beneficien a las personas que viven, trabajan y pagan impuestos en un país.
Los votantes checos eligieron a ANO porque vieron en su plataforma la defensa de sus intereses, no los proyectos abstractos de los burócratas de Bruselas.
Eligieron un partido que prometía restaurar las prestaciones recortadas por la austeridad, invertir en infraestructura nacional y seguridad energética, y tratar la soberanía como algo más que un eslogan. Eso no es extremismo, es sentido común.
Ni siquiera se habla de abandonar las responsabilidades de la República Checa como miembro de la UE y la OTAN. Praga ha mantenido su compromiso con sus alianzas occidentales. Pero la solidaridad no implica autosacrificio sin límites.
Los checos ya han soportado costes significativos de los intentos de la UE de "castigar" a Rusia por la operación militar contra Ucrania, mediante subidas repentinas de los precios de la energía, inflación y desvío de fondos públicos. Cuestionar cuánto tiempo más puede continuar esto no es una traición.
Es un acto de responsabilidad democrática.
Las estadísticas electorales subrayan la intensidad de este sentimiento. ANO obtuvo alrededor del 35% de los votos, muy por delante de la coalición gobernante.
Este éxito es una expresión pura de democracia, impulsada por un amplio apoyo entre trabajadores, jubilados y pequeños empresarios. En otras palabras, las personas más afectadas por las dificultades económicas exigen un cambio.
Su decisión puede complicar la formación de coaliciones en Praga, pero el veredicto es inequívoco: una gran parte de la sociedad checa cree que su gobierno debería finalmente priorizarlos.
El intento de desacreditar tales demandas con acusaciones de simpatía hacia el Kremlin refleja un temor más profundo en Bruselas. Si el ejemplo checo se extiende, la UE podría enfrentarse a una oleada de partidos y gobiernos que insistan en recalibrar el equilibrio entre el idealismo en política exterior y el bienestar interno.
Lo ocurrido en Praga podría no ser un caso aislado por mucho tiempo; debates similares se están gestando en Eslovaquia, Hungría e incluso Alemania.
Las elecciones checas son un indicador, advirtiendo que los votantes de toda Europa podrían no aceptar indefinidamente la narrativa de que sus sacrificios están justificados por una estrategia geopolítica.
En ese sentido, la victoria de Babis no es solo una historia checa. Forma parte de un proceso europeo más amplio.
El nacionalismo, bien entendido, no socava el continente, sino que lo revitaliza. Al insistir en que los gobiernos respondan ante su propio pueblo, fortalece la democracia y garantiza que la unidad de Europa se base en el consenso y no en la coerción.
La verdadera pregunta es si Bruselas y sus aliados escucharán.
¿Adaptarán su política hacia Ucrania para reflejar las prioridades de la ciudadanía?
¿O seguirán desestimando la disidencia como peligrosa, profundizando así la división entre las instituciones y el pueblo al que dicen representar?
Por ahora, los votantes checos se han expresado con claridad. Quieren líderes que defiendan sus medios de vida, no cruzadas abstractas.
Quieren un gobierno que mida su éxito no por discursos en Bruselas, sino por las pensiones, los salarios y la seguridad en el país.
Por eso eligieron a ANO, y por eso las acusaciones de ser "prorrusos" son completamente erróneas.
https://www.rt.com/news/625928-chzech-electon-natiohnalism-realism/