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Archivos desclasificados de Brasil, Chile y Estados Unidos revelan detalles de cómo el régimen militar brasileño ayudó a Patria Libertad, movimiento terrorista de ultraderecha y a altos mandos de las Fuerzas Armadas que organizaban la desestabilización y el derrocamiento de Salvador Allende.
Incluye una reunión entre el dictador de Brasil con el presidente estadounidense Richard Nixon para acelerar la acción de Brasil con el fin de instalar una dictadura en Chile. Apoyo de Brasil incluyó un potente aporte económico a la Junta Militar encabezada por Pinochet. Esa reveladora investigación del periodista Roberto Simon está incluida en su libro «O BRASIL CONTRA A DEMOCRACIA: A ditadura, o golpe no Chile ea Guerra Fria na América do Sul”.
Vea aquí la versión original de este artículo y todos los documentos relacionados, publicados por el National Security Archive.
En marzo de 1971 las alarmas se encendieron en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. ¿El motivo? Un cable enviado por el embajador de Chile en Brasil, Raúl Rettig, quien informó: “Ejército brasileño estaría realizando estudios sobre la introducción de guerrillas en Chile”. En su mensaje Rettig explicó que múltiples fuentes habían informado a la embajada que el régimen militar brasileño estaba analizando cómo instigar una insurrección para derrocar al gobierno de Salvador Allende. Incluso, militares brasileños habían establecido una «sala de guerra» con mapas y modelos de la cordillera de los Andes para planificar las operaciones de infiltración. Otras fuentes de Raúl Rettig le advirtieron: “El Ejército brasileño aparentemente envió a Chile a varios agentes secretos que habrían ingresado al país como turistas, con la intención de recabar más antecedentes sobre las regiones donde podría operar un movimiento guerrillero”. Ese informante precisó: aún no se ha fijado una fecha para iniciar este «movimiento armado«.
El cable fue clasificado como «estrictamente confidencial«.
El revelador cable de Rettig es uno de los cientos de documentos obtenidos sobre Chile, Estados Unidos y Brasil por el periodista de investigación Roberto Simon, los que incluye en su nuevo libro «O Brasil contra A democracia: A ditadura, o golpe no Chile ea Guerra Fria na América do Sul”. Publicado en Brasil en febrero, el libro expone el importante papel clandestino que jugó el régimen militar brasileño en el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 que llevó al poder al general Augusto Pinochet, así como la contribución brasileña al aparato de represión de Chile durante los 17 años de dictadura de Pinochet.
-El libro muestra cómo la dictadura militar brasileña trabajó activamente para socavar la democracia en Chile durante los años de Allende y, después de 1973, cómo ayudó a la junta militar gobernante a consolidar su poder. Brasil brindó apoyo directo a la dictadura de Pinochet -señaló Roberto Simon en entrevista con el Archivo de Seguridad Nacional.
Además del plan de Brasil para fomentar una insurrección anti-Allende en Chile, el libro contiene muchas otras revelaciones históricas, como las que aquí se incluyen:Que pocos días después de la histórica elección de Salvador Allende, el 4 de septiembre de 1970, el embajador de Estados Unidos en Chile, Edward Korry, se reunió con el embajador de Brasil en Santiago, Antonio Cândido da Câmara Canto, y compartió detalles de los esfuerzos iniciales de Estados Unidos para bloquear la investidura de Allende.
Por órdenes de la Casa Blanca -dijo Korry- la embajada estadounidense estaba pasando información hostil sobre Allende a los comandantes militares chilenos, y amenazaba con cortar la ayuda económica y los créditos si asumía la presidencia de Chile. La reunión del embajador Câmara Canto con Korry fue tan importante en Brasil, que el canciller Mario Gibson Barboza la resumió en un informe al líder del régimen militar, general Emílio Garrastazu Médici.
Que el Ejército de Brasil estableció comunicaciones por un canal reservado con oficiales militares chilenos que se oponían a Allende, e incluso organizó -en secreto- que algunos de ellos viajaran a Brasil para discutir sobre la conspiración golpista.
Que agentes brasileños establecieron vínculos con la organización terrorista Patria y Libertad (integrantes de la extrema derecha de Chile). Y después que ese grupo protagonizara un fallido intento de Golpe de Estado -con un grupo pequeño de militares chilenos- en junio de 1970, Brasil brindó protección y asilo a los altos mandos de Patria y Libertad.
A través de información obtenida por Inteligencia, Brasil conoció detalladamente los primeros planes golpistas, incluyendo la identificación de los oficiales militares que participaban de la conjura y se preparaban para derrocar a Allende.
En una reunión celebrada en la Base Aérea El Bosque, el 2 de agosto de 1973, algunos oficiales chilenos analizaron los elementos del golpe militar brasileño de 1964 -que derrocó al presidente constitucional Joao Goulart- para ver qué de esa experiencia podrían utilizar para sus planes de tomar el poder (vea el documento que preparó la inteligencia brasileña para informar sobre la reunión celebrada por militares chilenos en la Base Aérea El Bosque).
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Allende y los GAP el día del golpeEn los días posteriores al 11 de septiembre de 1973, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil ayudó en presentar el Golpe militar en Chile de la manera más positiva y diplomática, siguiendo con la intención de la Junta de Gobierno chilena.
El libro proporciona nuevos detalles sobre el esfuerzo de Brasil por ser el primer país en reconocer oficialmente el nuevo régimen militar de Chile.
Los funcionarios brasileños también ayudaron a redactar algunos de los discursos iniciales de los representantes del régimen de Pinochet para justificar el sangriento Golpe de Estado en la Asamblea General de la ONU (vea documento redactado por la Dirección de Relaciones Internacionales de Chile que analiza la reacción de Brasil luego del Golpe).
Brasil también invirtió una considerable ayuda económica y créditos financieros para ayudar a la Junta Militar en Chile luego del Golpe de Estado. Se sabe que envió un total de más de US$1,2 mil millones (valor actual del dólar) (vea documento que menciona la ayuda económica, proveniente de Brasil, que recibió la dictadura chilena).
Brasil envió un equipo de agentes de inteligencia a Santiago para participar en los interrogatorios a los que se sometió a algunos prisioneros del Estadio Nacional, el principal centro deportivo del país convertido en campo de detención masiva, tortura y ejecución después del Golpe.
Según la investigación de Roberto Simon, la misión secreta fue dirigida por el coronel Sebastião Ramos de Castro, del Servicio de Inteligencia de Brasil (Serviço Nacional de Informações, SNI).
Brasil entrenó a decenas de funcionarios de la temida fuerza policial secreta chilena, la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Entre ellos, a agentes que participaron en misiones de asesinatos internacionales, como el coche bomba que acabó con la vida del ex embajador Orlando Letelier y su colega, Ronni Karpen Moffitt, en Washington DC o el homicidio fallido del líder democratacristiano Bernardo Leighton y su esposa en Italia, en 1975.
Otros altos oficiales militares pasaron un largo tiempo en Brasil, como el general Humberto Gordon, destinado en Brasilia como «agregado militar» en 1974 y quien ascendió hasta convertirse en jefe de la policía secreta de Pinochet, la Central Nacional de Informaciones (CNI), que sucedió a la DINA en 1977 (vea el documento que acredita la condición de Humberto Gordon como “agregado militar” en Brasil).
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Augusto PinochetBasándose en registros de inteligencia estadounidenses desclasificados en 2019, la investigación presenta una descripción más detallada del papel que jugó Brasil cuando las fuerzas policiales del Cono Sur se aunaron secretamente para perseguir y exterminar a sus detractores políticos. Una acción coordinada conocida como “Operación Cóndor”. Brasil, según un documento de la CIA, intentó «controlar» las misiones de la “Operación Cóndor”, resistiendo los esfuerzos de Chile, Uruguay y Argentina por participar en operaciones de asesinatos selectivos fuera del Cono Sur, y prefiriendo participar en operaciones bilaterales de entrega para secuestrar y desaparecer a opositores de izquierda en la región. Según un análisis de inteligencia estatal de 1977, Brasil – junto con sus aliados más pequeños Paraguay y Bolivia – estaba «(actuando) como un freno a Cóndor«, y los funcionarios brasileños habían dejado de asistir a las reuniones que se realizaban periódicamente para ejecutar el plan.
El libro destaca una escena dramática acaecida en diciembre de 1971, cuando el jefe del régimen militar de Brasil, el general Emílio Garrastazu Médici, llegó a Washington y se reunió en privado con el presidente Richard Nixon en la Casa Blanca. Los dos líderes discutieron con franqueza los esfuerzos para deponer a Allende. Médici le dijo a Nixon que Allende sería derrocado «por las mismas razones por las que Goulart había sido derrocado en Brasil» y «dejó en claro que Brasil estaba trabajando para lograr este fin«. Nixon respondió: “es muy importante que Brasil y Estados Unidos trabajen de cerca en esta materia” y ofreció “ayuda discreta” y dinero para operaciones brasileñas contra el gobierno de Allende. Nixon dejó en claro que Brasil podría ayudar a Estados Unidos a derrotar a Allende, Fidel Castro y otros gobiernos y movimientos de izquierda en toda América Latina. Y agregó: “espero que podamos cooperar estrechamente, ya que, al ser un país sudamericano, hay muchas cosas que Brasil puede hacer y que Estados Unidos no«.
La ahora famosa reunión en la Oficina Oval entre Nixon y Médici se registró en un memorando rotulado como TOP SECRET de la Casa Blanca, que el Archivo de Seguridad Nacional obtuvo y publicó por primera vez en 2009. El Archivo también publicó resúmenes de inteligencia de la CIA sobre cómo reaccionaron a esta reunión algunos oficiales militares brasileños, incluido uno que creía que «Estados Unidos obviamente quiere que Brasil ‘haga el trabajo sucio’» en América del Sur.
Pero la abundante evidencia documental que Roberto Simon ha reunido meticulosamente para “O Brasil Contra A Democracia” revela que Brasil hizo su propio «trabajo sucio» en Chile, así como en Uruguay, Bolivia y otros países del Cono Sur. Aunque el régimen militar pudo haber colaborado con la administración Nixon, la dictadura de Brasil actuó en función de su propia preservación geopolítica.
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“La imagen del régimen militar brasileño como ‘títere de Washington’, plenamente alineado con la superpotencia regional, es un mito que relega a Brasil a un mero papel subsidiario en la región. El libro demuestra que era todo lo contrario: la dictadura brasileña tenía sus propias motivaciones – estratégicas, ideológicas, económicas y más – para intervenir en Chile”, afirma Simon en su introducción.
De hecho, en su libro Simon representa una publicación decisiva para la historiografía del derrocamiento de la democracia y el advenimiento de la dictadura en Chile, algo que hasta ahora se ha centrado casi exclusivamente en el papel de la intervención encubierta de Estados Unidos en el Golpe militar del 11 de septiembre de 1973.
Este libro es un cambio histórico para la narrativa sobre la intervención imperial en Chile. Proporciona una comprensión mucho más completa de la historia de las influencias extranjeras sobre la soberanía de Chile y sugiere que hay más que aprender.
Por Peter Kornbluh
https://www.ciperchile.cl/2021/03/31/como-brasil-ayudo-al-derrocamiento-de-salvador-allende-en-chile/