Una patada al culo de la Agencia
En sus memorias, Harry Belafonte (1927-2023, fallecido la semana pasada) escribió sobre lo que le supuso ser vigilado por la Oficina Federal de Investigación (FBI).
Pero archivos desclasificados demuestran que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) también vigilaba al artista y activista de izquierdas, a través de un informante.
En la década de 1980, el interés de la Agencia por el artista se había desplazado hacia sus apariciones a favor de la paz en los medios de comunicación soviéticos.
Acosando a Harry
En 1954 la entonces esposa de Harry Belafonte, Marguerite (1923-98), abrió la puerta de su casa a dos agentes del FBI. Belafonte escribió en sus memorias: «me estaban investigando [supuestamente] por mis asociaciones con conocidos comunistas».
La experiencia «puso nerviosa» a Marguerite, que contó a los agentes que su marido conocía al cantante y actor Paul Robeson (1898-1976) y al sociólogo e historiador W.E.B. Du Bois (1868-1963), ambos activistas. Hasta ahí llegaba la red comunista de Belafonte.
Cuando volvió a casa y se enteró del acoso, Belafonte no se creyó la historia. «El objetivo de la visita, estaba seguro, era asustarnos y sembrar la desconfianza entre nosotros». Belafonte atribuye a esa experiencia la ruina de su matrimonio. «Marguerite nunca volvió a confiar en mí».
¿Quizá la oportuna visita –que se produjo cuando Belafonte no estaba en casa- fue un prototipo de operación del Programa de Contrainteligencia del FBI (COINTELPRO)? Dicho programa de contrainteligencia fue supervisado por el director J. Edgar Hoover (1895-1972) y funcionó en secreto de 1956 a 1971.
El Programa se infiltró, espió y trató de desbaratar prácticamente todas las causas progresistas y de justicia social existentes y en auge, todo ello bajo el pretexto de contrarrestar la subversión soviética interna.
Se hizo tristemente célebre por su uso de la guerra psicológica, cuyo ejemplo quizás más notorio fue el hecho de escribir cartas instando al suicidio al reverendo Martin Luther King (MLK, 1929-68).
Belafonte presentó más tarde una solicitud de información en virtud de la Ley de Libertad de Información*. «Recibí un montón de páginas desordenadas, muy redundantes y muy retocadas».
Al menos Belafonte pudo confirmar que el FBI había estado vigilándole, revisando «todos los mítines y causas en los que había tenido algo que ver, buscando hasta los más remotos vínculos comunistas.»
Belafonte se enteró de que era su representante, Jay Richard Kennedy (1911-1991), quien le había delatado a los federales, utilizando afirmaciones ridículas y sin fundamento (por ejemplo, que Belafonte era un agente chino); afirmaciones que los responsables de Kennedy en el FBI aparentemente no se tomaron muy en serio. Como veremos, los oficiales de seguridad de la CIA parecieron tomárselas más en serio.
El asesinato de Jack Anderson
Quizá la primera confirmación pública de que Belafonte estaba bajo vigilancia de los agentes federales se produjo en 1972. Jack Anderson (1922-2005), un periodista del Washington Post venerado por sus colegas pero odiado y temido por las élites políticas, sacó a la luz que el Programa de Contrainteligencia del FBI estaba enfocado en los activistas negros.
El artículo de Anderson fue uno de los primeros en confirmar que el FBI invertía millones de dólares en los llamados asuntos raciales.
Esto significaba la infiltración en el movimiento de Derechos Civiles.
Entre los sujetos sometidos a espionaje estaban Martin Luther King y su esposa, Coretta; el reverendo Ralph Abernathy y el reverendo Jesse Jackson (nacido en 1941); Roy Wilkins (1901-81), director ejecutivo de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color; y Bayard Rustin (1912-87), director del Instituto A. Philip Randolph. «También son sospechosos los artistas, animadores y deportistas negros que defienden su raza», escribió Anderson. Entre ellos figuran Mohamed Ali (1942-2016), James Baldwin (1924-87), Dick Gregory (1932-2017) y, por supuesto, Harry Belafonte.
Un inciso importante: Anderson era una espina tan clavada en el costado de la Administración Nixon (1969-74) que el entonces presidente autorizó su asesinato.
El consejero especial de la Casa Blanca, Charles Colson (1931-2012), dijo al antiguo espía de la CIA, E. Howard Hunt (1918-2007), que investigara la forma de envenenar a Anderson.
Contratando al ex agente del FBI G. Gordon Liddy (1930-2021), Hunt se puso en contacto con el experto en venenos de la CIA y aspirante a asesino de Castro, Edward T. Gunn.
Hunt y Liddy seguían a Anderson para conocer sus rutinas y tramar el método de asesinato más factible.
Por razones aún poco claras, el asesinato se canceló.
Dado que Belafonte recibió los documentos relativos a la vigilancia del FBI -aunque muy censurados-, es decepcionante que ninguno de ellos parezca haber sido digitalizado (en el momento de escribir estas líneas). Normalmente estarían disponibles en la página web Vault del FBI: el sitio de referencia para las solicitudes de Libertad de Información que prosperan. MuckRock acaba de publicar una solicitud al FBI en busca de documentos sobre Belafonte. Esperamos los resultados.
Decirles lo que quieren oír
En teoría, el ámbito de actividades de la CIA son los asuntos exteriores. Pero en la realidad las líneas se difuminan.
La Operación Caos (1967-1974) por ejemplo, comprendía múltiples programas diseñados para espiar y sabotear a los movimientos contrarios a la Guerra de Vietnam en EE.UU. Pero los límites entre asuntos internos y exteriores no están claros. Si una persona famosa tiene contactos con comunistas en el extranjero, ¿dicha conexión será del interés del FBI, de la CIA o de ambos?
La primera entrada de la CIA en relación con Belafonte parece ser de noviembre de 1967.
A la Agencia le preocupaba que Martin Luther King estuviera reclutando personas muy conocidas para la causa de la justicia y la libertad. Al describir a King como “el dirigente más destacado del movimiento por los derechos civiles de EE.UU.”, la Agencia se lamentaba de que “hubiera buscado y confiado en el consejo” de muchos presuntos comunistas, incluyendo a Belafonte, que según la Agencia pertenecía a la Liga Juvenil Comunista (YLC, por sus siglas en inglés) “antes de alcanzar la fama como artista”. Pero nadie más parece haber sugerido está pertenencia de Belafonte al YLC, lo que indica que las fuentes de la CIA no eran fidedignas o que estaban desesperadas por exagerar la supuesta amenaza del comunismo para los intereses de las élites estadounidenses.
Casi diez años después, en octubre de 1976, el Director de Seguridad en funciones de la CIA, Sidney D. Stembridge (1928-2002) escribió al Ministerio de Justicia sobre Luther King.
El ministerio había estado investigando las operaciones del FBI contra Luther King y preguntó a la CIA si había colaborado con el FBI.
Stembridge respondió que ambas agencias se comunicaban entre ellas. El documento confirma que además de ser un confidente para el FBI, el mencionado Jay Richards Kennedy fue también informante de la CIA entre 1958 y 1969. “Informó a este departamento [de Seguridad] principalmente en materias relativas a [censurado]”.
En febrero de 1968 Kennedy dijo a sus referentes de la CIA (al menos uno de ellos era Cecil C. Tighe) que Belafonte había estimulado una conversación entre Sidney Poitiers (1927-2022) y Livingston Wingate** sobre el origen ilegítimo del dinero de Luther King.
Claro que se trataba solo de una de las fantasías de Kennedy.
Un documento autorizado por Tighe y fechado dos meses después afirma: “Kennedy propone la creación un comité, no del FBI sino de la comunidad de inteligencia para encargarse de Belafonte a partir de ahora”. Tighe añadía que, según Kennedy, el comité «debería desarrollar la inteligencia que demostrara que Belafonte, Martin Luther King, y la Sra. King habín actuado durante años como herramientas al servicio de Pekín».
Es posible que Kennedy hubiera alimentado a la CIA con las mentiras sobre la relación de Belafonte con el régimen chino, y que luego estas llegaran hasta el FBI. Un memorándum de la CIA basado en la falsa inteligencia de Kennedy describe a Belafonte como «comunista e indudablemente controlado por Pekín».
La información sobre Belafonte se pierde en la década de 1970, a excepción de unos pocos artículos publicados en la prensa generalista, como el de Anderson. En la década de 1980, la Agencia se mantuvo al corriente de las actividades de Belafonte relacionadas con el desarme nuclear y la paz.
La opinión pública es el arma principal
En enero de 1982, la Agencia de Comunicación Internacional de Estados Unidos (USICA) elaboró un hilarante plan para reclutar a Belafonte y a otros con el fin de impulsar los intereses de las élites de Estados Unidos en el extranjero.
La USICA acogió una reunión de peces gordos corporativos que representaban a Exxon, General Motors, Grumman, Phillip Morris, Procter and Gamble y otros.
El director de la USICA, Charles Z. Wick (1917-2008), propuso que los líderes de estas empresas crearan un espectáculo de difusión por satélite para ayudar a enseñar a los extranjeros la democracia y la libertad. «Indicó que la principal arma del mundo libre era la movilización de la opinión mundial».
La emisión sería «Enciende una vela por Polonia», país donde la URSS ocupante había impuesto la ley marcial. Según el informe, “se utilizarían estrellas de cine y celebridades del mundo del espectáculo, pero el programa se haría con muy buen gusto y dignidad».
El informe concluye: «Se planteó la necesidad de que participara un líder negro de los derechos civiles, tal vez Benjamin Hooks [1925-2010] o Harry Belafonte».
La CIA tomaba notas diariamente del contenido de las emisiones de la Agencia Rusa de Noticias (TASS). Un resumen de las emisiones de TASS de septiembre de 1983 señalaba que se habían utilizado imágenes de Belafonte en un reportaje sobre atletas y artistas estadounidenses que criticaban el apoyo de la administración Reagan al apartheid sudafricano.
Un resumen de la CIA de octubre de 1983 sobre acontecimientos mundiales menciona que Belafonte, entonces presidente de Performers and Artists for Nuclear Disarmament (PAND), destacó el «papel de los artistas para reducir la amenaza de guerra nuclear» (sic).
Otro resumen, escrito casi una semana después, menciona un «informe de TASS sobre el artículo de harry belafonte [sic] para el apoyo de la organización por la paz a las nuevas iniciativas soviéticas [sic] esbozadas por [Yuri Andropov (1914-84)]».
Este último fue el efímero líder soviético (1982-84) y antiguo jefe del KGB.
En septiembre del 83, el vuelo 007 (sí, de verdad) de Korean Air Lines fue derribado por un operador de misiles soviético, asesinando a sus 269 pasajeros.
La «declaración» mencionada en el resumen de la CIA puede referirse a los comentarios de Andropov sobre el derribo del avión de pasajeros. También podría referirse a la respuesta de Andropov a la decisión potencialmente homicida de la OTAN de colocar armas nucleares de alcance intermedio en Europa Occidental.
Otro resumen de marzo de 1984 señalaba que Belafonte había visitado recientemente Moscú con miembros del PAND.
Belafonte destacó el papel de los artistas en la «lucha por la paz» y lamentó la «ausencia de un acuerdo cultural entre EEUU y la URSS» (paráfrasis de la CIA). A la CIA le preocupaba que Belafonte hablara directamente al pueblo, no a las élites, de la URSS, recordándoles que tienen una causa común con el pueblo de EEUU; en este caso, la supervivencia literal.
Al igual que ha hecho con el FBI, MuckRock ha presentado a la CIA una solicitud de documentos de Belafonte.
Quizá descubramos si la Agencia vigiló sus actividades en los años 90 y principios de los 2000, cuando puedan publicarse los archivos más recientes y divulgables.
Conclusión
El FBI intimidó a la esposa de Belafonte, mientras que la CIA aceptó la palabra de un fantasioso con un hacha que mantener su vigilancia del artista.
En los años 80, el activismo de Belafonte se centró en el tema más inmediato y, por tanto, importante: la amenaza de una guerra nuclear; o, más probablemente, un accidente causado por un error de cálculo.
La CIA consideraba que estos esfuerzos alimentaban la propaganda soviética, del mismo modo que hoy en día un número vergonzosamente reducido de activistas antibelicistas son calumniados por políticos y periodistas corporativos como marionetas de Vladimir Putin.
En una de sus últimas entrevistas (en conversación con Noam Chomsky para Democracy Now!), Belafonte concluyó con estas sabias palabras:
«Sólo tenemos que sacar nuestros viejos abrigos, desempolvarlos, dejarnos de tonterías y de añorar los buenos tiempos, y ponernos manos a la obra. Hace falta patear algunos culos. Y deberíamos hacerlo».
N. del T.:
*La Ley de Libertad de Información de EE.UU. permite a cualquier persona solicitar el acceso a registros de la rama ejecutiva del Gobierno estadounidense y las agencias federales deben revelar cualquier información requerida en nombre de esta ley, con ciertas excepciones concretas.
**Juez del tribunal Supremo y líder del movimiento por los derechos civiles en Harlem, Nueva York.
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