VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

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Nicaragua: El Caso de Fausto Amador Arrieta

Cmdte. Carlos Fonseca y su hermano Fausto Amador Arrieta

Sabemos muy bien que en la lucha anti somocista contamos con el apoyo y solidaridad del noble pueblo tico, especialmente el del Costarricense Sergio Erick Ardón Ramírez, un revolucionario leal y consecuente con la lucha de los pueblos.

DE LA HISTORIA

Terminando la década de los años 60, la lucha contra la tiranía dinástica de los Somoza ganaba fuerza en Nicaragua.

Como no podía ser de otra manera los costarricenses nos vimos involucrados.

El Frente Sandinista de Liberación Nacional fue la cabeza combativa del pueblo nicaragüense.

La lucha desigual entre jóvenes mal armados contra un ejército moderno, teñía de sangre los suelos de las ciudades y campos.

Lo que sabíamos nos convocó a brindar solidaridad, sin condiciones y sin reparos.

La presencia en el país, en condiciones de clandestinidad de Carlos Fonseca , líder indiscutible de aquellos jóvenes nos llevó a brindar todo tipo de apoyos.

El gobierno nacional de José Joaquín Trejos Fernández, en cambio, colaboraba con Anastasio Somoza en la persecución y represión del sandinismo..- (José Joaquín Trejos Fernández (San José, 18 de abril de 1916 - 10 de febrero de 2010) fue un economista, educador y político costarricense, y el 35.° Presidente de la República de 1966 a 1970.)

Es en esas condiciones que se dá lo que paso a contar.

Me mueve la preocupación de que se pierdan en el olvido hechos que sucedieron que dicen del grado de compromiso solidario que muchos asumimos.

Un grupo numeroso de sandinistas regresaba a su país, después de haber recibido instrucción conspirativa y militar en Cuba.

La mayoría de ellos lo hacía pasando por Panamá y Costa Rica. Otros entraban por Honduras.

Aquí se les recibía y se les ubicaba discretamente en casas de colaboradores.

Fue así que conocimos a Carlos Fonseca y a otros miembros de la Dirección Nacional del FSLN.

El hermano de Carlos, Fausto Amador, entró a Nicaragua desde Honduras y a través de su padre, hombre de confianza de Somoza, se declaró ajeno a la lucha y desertó.

Fausto tenía mucha información, y al conocerse su deserción, Carlos creyó necesario, para minimizar el golpe, denunciarla públicamente, al tiempo que se le advertía de las consecuencias de una traición.
Sergio Erick Ardón Ramírez

En los estudios de Radio América Latina, de José Francisco Aguilar Bulgarelli, se grabó un casette en el que Carlos explicaba lo sucedido, desmontaba las mentiras de Fausto, entre ellas que Carlos había abandonado la lucha, y hacía sus advertencias a Fausto.

Había que hacer llegar el casette a Managua para darlo a conocer.

El tiempo era vital, si Fausto añadía a su deserción el dar información sensible se ponían en peligro muchas vidas y los planes de acciones ofensivas.

Se nos pidió ayuda.

Había que armar apuradamente una pareja que simulando viaje de luna de miel, superara los controles fronterizos, que eran intensos, y entregara en Managua el casette.

Se hacían necesarias gentes de aplomo y atrevidas. 

A la propuesta, tanto Virginia González como Plutarco Hernández, que no se conocían entre si, no lo dudaron para dar su sí. Ellos irían.

En un carro alquilado cruzaron la frontera sin contratiempos. 

Una pareja de ticos. Él, alto, de buen ver, con pinta de niño bien, ella de largo pelo rojizo, de una belleza especial, que querían disfrutar su luna de miel en Granada. Esto halagaba a los guardias y agentes fronterizos.

El casette fue entregado y en una acto, en la Universidad de Nicaragua, ante numeroso público, fue escuchado entre cánticos y aplausos.

Fausto recibió el mensaje, y el daño no se profundizó. 

Un mes después partió hacía Europa como agregado cultural de la embajada de Nicaragua en Bruselas.

Virginia y Plutarco regresaron sin novedad. 

Carlos personalmente les agradeció su coraje y entereza.

Virginia, al comentarnos la peripecias del viaje, tuvo palabras de elogio para Plutarco, que siempre supo comportarse como un caballero y en todo momento demostró valentía y aplomo.

Plutarco por su cuenta se refirió a Virginia como una heroína. Mujer excepcional que nunca titubeó.

Todo esto lo cuento porque de no hacerse, se hubiera perdido. Y la historia de las tantas formas e intensidades en que los costarricenses dijimos presente en aquella desigual contienda no estaría completa.

Plutarco murió hace ya un tiempo. Ayer, lo he sabido con dolor, tocó el turno de Virginia.

Haberlos conocido y haber tenido que ver con su valerosa acción lo tengo como un honor.


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