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***La Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), fundada en 1974, comenzó como una cumbre ideológica del conservadurismo en Estados Unidos.
Con el tiempo, se ha transformado en la mayor reunión de activistas, políticos, empresarios, millonarios, ejecutivos, comunicadores y otros representantes de la extrema derecha estadounidense, que proclaman la defensa de lo que consideran tradiciones nacionales, valores cristianos, morales y familiares, como así como la supremacía nacional.
Además, apoyan la economía capitalista, la libre empresa, la propiedad privada, el individualismo y la “democracia occidental”.
Escrito por Juan J. Paz-y-Miño Cepeda
En las últimas décadas, sus ideas y encuentros se han internacionalizado. Actualmente, el CPAC sirve como foro de apoyo al presidente electo Donald Trump y ha ampliado su influencia en América Latina, coincidiendo con el resurgimiento del conservadurismo en la región.
Este movimiento combina la ideología neoliberal, la dominación de grandes grupos económicos y el establecimiento de gobiernos corporativos.
Un evento clave fue la reciente reunión del CPAC celebrada en Buenos Aires, Argentina, el 4 de noviembre de 2024, promovida con entusiasmo por el presidente Javier Milei, pocas semanas después del CPAC en Palm Beach, EE. UU.
Al CPAC -Argentina/24 asistieron figuras como Matt Schlapp (presidente del CPAC), Lara Trump, Steve Bannon, Jair Bolsonaro, Eduardo Bolsonaro, Santiago Abascal, Barry Bennett, el multimillonario mexicano Ricardo Salinas Pliego, el alcalde de Lima Rafael López Aliaga, Eduardo Verástegui, Agustín Laje, María Corina Machado y varios legisladores y ministros argentinos, entre ellos Luis “Totó” Caputo y Patricia Bullrich.
La figura central fue el presidente Milei, quien presentó un decálogo de consignas políticas, subrayando la necesidad de librar la "batalla cultural" contra el socialismo y el marxismo cultural. Milei también pidió la creación de una "internacional de derecha" y una "red de apoyo mutuo" para difundir "las ideas de libertad".
La filosofía de la reunión promovía un Estado mínimo, la privatización, la glorificación del mercado y de la empresa privada y el rechazo de los derechos sociales y laborales.
También se ha propuesto una visión tradicional de la familia y de la religión cristiana, en línea con el capitalismo rentista. Milei, descrito como el primer presidente anarcocapitalista del mundo, se presenta como un símbolo de la ultraderecha global.
Sin embargo, los libertarios anarcocapitalistas de la región ignoran o distorsionan la historia latinoamericana. El capitalismo en la región surgió después de las independencias, pero no resolvió los problemas de pobreza y desigualdad.
El progreso en los derechos laborales, sociales y ambientales se logró a través de movimientos sociales, políticas estatales y gobiernos populistas entre los años 1930 y 1950.
En contraste, el neoliberalismo latinoamericano impulsado por el FMI y el “Consenso de Washington” ha consolidado una élite empresarial hegemónica en un contexto de profunda desigualdad.
Milei y los anarcocapitalistas desprecian al Estado, al que consideran una “organización criminal”.
Sin embargo, olvidan que, históricamente, el Estado también ha promovido la industrialización, el desarrollo económico y la redistribución de la riqueza en la región.
Por otro lado, Karl Marx, con gran oposición de los libertarios, advirtió que la abolición de la propiedad privada y la socialización de las fuerzas productivas son esenciales para superar la opresión capitalista.
En este contexto, la izquierda latinoamericana se encuentra frente al desafío de la "batalla cultural" lanzada por la derecha internacional, una lucha de clases moderna que se desarrolla tanto en la política como en la economía y la cultura.
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