
A propósito del fallecimiento de Vargas Llosa
Fragmento de carta de Haydée Santamaría a Vargas Llosa
"Usted no ha tenido la menor vacilación en sumar su voz –una voz que nosotros contribuimos a que fuera escuchada– al coro de los más feroces enemigos de la Revolución Cubana, una Revolución que tiene lugar, como hace poco recordó Fidel, en una plaza sitiada, en condiciones durísimas, a noventa millas del imperio que ahora mismo agrede salvajemente a los pueblos indochinos.
Con tales enemigos al alcance de la vista y nos pocos enemigos internos, esta, como toda Revolución, debe defenderse tenazmente o resignarse a morir, a dejar morir la esperanza que encendimos en el Moncada y en la Sierra y en Girón y en la Crisis de Octubre; a dejar morir de veras a Abel, a Camilo, al Che.
Y nosotros no dejaremos nunca que esto ocurra y tomaremos las medidas que sean necesarias para que esto no ocurra.
Por esto fue detenido un escritor, no por ser escritor, desde luego, sino por actividades contrarias a la Revolución que él mismo ha dicho haber cometido; y usted que acababa de visitar nuestro país, sin esperar a más, sin conceder el menor crédito a las que pudieran ser razones de la Revolución para proceder así, se apresuró a sumar su nombre a los de quienes aprovecharon esta coyuntura para difamar a nuestra Revolución, a Fidel, a todos nosotros.
Este escritor ha reconocido sus actividades contrarrevolucionarias, a pesar de lo cual se halla libre, integrado normalmente a su trabajo. Otros escritores también han reconocido sus errores, lo que no les impide estar igualmente libres y trabajando.
Pero usted no ve en todo esto sino «un lastimoso espectáculo» que no ha sido espontáneo sino prefabricado, producto de supuestas torturas y presiones. Se ve que usted nunca se ha enfrentado al terror.
Se ve que nunca ha tenido la dicha de ver a hermanos que por lo único que se conocía que eran ellos era por la voz y esa voz era para decirles a quienes les arrancaban la vida en pedazos su fe en la lucha, en la victoria final, su fe en la Revolución, en esta Revolución a cuyos peores calumniadores usted se ha sumado.
Después de lo cual se sienta usted a esperar las invectivas que teme o desea. Sin embargo, Vargas Llosa, pocos como usted conocen que no ha sido nunca costumbre nuestra proferir invectivas contra gentes como usted.
Cuando en abril de 1967 usted quiso saber la opinión que tendríamos sobre la aceptación por usted del premio venezolano Rómulo Gallegos, otorgado por el Gobierno de Leoni, que significaba asesinatos, represión, traición a nuestros pueblos, nosotros le propusimos «un acto audaz, difícil y sin precedentes en la historia cultural de nuestra América»: le propusimos que aceptara ese premio y entregara su importe al Che Guevara, a la lucha de los pueblos. Usted no aceptó esa sugerencia: usted se guardó ese dinero para sí, usted rechazó el extraordinario honor de haber contribuido, aunque fuera simbólicamente, a ayudar al Che Guevara.
Lo menos que podemos pedirle hoy los verdaderos compañeros del Che es que no escriba ni pronuncie más ese nombre que pertenece a todos los revolucionarios del mundo, no a hombres como usted, a quien le fue más importante comprar una casa que solidarizarse en un momento decisivo con la hazaña del Che.
¡Qué deuda impagable tiene usted contraída con los escritores latinoamericanos, a quienes no supo representar frente al Che a pesar de la oportunidad única que se le dio!
(...)
La invectiva contra usted, Vargas Llosa, es su propia carta vergonzosa: ella lo presenta de cuerpo entero como lo que nos resistimos a aceptar que usted fuera: la viva imagen del escritor colonizado, despreciador de nuestros pueblos, vanidoso, confiado en que escribir bien no solo hace perdonar actuar mal, sino permite enjuiciar a todo un proceso grandioso como la Revolución Cubana; que, a pesar de errores humanos, es el más gigantesco esfuerzo hecho hasta el presente por instaurar en nuestras tierras un régimen de justicia. Hombres como usted, que anteponen sus mezquinos intereses personales a los intereses dramáticos de lo que Martí llamó «nuestras dolorosas Repúblicas», están de más en este proceso."