Es verdad lo que dice mi hermana en la imagen. Ivania Gutiérrez tendría unos 12 años cuando yo la llevé a la clase de mi profesor de Periodismo I., William Ramírez.
Nosotras ya éramos del Frente y yo me embelesaba con su clase porque él no disimulaba su opción por los oprimidos, nos hacía llamados a comprometernos y denunciaba en el aula las atrocidades de la dictadura somocista.
Era exigente y riguroso pero también muy amistoso con sus alumnas y alumnos.
Consejos tan sencillos como "lean todo lo que caiga en sus manos" yo los seguí al pie de la letra y los acato hasta el día de hoy.
La considero una de sus más valiosas enseñanzas.
Ningún profesor me ha influido tanto como él. William publicaba periódicamente, en La Prensa, una esquelita, cuyo nombre no recuerdo, que yo leía siempre casi deletreándola, para impregnarme de su estilo de redacción.
Él se fue a la clandestinidad, o al menos se perdió de la UNAN en los primeros meses del año 75 -después del Asalto a la Casa de Chema Castillo- periodo en el que junto con Walter Mendoza, mi mamá y mi hermana Flor de María, quedamos desconectadas del Frente, producto de la captura de René Núñez el 28 de diciembre de 1974. Luego supimos que estaba en la montaña.
Walter, que acababa de ingresar a la Universidad, y yo desesperados por estar sin contacto con el FSLN buscábamos infructuosamente ser reclutados por el FER y nos insinuábamos con Aura Ortiz pero ella nunca nos puso mente.
Un día de tantos Aura Ortiz se apareció a buscarme en el aula, y con esa forma tan transparente y espontánea de ser de esta gran mujer, heroína de la patria, me contó que mi profesor William Ramírez S. había dejado una carta recomendando que me reclutaran para el FER. ¡Qué honra!
Luego supe que la razón de su recomendación fue el examen final de la clase de Periodismo I. el último examen que William aplicó antes de irse a la montaña. Dos preguntas eran el examen.
La primera: Diga si los comunicados que el FSLN publicó durante el Asalto a la Casa de Chema Castillo son propaganda o agitación.
La segunda también estaba relacionada con el victorioso operativo.
Todavía me recuerdo contestándolos sin respirar y con mi lápiz volando en el papel. Me saqué 98.
A partir de ese momento integramos una célula del FER, Walter, Aura Ortiz, Ramón Cabrales y yo, bajo la responsabilidad de Antenor Rosales, el Capi.
Otra cosa que agradecerle a William porque entre las mejores cosas de mi vida está el haber sido militante del FER, eso le dio un inmenso valor agregado a mis estudios de periodismo, a mi militancia en el FSLN y a mi vida en general.
Al Capi, mi hermano a quien quiero muchísimo, también le agradezco sus aportes en mi formación.
Al triunfo de la Revolución en aquellos maravillosos días de desorden y vorágine me encontré con William en el Hotel Intercontinental desde donde operaba Tomás Borge, bajo cuya responsabilidad estaba yo.
Cuando me vio me preguntó qué estaba haciendo. Le conté brevemente e inmediatamente me dijo, "nada de eso, te vas conmigo", orden que acaté a lo inmediato.
Y así, sin siquiera avisarle a la compañera (Julia González) y compañeros (Fidel Camilo Mayorga, Julio Cesar Castillo Sandino y Walter Castillo Sandino) con los que compartía una casa a la que nos llevó el Comandante Borge, aparecí en un cuartel, creo que ya se llamaba Walter Mendoza, del que Ramón Cabrales era segundo jefe.
William y Nacho estaban organizando las Tropas Especiales y yo fui nombrada Comisaria Política. A William, a Ramón y a mí nos unían muchísimas cosas pero sobre todo el amor, respeto y admiración por Walter Mendoza.
Con uniforme militar, un rifle al hombro y un maletin del que él me había responsabilizado William, yo lo acompañaba a todos los lugares a donde iba. Era casi su escolta.
Fue un mes aproximadamente en una vida en la que se me prolongó la clandestinidad porque, salvo en una ocasión en que fui a escondidas a Matagalpa -con la complicidad de Ramón Cabrales- a ver a mi mamá, después de años de no vernos y a decirle que estaba viva, mientras estuve allí nunca pude ir a Matagalpa nuevamente.
Pero así como llegué me fui. Siempre en los pasillos del Intercontinental, me encontré con Bayardo Arce Castaño y cuando le conté en qué estaba se enojó muchísimo, me regañó y me dijo "te espero mañana en la Casa Juan de Dios Muñoz a las 7 a.m."
Naturalmente que acaté la orden. BAC fue quien llegó a Matagalpa a recontactarnos después de la captura de René, fue mi jefe cuando estuve clandestina en Managua y luego era nuestro jefe en la cárcel.
Ya estábamos a la altura de septiembre del 79 y desde ese día asumí como responsable de propaganda de la Secretaría Nacional de Propaganda y Educación Política del FSLN, nuevamente bajo la responsabilidad de Bayardo Arce, otro ser muy, pero muy relevante para mi formación y aprendizajes.
Y durante todo el tiempo de la Revolución, cuando se formaban comisiones en las reuniones de la Asamblea Sandinista casi siempre me tocó integrar las que William presidía y él invariablemente me nombraba secretaria de la comisión.
Y qué tormento, revisaba minuciosamente el acta cuando yo se la entregaba y, ya a esas alturas, yo defendía mi redacción pero el siempre me ganaba. Porque él nunca dejó ni ha dejado de ser mi maestro de Periodismo I.
Así que como dice el mensaje de mi hermana Ivania-que he compartido- ella siendo casi una niña y sin haberse bachillerado cursó la clase de Periodismo I en la Escuela de Periodismo de la UNAN y tuvo por unos días como profesor al mejor maestro de la Escuela, y el mejor maestro que he tenido en mi vida: William Ramírez S.
11 de marzo 2021