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La batalla que definirá el futuro de la geopolítica es monetaria

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***La encrucijada del dólar y las amenazas de Trump.

El presidente Donald Trump ha intensificado su estrategia arancelaria al anunciar un aumento de 25% a todas las importaciones de acero y aluminio con el objetivo de corregir lo que él percibe como desequilibrios comerciales en detrimento de Estados Unidos.

Esta decisión anticipa nuevas medidas dirigidas contra países específicos con los que el presidente estadounidense considera que existe un déficit comercial significativo.

Las políticas arancelarias de Trump pueden entenderse no solo como un mecanismo para "corregir déficits comerciales o proteger la industria estadounidense" sino también como un intento de reforzar la hegemonía del dólar antes de que nuevas monedas ganen terreno en el sistema financiero global.

Estrategia arancelaria: ¿la moneda?

Trump ha diferenciado entre dos tipos de aranceles en su política comercial. Por un lado, los "aranceles punitivos", que funcionan como herramientas de presión política y han sido utilizados contra países como Canadá, México y Colombia en cuestiones de inmigración y tráfico de drogas. Por otro, los "aranceles estructurales a largo plazo", cuyo objetivo es redefinir las relaciones económicas globales de manera permanente.

Según el senador Bernie Moreno, aliado republicano en el Senado, esta última categoría de aranceles será una realidad permanente en la política comercial estadounidense.

En términos prácticos, los aranceles punitivos son tácticos y negociables, mientras que los estructurales buscan remodelar el comercio y fortalecer la posición de Estados Unidos en la economía global.

Estas medidas tienen implicaciones directas en el ámbito monetario. 

Al encarecer las importaciones y presionar las economías extranjeras, se fomenta la búsqueda de alternativas al dólar en el comercio internacional, como lo evidencian los recientes acuerdos bilaterales en monedas locales entre potencias emergentes, "el yuan ha ganado participación de mercado desde la segunda mitad de 2022 y particularmente en 2023 porque ha demostrado ser la mejor manera de escapar de las sanciones de los países del G7", asegura Alicia García-Herrero, economista del banco Natixis.

De hecho, Rusia ahora utiliza casi exclusivamente el yuan en su comercio con China. El viceprimer ministro ruso, Andrei Belousov, dijo que en 2023 el uso del rublo ruso y del yuan chino en el comercio entre los dos países alcanzó 95%.

Sin embargo, esta misma coerción presenta un dilema: si bien busca fortalecer la preeminencia del dólar, también incentiva a los países afectados a acelerar sus esfuerzos para desdolarizar sus economías.
Brics+ en la contienda

Un ejemplo claro de esta estrategia de contención se evidenció cuando Trump amenazó con imponer aranceles de 100 % a los países de los Brics+ si avanzaban en la creación de una moneda alternativa al dólar. 

"La idea de que los países Brics están tratando de alejarse del dólar, mientras nosotros nos quedamos de brazos cruzados y observamos, ha terminado", advirtió en su red Truth Social.

Para Gabriel Merino, investigador del Conicet en Argentina, Trump se está situando estratégicamente en la próxima gran disputa de la transición de poder mundial: la batalla monetaria.

El dólar ha sido la moneda de reserva dominante durante más de un siglo, lo que ha permitido a Estados Unidos ejercer una influencia sin precedentes en la economía global. 

Sin embargo, su participación en las reservas internacionales ha caído de 71% a principios de siglo a cerca de 60% en la actualidad, lo cual refleja la búsqueda de alternativas por parte de otros actores globales.

Perder este dominio implicaría consecuencias severas para Estados Unidos, indica Merino:El debilitamiento de una herramienta clave para la guerra económica.

Un ajuste drástico en la economía estadounidense, que dejaría de beneficiarse del "privilegio extraordinario" de emitir la moneda global.

El riesgo de una crisis financiera si la burbuja monetaria, alimentada por la emisión descontrolada de dólares, la expansión de la deuda y las compras de activos por la Reserva Federal, estalla.

Durante décadas Estados Unidos ha utilizado el dólar como un arma de coerción económica, restringiendo su acceso a países considerados adversarios y bloqueando transacciones mediante mecanismos como la exclusión de bancos de la red Swift, la congelación de activos y sanciones ilegales a empresas que comercian con ciertos gobiernos.

No obstante, estas acciones han incentivado la búsqueda de sistemas financieros alternativos. La paradoja es que, mientras Estados Unidos recurre a medidas coercitivas para proteger la hegemonía del dólar, esas mismas acciones erosionan la confianza en la moneda.

En el sistema financiero, la estabilidad y la previsibilidad son factores determinantes para la permanencia de una moneda como referencia global. Si una divisa deja de ofrecer garantías de estabilidad o se convierte en un arma de presión política, los países y mercados buscarán alternativas más seguras.

Desafíos y avances

En este sentido, los Brics+ han estado promoviendo activamente sistemas de liquidación en monedas distintas al dólar, como el uso del yuan en acuerdos comerciales y la implementación de mecanismos de pago bilaterales entre sus miembros o, incluso, la plataforma de pago transfronterizo Brics Bridge.

La persecución financiera por parte de Washington podría acelerar estos esfuerzos y consolidar un ecosistema financiero menos dependiente del sistema occidental. Por ejemplo, antes del conflicto en Ucrania, el yuan representaba solo 0,4% de las exportaciones rusas, mientras que ahora esta cifra aumentó a 34,5%, según datos de inicio del año 2024.

El avance de los Brics+ y otras iniciativas de desdolarización aun está en desarrollo, pero están orientadas a consolidarse como una alternativa viable y confiable al dólar en el mediano y largo plazo.

En este contexto, los aranceles y sanciones ilegales de Trump son solo una pieza dentro de una estrategia más amplia para contener la transición hacia un mundo multipolar. No solo penaliza a los países que considera adversarios sino que también presiona a empresas y entidades de terceros países mediante restricciones comerciales y amenazas de exclusión del sistema financiero dominado por el dólar.

Ante esto, el impulso hacia la desdolarización, producto de necesidades económicas y transaccionales concretas, se ha acelerado y profundizado en los últimos años.

Las acciones perfiladas por Trump contra la multipolaridad económica y el esfuerzo por la desdolarización se trata, en última instancia, de una maniobra para preservar la primacía de Estados Unidos en el ámbito monetario y financiero, que sigue siendo su principal herramienta para la conservación de su declinante poder hegemónico.

En definitiva, el desafío que enfrenta no proviene únicamente de sus adversarios sino del riesgo de que su propia estrategia acelere la pérdida de tracción del dólar como moneda dominante en el comercio internacional, pero también como pilar central sobre el que se ha sostenido el sistema financiero que conocemos.

No es solo una disputa comercial; es una batalla por la preservación del dominio monetario y el futuro de la geopolítica.

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