Aire de buitre removiendo el águila
mira de un mar al otro mar;
encapuchados danzan hombres fúnebres,
baten un fúnebre timbal
y encendiendo las tres letras fatídicas
con que se anuncia el Ku Klux Klan,
lanzan del Sur un alarido unánime:
¡Va por la muerte, por la muerte va!
Versos de Elegía de Jesús Menéndez, del gran poeta cubano Nicolás Guillén.
Por las mangas de la toga salen dos garras nudosas con uñas curvas como clavos torcidos, garras parecidas a las de los buitres, pero éstas tienen cinco dedos. Al fondo de las mangas se encuentra un juez inglés. El juez externaliza el trabajo de matar, y, mientras tanto entierra vivo. De todos los casos que se pueden nombrar con juez inglés es suficiente el de Julián Assange.
El juez inglés del Tribunal Superior de Justicia británico vuela para coger altura, se ponía peluca para que los piojos no se viesen saltando en su cabeza, también para no ser reconocido en la calle, y, desde luego, para darse importancia ante el resto de la gente; el juez inglés se sitúa en las corrientes térmicas más altas y con las mangas de la toga extendidas da vueltas sobre grandes extensiones para localizar visualmente el oro mientras grazna “¡oro!”, “¡oro!”, “¡dinero!”, “¡dinero!”, materia sobre la que caer y robarla con sus garras clavadas.
Les pido perdón por la autocita, pero al acercarse la fecha en que unos jueces buitres carroñeros, que contemplan al ser humano Assange mientras lo intentan matar por declarar la verdad, no he podido por menos que recuperar esa imagen. En el artículo, tras la mención a Assange, me refería a una actuación que iban a tener sobre Cuba, y después les salió mal.
En la persecución de Julián Assange llevan más de una decena de años, no tienen acusación contra él, se les ha caído todo, es absolutamente inocente, pero la maldad engordada con los intereses imperialistas es su herramienta ejecutiva, así encierran a persona tan digna en la prisión “Guantánamo” de Inglaterra.
Ya han conseguido causarle daños irreparables, le han secuestrado para que sus hijos no puedan disponer del padre ejemplar ante el mundo, y procurarán entregarle a los asesinos yanquis que se lo han puesto como tarea, haciendo el silencio en sus medios corporativos para evitar el escándalo mundial.
Assange lleva 4 años prisionero en Belmarsh, y llevaba 7 en la Embajada de Ecuador donde se había refugiado protegido en su momento por el presidente Correa, pero el que sucedió a Correa permitió el asalto a la Embajada y su secuestro, mientras hacía acusaciones tan mentirosas como las de Pompeo, estaba bien mandado.
Aun así, quienes estaban detrás de esa acción ilegal, Hilary Clinton y Mike Pompeo, debido a que no pudieron llevárselo con el agarre garrañudo de los jueces, presionaron en la buitrera para que Assange sea asesinado con un dron o que fuese secuestrado o por lo menos envenenado, tan acostumbrados estaban los dos a hacer eso en sus invasiones y golpes. Hilary y Mike hacen un tandem que debería pasar por la CPI, tribunal dedicado a juzgar a personalidades de la criminalística.
Nuestro héroe sacó a la luz los correos en los que mostraba cómo la señora había falsificado en el partido demócrata todo lo falsificable para salir elegida por encima de Bernie Sanders. La vieja se dio la vuelta en su misma piel y apareció su dominantehisteria, no digo “ictericia” digo “histeria”, saben lo que quiero decir, pues eso, apareció su histeria y mandó que le entregasen al prisionero.
Se miraba al espejo y se reía histéricamente, enseñando los colmillos puntiagudos cargados de veneno y los ojos abiertos e inflados como globos: “¡vinimos, vimos y él murió”, perdón, eso lo dijo riéndose cuando sus mercenarios asesinaron a Gadafi. Después de falsificar los resultados de las elecciones, todos en ese engendro corrupto de “partido” estuvieron de acuerdo en que el engaño era lo que los mostraba como son y se felicitaron.
No en vano el otro ofendido porque un periodista honrado sacó a la luz los documentos de la CIA cuando el maestro en mentir, engañar y robar, lo dijo el mismo Pompeo, se creyó que nadie debía atreverse a señalar cada una de sus acciones criminales, entonces es cuando pidió que se le envenenase o se le secuestrase.
El único que se ha puesto frente a semejantes personajes es Julián Assange, y el día 21 de febrero van a disponer de su vida los jueces garrañudos que le han encerrado en la prisión más peligrosa de la isla inglesa. Hilary, Pompeo, jueces. Queda en las buenas gentes defensoras de los Derechos que nos pertenecen, la movilización que exija el respeto a la libertad de Julián Assange, el Héroe de la Verdad, entregarlo a los monstruos es condenarlo de por vida, es, por tanto, un acto criminal. La vida de Assange sí importa.
Ramón Pedregal Casanova