
EL BOMBARDEO OLVIDADO
En la historia oficial del Perú, se exalta a ciertos gobernantes como adalides de la democracia, la modernidad y el progreso.
Uno de ellos es Fernando Belaúnde Terry, a quien muchos aún recuerdan con afecto.
Sin embargo, pocos saben o quieren aceptar que bajo su gobierno, en 1964, se cometió uno de los crímenes más atroces y silenciados contra un pueblo indígena de la Amazonía: Los Matsés, también conocidos como mayorunas que habitan a orillas del río Yavarí en el actual distrito de Yaquerama provincia de Requena del departamento de Loreto, cerca de la frontera con Brasil.
Ese año, en plena efervescencia de movimientos guerrilleros en América Latina, Belaúnde no dudó en pedir apoyo militar a los Estados Unidos ,una potencia que entonces desplegaba su doctrina de guerra contrainsurgente por toda la región.
El resultado fue una operación encubierta en la zona del río Yaquerana, frontera amazónica del Perú, donde aviones norteamericanos provenientes de Panamá, junto a helicópteros de la Fuerza Aérea Peruana, bombardearon con napalm y ametrallaron a clanes enteros de los matsés. Se calcula que hubo alrededor de 3.000 muertos. Tres de los cuatro clanes fueron prácticamente exterminados.
¿El crimen? Defender su territorio. Ser indígenas. Ser considerados un obstáculo para el "progreso".
Este acto brutal ha sido documentado por el investigador Ricardo Virhuez Villafane en su libro LAS GUERRAS SECRETAS, pero la gran mayoría de peruanos nunca ha oído hablar de él.
No aparece en los libros escolares, no se enseña en universidades, no se menciona en los discursos oficiales.
¿Por qué? Porque toca nervios incómodos: la complicidad del Estado, la sumisión a intereses extranjeros y el racismo profundo que considera a los pueblos originarios como prescindibles.
No fueron guerrilleros los atacados. No eran comunistas ni una amenaza militar.
Eran peruanos, habitantes ancestrales del bosque, con su cultura, su lengua y su derecho a existir. Pero para el Estado de entonces y para muchos aún hoy, los indígenas valen poco o nada. Y si estorban, se eliminan.
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Fernando Belaúnde Terry |
La historia es clara: en 1965, el Perú autorizó que aviones extranjeros bombardearan su propio territorio para exterminar a sus propios ciudadanos.
¿Cómo llamar a eso si no es traición?
¿Qué clase de democracia permite eso? ¿Qué clase de patriotismo calla ante semejante masacre?
Cuatro años después, en 1969, el general Juan Velasco Alvarado rompería relaciones militares con Estados Unidos y expulsaría a la CIA del país.
Fue una decisión soberana que muchos han querido borrar con calificativos fáciles.
Pero Velasco, al menos, entendió que ningún país digno puede permitir que tropas extranjeras operen impunemente en su suelo ni que se masacre a sus pueblos en nombre del desarrollo.
Hoy, los descendientes de los matsés sobreviven en el olvido, cargando una memoria que nadie quiere escuchar.
¿Cuántos más deben morir para que el Perú profundo sea visto como parte del país real?
¿Hasta cuándo seguiremos premiando a los verdugos y silenciando a las víctimas?
El bombardeo al pueblo de Yaquerama no es un mito, no es propaganda.
Es una verdad incómoda. Y es hora de enfrentarla.
Porque solo con memoria se construye justicia!!.
Y sin justicia, no hay país que merezca llamarse nación!!.