VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

En Venezuela el pueblo es quien decide

En Venezuela el pueblo es quien decide
**Este artículo lo escribí en 2020, en ocasión de las elecciones legislativas en Venezuela. 

Cuatro años después el presidente Maduro ha vuelto a ganar las presidenciales contundentemente ante una oposición más rabiosa y una coyuntura internacional diferente , pero siempre con dos hechos invariables : 

La terquedad del imperialismo yanqui de destruir la Revolución bolivariana y la inquebrantable voluntad de lucha y victoria del pueblo venezolano y su dirección política.

Otras condiciones, la misma batalla!

EN VENEZUELA EL PUEBLO ES QUIEN DECIDE


De primas a primeras, como se dice popularmente, para el poco avezado en política o para los que en lejanía están pendiente del acontecer y la lucha de la Venezuela bolivariana y chavista (como nosotros, la totalidad del Sandinismo), la promesa del Presidente Nicolás Maduro en un reciente acto público aceptando el “reto” de la oposición más recalcitrante, vendepatria de su país, de que si la “oposición” vuelve a ganar las elecciones parlamentarias venezolanas, él renuncia a la presidencia inmediatamente, puede parecernos temeraria, un exabrupto o lapsus calami, producto de un momento de emoción, cansancio o un “libretazo” (inconsulto como todos los “libretazo), fuera del texto de su discurso.

“Realmente hay que ser muy incauto, estar desesperado o fuera de la realidad de Venezuela y su entorno hostil para ofrecer tal barbaridad”, quizá piensen ésas personas alarmadas.

En realidad una promesa de tal magnitud, viniendo del mismísimo Presidente de la Republica y conociendo la coyuntura que desde hace cinco años (cuando el chavismo sufrió su única derrota política en las 24 elecciones realizadas durante los 21 años que lleva en el poder) le ha tocado enfrentar con valentía y entrega sin límite a su gobierno y al pueblo de Venezuela, es demasiado arriesgada y se lastra a sí mismo de mayor presión y además hace parecer ante el universo mediático que su acostumbrada férrea voluntad y ánimo inclaudicable de lucha tambalea, concediéndole cierta ventaja psicológica o lo que es peor, política, a sus adversarios.


Las elecciones de este próximo domingo seis de diciembre (o “6D”como el pueblo bolivariano le está llamando, en clara alusión al día “D”, tan afamado en la historia contemporánea como sinónimo de día de victoria), son vitales para el gobierno, la Revolución bolivariana y chavista y por supuesto, para el pueblo venezolano.

En ellas, un poco más de veinte millones de ciudadanos tienen la posibilidad, haciendo uso de la gran conquista del voto popular masivo, regresado al pueblo veintiún años atrás por la lucha victoriosa del Comandante Chávez y el chavismo, no solo de revertir el gran daño causado a la nación por los vendepatrias y el Imperialismo yanqui que han saqueado, malversado los recursos y riquezas y han creado un cerco político y económico hostil que causa enorme, daño preferentemente a las clases populares y al desarrollo de Venezuela, sino de conquistar de nuevo el supremo instrumento legal (dentro de la democracia burguesa) que dé legitimidad nacional e internacional a los profundos cambios que están por venir y que deben de encaminar a la patria de Bolívar –según lo dicho por el Comandante Chávez, el presidente Maduro y refrendado por su pueblo- sobre la ruta que conduce al Socialismo.

No ganar el domingo significa seguir enfrentando en condiciones políticas, diplomáticas, sociales y económicas desventajosas los golpes del enemigo, en cambio ganar (y ganar aplastantemente, con poca abstención y en cada una de las elecciones del domingo) equivale a que -como los grandes boxeadores- la Revolución bolivariana tome un segundo aire, suelte los brazos, pase a la ofensiva y agobie con todo tipo de golpes hasta mandar a la lona a su contrincante. Es claro que la lucha continuara porque el enemigo es poderoso, pero la victoria electoral abrirá nuevas perspectivas.

El presidente Nicolás Maduro Moros ha demostrado durante los siete largos años al frente de su nación y de permanente enfrentamiento contra la oligarquía nacional y la política intervencionista de dos administraciones yanquis que no solo tiene principios revolucionarios anclados en el legado de Bolívar y el comandante Chávez, de que es valiente e inclaudicable frente al Imperio y sus lacayos, sino que es un líder capaz, a la altura de los grandes desafíos que enfrenta su país y de las aspiraciones de paz y desarrollo que necesita el pueblo venezolano. Es un Estadista. Un Estadista revolucionario.

Así que hay que hilar fino para tratar de encontrar las claves de la aceptación de esa “píldora envenenada” que parece ser el “reto” de la oposición vendepatria de su país, asesorada por la Secretaria de Estado del presidente Trump, que en estos días está saliendo por la puerta trasera de la historia y que dicho sea de paso, junto con Obama -su predecesor- han sido los campeones en aplicar “sanciones” que en realidad son un componente “novedoso” de la política exterior imperialista encaminada a desestabilizar gobiernos y lograr cambios políticos mediante la devastación de su economía. 

A lo largo de la historia, los gringos han aplicado tal “política” a una treintena de Estados soberanos, sin embargo, a ninguno con más saña que contra Cuba y Venezuela.

¿Qué puede haber entonces detrás de tan “extraña” reacción del Presidente Maduro?

En primer lugar desechemos la palabra “reacción”, pues un gran estratega no va a la zaga, no es reactivo, sino que propone, coloniza el campo de acción, es propositivo, juega con la táctica, buscando réditos estratégicos que lo acerquen a la victoria. Y en este momento por “victoria” (y ENORME victoria) se entiende ganar por parte del Gran Polo Patriótico Simón Bolívar, liderado por el Partido Socialista Unido de Venezuela, abrumadoramente las elecciones legislativas logrando la mayor cantidad de los 277 escaños en juego.

El presidente Maduro sabe que pese a las dificultades sociales que la ciudadanía venezolana esta hoy viviendo como resultado del cerco económico gringo y de sus aliados, la mayoría del pueblo está organizada y dispuesta a defender su soberanía y sus conquistas, que debe salir masivamente a votar y para eso cualquier incentivo, cualquier palabra de compromiso de sus líderes juega también un rol moralizador. 

“Si ellos ganan, todos perdemos: Ustedes y también yo, pero estoy seguro en el triunfo, creo en mi pueblo y en su compromiso”, parece decirle con el Presidente a la gente.

Al tomar “la apuesta” el Presidente, siembra el desconcierto, persigue dispersión en una opinión pública (sobre todo la clase política europea) propensa a creer y actuar en consonancia con las artimañas gringas. Su seguridad en el triunfo, es seguridad en que sus votantes son la mayoría y los votos mayoritarios dan legitimidad. 

Un gobierno que con menos recursos logró con más efectividad, menor letalidad y tiempo que muchos países del llamado “primer mundo” derrotar al covid-19 y ahora el pueblo saldrá sin miedo a ningún contagio a poner las cosas en su lugar.

La “oposición” (cuyos líderes más “importantes”, es decir más arrastrados ante gobierno gringo, no participarán en las elecciones legislativas en un intento inútil de deslegitimarlas, además de llamar al abstencionismo) intenta dar un manejo mediático a la jornada del próximo domingo encaminado a fijar la opinión en el publico (y sobre todo en los tomadores de decisión de la política gringa y europea), de que estos comicios legislativos son una especie de “plebiscito” sobre el mandato del presidente Nicolás Maduro.

Sin embargo, la astucia política del Presidente se pone de manifiesto al “jinetear” hábilmente este presupuesto mediático de sus adversarios (enemigos, realmente) y estando seguro de la victoria de su coalición, asume desde una tribuna publica el “reto” y tácitamente acepta (sin hacerlo “oficialmente”) que el domingo los ciudadanos “también legitimarán o no” la presidencia del compañero Maduro.

Es decir, como dice la canción de ABBA, el que gana lo gano todo: Venezuela recuperará la legitimidad de una verdadera Asamblea Nacional y aunque las Naciones Unidas ayer han ratificado su reconocimiento como único Presidente de la República de Venezuela a Nicolás Maduro, los adversarios extranjeros y por supuesto, la oposición vendepatria tendrán que atenerse al “plebiscito” y a regañadientes también sumarse al reconocimiento mundial.

Sin ningún temor hay que reconocer que perder también es una opción, es parte del juego, de las probabilidades y de la vida misma. Así que nunca hay certeza al cien por ciento en ningún triunfo, máxime en política, pero cuando un buen líder lucha junto al pueblo, el triunfo es casi seguro.

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