Jair Bolsonaro y Silas Malafaia en plena campaña 2022. Foto @PedroRonchi2
El revelador documental de Petra Costa titulado “Apocalipsis en los trópicos” brindó soporte audiovisual a un discurso cada vez más enraizado en la política brasileña, el mesianismo.
En este trabajo, la prestigiosa directora brasileña entrevistó a varias figuras de la política de Brasil, entre ellos, al propio Lula Da Silva quien, consultado, por el poder de lobby del evangelismo neopentecostal en Brasil, sostenía de forma aguda que este, a diferencia de la izquierda contemporánea y el catolicismo, ofrecía soluciones mágicas y místicas a un presente agobiante.
Más precisamente: un apocalipsis regenerador que devenga en la abundancia material para los que creen en Dios.
En este aspecto, el evangelismo reintrodujo esta variable discursiva que está presente en el sistema de creencias del protestantismo desde tiempos de Martín Lutero.
Jair Bolsonaro, el “Messias” neopentecostal
En 2018 un diputado outsider que esgrimía con toda violencia ser el portador de las armas para vencer al Mal llegaba a la presidencia de Brasil.
Por primera vez, el evangelismo sentía que lograba poner a uno de los suyos al frente del palacio del Planalto.
El ultraderechista hizo de la liturgia neopentecostal su principal arma de seducción y recaudación de votos - y fondos -. En un video analizado dentro de un artículo del investigador brasileño Fabio Py, se puede ver a un personaje clave en la construcción del mesianismo brasileño de carácter neopentecostal, Silas Malafaia.
Este pastor archiconocido también abordado en Apocalipsis en los Trópicos, en aquel video publicado en las redes de Bolsonaro, sostenía en un tono milenarista que “habrá un tiempo de prosperidad para Brasil que nunca se vio, y que todas las predicciones catastróficas serán aniquiladas en nombre de Jesús” y agregaba que los fieles debían “orar y ayunar para que la plaga que azota la tierra se termine”.
En este sentido, también agregaba que el presidente, en plena pandemia de coronavirus era un líder ungido rey para gobernar la nación por designio divino.
Este tipo de citas fueron repetidos una y otra vez por el máximo vocero neopentecostal para brindar un aura mesiánica al bolsonarismo y a Jair Bolsonaro en particular.
Una Iglesia evangélica en Brasil exhibiendo banderas de Israel y la leyenda Solo Jesús Salva. Foto: @NP__Oficial
Desde esta perspectiva, para los neopentecostales brasileños la pandemia COVID-19 era un signo de la proximidad del fin de los tiempos y una señal de castigo divino contra tantas desviaciones del ser humano.
Otra señal del Fin para los fanáticos evangélicos es la propia “vuelta” a la tierra santa del pueblo de Israel.
En este sentido, los neopentecostales interpretan la propia fundación del estado de Israel como un signo de proximidad del Apocalipsis, brindando carácter de sacralidad al gobierno israelí encabezado por Netanyahu.
Tanto el libro de Daniel como el propio libro del Apocalipsis mencionan la reedificación del templo en Jerusalén.
Lejos de una lectura antisemita, los neopentecostales resignifican las Escrituras para valorar positivamente el rol que jugaría el estado de Israel en la lucha final del ejército de Jesucristo contra el del Anticristo.
Comunistas y seguidores del Anticristo
Antaño, el discurso milenarista cristiano sostenía que quienes seguirían al falso mesías en la batalla final previa al Apocalipsis serían los judíos, posteriormente los conversos e incluso los musulmanes.
Este tópico fue reinterpretado por el neopentecostalismo pero con un desplazamiento de la objetivación de quienes tomarían las armas en favor del hijo del pecado.
La izquierda, el comunismo, la comunidad LGBT, la cultura woke e incluso la Iglesia Católica, todos estas construcciones esgrimidas por los ideólogos de la ultraderecha hispanoparlante como Agustín Laje, coinciden con la polarización que ejerce el neopentecostalismo brasileño: son los seguidores del Anticristo.
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El intento de golpe en 2023 fue un primer aviso del músculo que tiene el neopentecostalismo mesiánico
La sacralización de la política es un rasgo ya identificado por el sociólogo Emilio Gentile hace tiempo cuando teorizó sobre la cultura política del fascismo en su libro El Culto del Littorio. Una sacralización que iba de la mano y que, a la vez, competía con el discurso religioso oficial. Esta nueva ultraderecha guarda esa misma similitud con el viejo fascismo.
En Brasil en particular, encontramos un proceso de deificación de sus exponentes como Jair Bolsonaro y Michelle Bolsonaro y un uso del lenguaje religioso para definir y describir a sus adversarios políticos, para construir y reproducir las otredades que deben ser barridas en la antesala al Juicio Final, entre ellas, el PT. Al respecto, para los bolsonaristas religiosos el Partido de Lula Da Silva representa una expresión muy acabada del Mal.
Hoy por hoy, Silas Malafaia es acusado por la justicia de intentar obstruir la justicia en el contexto del intento de golpe que esgrimió Jair Bolsonaro y un grupo de “guerreros espirituales” que invadieron el Planalto en enero de 2023.
En ese contexto, se declara un perseguido religioso.
Afirma que Alexandre Moraes, juez del Supremo Tribunal Federal, está censurando al neopentecostalismo entero. En Brasil esto puede significar una declaración de guerra santa contra la justicia entera. Incluso, contra la democracia.
El intento de golpe en 2023 fue un primer aviso del músculo que tiene el neopentecostalismo mesiánico.
Mucho más allá de los intereses de la élite económica de las grandes ciudades brasileñas, el neopentecostalismo encarna otra cosa: una guerra apocalíptica en el plano metafísico, un choque directo contra la democracia, contra la ciencia y contra el pensamiento crítico en Brasil.
https://www.diario-red.com/articulo/america-latina/brasil-mesianismo-apocalipsis-guerra-santa-izquierda/20250831120000053142.html?fbclid=IwY2xjawMi-AZleHRuA2FlbQIxMQABHjMygxWDzVsgRQjwChQZ8tsyw0iPjAOHXPVPksSYNZNacEijXVJkh1F6BiHY_aem_UxrBjaXQNBJyrm-SoD6Fxw
