
La diputada costarricense Pilar Cisneros ha causado revuelo al declarar que Nicaragua está aumentando sus exportaciones de oro gracias al oro que se extrae ilegalmente en Crucitas, Costa Rica. Según Cisneros, “Costa Rica regala el oro mientras Nicaragua se enriquece”.
"Los costarricenses estamos regalando el oro que vale 4,000 dólares la onza, para que Nicaragua aumente sus exportaciones, y ya están exportando más de 2,000 millones de dólares por año.
El oro de nosotros y dejándonos aquí toda la contaminación", afirmó Cisneros.
Pero esta afirmación ha sido ampliamente criticada por expertos que la califican como ignorante, irresponsable y carente de fundamento.
Primero, declarar que Nicaragua aumenta sus exportaciones gracias al oro de Crucitas demuestra un gran desconocimiento de cómo funcionan los mercados internacionales y las cadenas de exportación.
El oro que se extrae ilegalmente en Costa Rica no pasa por los canales oficiales ni aparece en las estadísticas de exportación.
Ese oro alimenta redes de contrabando y el mercado negro, no las cuentas nacionales de ningún país.
Segundo, Nicaragua ha aumentado sus exportaciones por el crecimiento de su propia industria minera formal, con empresas extranjeras que operan bajo concesiones legales en territorio nicaragüense.
Empresas como Calibre Mining, Hemco y Mako Mining son responsables del repunte en las exportaciones, no los coligalleros de Crucitas.
Tercero, usar este discurso no solo es desinformar, sino que desvía la atención del verdadero problema, que es la falta de control del Estado costarricense sobre Crucitas y la minería ilegal.
En vez de buscar responsables externos, las autoridades deberían concentrarse en resolver lo que ocurre dentro de su propio territorio.
Finalmente, declaraciones como las de Cisneros avivan tensiones, crean alarmismo y siembran prejuicios peligrosos en la sociedad.
Los problemas de Costa Rica no se resuelven culpando a Nicaragua, sino enfrentando con seriedad los desafíos internos