VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

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Nicaragua: Aproximación a Rubén Darío

"Sé que tengo deberes y procuraré cumplirlos" R. D.

Rubén Darío es un verdadero fenómeno de la literatura hispana y universal, no sólo por su excelsa y extensa obra poética y su prosa, creadas en una relativa corta, pero fecunda existencia, sino porque también nos ha dejado su genial impronta en otros campos del saber y quehacer humano.

No hay ninguna duda en que por su obra Rubén Darío es el más grande poeta latinoamericano y uno de los más importantes e influyentes de la lengua castellana.

La poesía fue su principal talento y oficio, pero no el único, pues se desempeñó con gran suceso y brillantez en otros géneros literarios que (en su tiempo y ahora) le hicieron ganar justamente el calificativo de genial. Disruptivo e innovador, inauguró nuevos caminos para la poesía, la prosa, la narrativa (cuentos y ensayos), la crítica literaria y el periodismo en casi todos sus géneros.

Su azarosa e itinerante vida no le permitió la quietud para dedicarse a escribir novelas, aunque si lo intentó. Exactamente fueron seis sus proyectos en esta rama de la literatura:

"Emelina" (escrita para un concurso en tiempo récord junto con otro escritor),"Caín", "El hombre de oro", "El secreto de Lázaro", "En la isla de oro" y en los últimos años, “El oro de Mallorca”, que por el estallido de la Primera Guerra Mundial y su temprana muerte no pudo concluir.. 

Algunas de estos trabajos los pudo publicar fragmentados en capítulos dispersos en diarios de la época. Otros no pasaron de algunos capítulos.

Sus cuentos (de técnicas innovadoras y de temática realista y a veces evocador desde su primogénito “Azul”), lo hacen ser el verdadero creador de la narrativa contemporánea hispanoamericana y en ella ancla la potente narrativa latinoamericana del siglo XX, siendo también sustrato vital del estilo y temática telúrica, existencial y a la vez maravillosa, de la que más tarde serian maestros Borges, Cortázar, García Márquez y otros grandes del llamado “Boom” latinoamericano.

Darío eleva a categoría literaria a la crónica, el artículo y la reseña critica que por entonces era los géneros más importantes del periodismo.

En sus vibrantes años de juventud y los tormentosos de su etapa madura y final, el poeta labora directamente (o sus trabajos son reproducidos) en infinidad de diarios, periódicos y revistas del nuevo y viejo continente.

Su pasión es la poesía, pero su oficio principal, el que sustenta su vida es el periodismo en que se revela como un maestro. Sus largos años de colaboración profesional con el periódico argentino “La Nación”, el más importante y prestigioso de América Latina en aquella época, demuestran su valía como periodista.

Durante casi dos décadas escribió para este periódico -sin falta- cuatro artículos por mes, en su mayoría crónicas de un alto valor informativo, de gran calidad estética y literaria. Sus artículos de opinión reflejan sus propias convicciones de una sociedad en conflicto y de un mundo que se encamina a la colisión.

Darío es un hombre de su tiempo que se involucra en los grandes problemas que por entonces la humanidad enfrenta, como era entonces el dilema de la guerra y la paz antes y durante la I G.M., donde el pánida se reveló como una alta voz del pacifismo; el peligro que representa el incipiente Imperialismo norteamericano para América Latina y el mundo, la unión centroamericana tan necesaria para el desarrollo de la región y sobre todo, está al tanto de los problemas y avatares de nuestra Nicaragua, sus conflictos limítrofes, su inestabilidad política y social, sus carencias y gran potencial cultural.

Se revela como el más grande líder cultural latinoamericano de su tiempo por la definitiva emancipación de América del dominio del arte y las letras españolas, haciendo florecer entre su gente el amor y orgullo por nuestro acervo y creación.

Aunque, desde una perspectiva más cosmopolita y contemporánea (y por supuesto, menos comprometida y militante), Darío en sus artículos coincide -en las páginas de “La Nación”- con la línea argumentativa y el fervor por estas causas con el gran patriota, revolucionario, polígrafo y poeta cubano José Martí (que Darío llamó su maestro), mismo al que sucedió años después como periodista estrella de ese periódico argentino.

Su vida y obra a nivel global y local ha sido y sigue siendo escrutada, investigada desde diferentes perspectivas en una extensa bibliografía, simposios, programas, conferencias y cátedras en espacios culturales diversos de todo el mundo y especialmente en nuestro país, porque el gran poeta aún nos sigue dando pautas para engrandecer nuestra cultura y sobre todo, encontrar caminos para el buen vivir, la paz social y el desarrollo humano sostenible, pues Darío -por sobre todo- es un maestro que nos muestra caminos.

Para nosotros, los nicaragüenses, a pesar que el poeta arriba a los ciento siete años de su paso a la inmortalidad, hablando en términos académicos aún sigue siendo una materia pendiente pero sobre todo, como dicen algunos especialistas, un "ilustre desconocido".

No obstante de ser Rubén Darío el nicaragüense más universal, la personalidad más influyente en el idioma y las letras castellanas de los siglos XIX y XX y podemos decirlo, del siglo XXI, aún nuestra juventud no conoce a fondo la importancia capital de su obra, tanto para la cultura en general, como para la vida de cualquiera de nosotros.

Rubén es más que sus incunables obras, es más que sus excelsos cantos, odas y epigramas, que sus cientos de cuentos y narraciones, de sus cartas llenas de sabiduría, sus artículos, reportajes y crónicas periodísticas profundas y a la vez pletóricas de actualidad.

Rubén Darío es un pozo de sabiduría en que sistemáticamente debemos de abrevar, no sólo los jóvenes, sino todo aquel nicaragüense que aspire a ser parte de un país y un mundo más culto, más humano, más pacífico. Un mundo mejor.

Edelberto Matus.

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