Sergio Ramírez Mercado, quien fuera miembro de la de la primera junta de gobierno que asumió la conducción del país tras el triunfo de la revolución popular sandinista de 1979 y vicepresidente de la república como fórmula de Daniel Ortega Saavedra, declaró a EFE, empresa informativa multimedia, en el contexto de la Feria Internacional del Libro con sede Guadalajara, México, que Daniel Ortega tiene un liderazgo tácito, que no cree que vaya a caer porque tiene los tornillos bien afianzados y que asume como una posibilidad real que a sus ochenta años no regresará a Nicaragua y que se prepara a morir en su auto exilio.
Así se resume la última la entrevista concedida por Sergio Ramírez Mercado aun medio internacional que lo aborda políticamente en relación a lo que vive Nicaragua hoy y que se desprende de alguien que fue un poder decisorio en algún momento y cabecilla de un movimiento que igual que Somoza pretendió acabar con el sandinismo.
Es interesante escuchar con tonos de mucha resignación las declaraciones del autor de la obra “Castigo Divino” porque no es cualquier sujeto sino alguien que tras el ejercicio literario asumió una acción política desde el reducto de la sigla, el MRS, que en su insaciable sed de figuración se posesionó de todos los espacios que en su momento aspiro a tener la oposición al gobierno de Daniel Ortega hasta que de tanta influencia ejercida terminó volando en mil pedazos al ridículo oposicionismo que por un tiempo comió en la misma mesa de los naranjitas.
Estos naranjitas en el MRS fueron una secta diabólica que navegando entre sofismas, medias verdades y medias mentiras, pusieron bajo la mira al FSLN como partido de gobierno y a su máximo líder Daniel Ortega, con el cuento de que el modelo sandinista de gobierno estaba vencido y que bajo el estribillo de que era una “dictadura”, ellos se sentían con el derecho y la fuerza no solo para derrocarlo, sino para hacerlo desde una contra revolución que pretendió siempre acabar y arrasar con todo lo que representa sandinismo, a pesar de que todos ellos fueron los que en los ochentas tomaron las más radicales decisiones.
Quienes optaron por meter al país en esa vorágine criminal de tumbarse a un gobierno constitucionalmente electo fueron esos del MRS que con sus actos terroristas marcaron en la historia de nuestro país la pesadilla de abril de 2018.
Ese desenfreno diabólico tuvo por fin imponer el miedo con el apoyo abierto y descarado de algunos religiosos que ambicionando también el poder no tuvieron empacho en aliarse con los ateos que a la cabeza de Sergio Ramirez M, como extraordinarios Caines que demostraron ser, aparentaron una disidencia pública responsable, pero en secreto se entregaron en cuerpo y alma a tramar y ejecutar con el padrinazgo del imperio norteamericano el más sangriento golpe de estado que registre nuestra historia, aunque por supuesto fallido.
El plan anaranjadito nunca fue una expresión libertaria ni nada que se le parezca, pero sí un nazismo evolucionado que pretendió el exterminio del sandinismo y de todo lo que este representa a partir de su líder, de su institución partidaria y de la revolución en paz dónde los resentidos, los traidores y los que como ratas saltaron el barco ya eran el estorbo para hacer realidad la democracia.
Yo recuerdo y debo decirlo con franqueza que algo parecido a esto sucedió cuando en 1990 ascendió al poder Violeta Barrios de Chamorro.
La entonces Unión Nacional Opositora a la que yo también pertenecía, como parte de su estructura mediática, pretendimos acabar con el FSLN, que debilitado por el daño que le hizo el MRS de Sergio Ramírez M, lo asediamos de tal forma que lo victimizamos y Daniel Ortega, que apostó por mantener vivo a su partido, aglutinó a la base sobreviviente para ponerla en modo de defensa y entonces proclamó gobernar desde abajo y por mucho que se intentó, después con Arnoldo Alemán y más tarde con el ingrato y tristemente célebre Enrique Bolaños, de fastidiosa recordación, no se pudo y por el contrario el sandinismo fue ganando terreno y fue creciendo hasta que retomó el poder en el 2007.
Que absurda fue aquella persecución. Tamaño error nos condujo a enfrentarnos innecesariamente cuando requeríamos estabilidad para echar a andar un país destruido por la guerra y así el odio anti sandinista obligó al sandinista a defenderse como fiera herida, lanzando zarpazos a sus agresores y demostrando ser una oposición poderosa en todos los terrenos.
Si por aquel entonces hubiésemos entendido que el diálogo era y es el mecanismo más civilizados para dirimir las contradicciones políticas Nicaragua hubiera estado mejor de lo fue antes de abril de 2018 donde la irresponsabilidad prendió mecha a una locura criminal que ya está conjurada y que desespera a los autores intelectuales y a los asesores “espirituales” del pretendido golpe de estado.
En lo personal nunca imaginé cómo pudiera existir tanto odio oculto aflorado en el contexto del fallido golpe de estado y si esto lo refresco constantemente es porque no podemos conceder el más mínimo espacio para olvidarnos de semejante barbarie.
Es inenarrable la falta de respeto a la dignidad humana de parte de esos falsos “demócratas” si el que cae en sus garras es un sandinista. Los que ya no tienen las hachas y cuchillos de la carnicería que hicieron en el 2018, los que intelectual y ejecutivamente bañaron de sangre al país con el multimillonario patrocinio y financiamiento de intereses políticos exógenos y del crimen organizado, hoy desde afuera, hablando “MIÉRCOLES”, están claros que son perdedores.
Quienes se involucraron en esa orgía escarlata saben que respondieron como marionetas a los titiriteros del MRS, que hay que reconocer lograron en algún momento, permear la mente hasta de sandinistas que luego abrieron sus ojos y que volvieron a su causa luego de entender que estaban poniendo en bandeja de oro la sondaleza con la que los ahorcarían después de cuajar la ilusa “Revolución civil” a la que un alto clero, Abelardo Mata, hizo referencia cuando arrebató el micrófono en la instalación del fracasado diálogo nacional del Seminario de Fátima para evidenciar su lejano compromiso espiritual para conjurar la violencia, pero a la vez su cercano interés para marcarse, bajo la protección de su investidura, como figura política y así como él tres más que santificaron la muerte.
En ese contexto un imberbe y ofensivo chatel ficha del interés político que lo terminó desechando como bagazo, después de practicar en las habitaciones de un hotel su discurso, se atrevió a gritar al presidente de la república, que aquel plenario, no era una mesa de diálogo sino una mesa de rendición que estaba para imponer las reglas de su salida del poder.
Nunca dejará de ser cierto que la violencia engendra más violencia y en consecuencia el sandinismo vilipendiado, humillado, escarmentado, torturado y asesinado, se replegó totalmente sacrificando hasta el derecho de defender su propia vida, como una respuesta disciplinada a la recomendación del presidente de Nicaragua y Secretario General del partido FSLN, para que las tristes estadísticas que siempre de muerte y espanto no fueran mayores.
Esto sin embargo tuvo una lectura equivocada entre los golpistas que triunfalistas apostaron a que el FSLN estaba vencido y entonces la idea de una tercera “Revolución” alimentó su sedición y los estridentes gritos ensoberbecidos de sus promotores mediáticos empezaron a perfilar la profundización de la crisis, a proclamarse desde falsos territorios liberados, a vender la ofensiva final y hasta conjeturar sobre nombres para una junta de gobierno provisional y en consecuencia la conformación del gabinete de gobierno, listado de magistrados, de los nuevos diputados, contralores, alcaldes, concejales, en fin, la demolición total de la revolución.
Los que así lo pensaron, indiferentes a cualquier interés nacional, pero entusiastas por el personal, al comenzar a repartirse la Res-Pública y viéndose llenos de poder, comenzaron a debilitarse entre sí y mientras ello pasaba las marchas comenzaron a ser menos concurridas, los tranques a ser desmontados, las barricadas a ser derribadas, los pandilleros mareros a ser detectados y detenidos, el financiamiento del golpe a exponerse y toda la verdad de la canallada a salir de la oscuridad.
Toda esta involución golpista se debe al imperio de la inteligencia sobre la fuerza bruta. Se debe a que en el FSLN hay un liderazgo político que sabe medir los tiempos y cómo avanzar en silencio frente al retroceso intransigente que ahora más que nunca sabe que este es un gobierno sustentado en una base gigantescamente multitudinaria, que no va a ser vencido por el pretendido del quítate vos para ponerme yo, que va de éxito en éxito después de haber logrado en las últimas elecciones 153 alcaldías de 153 en juego como un reconocimiento a su victoria sobre el terrorismo, sobre la pandemia y sobre la quiebra de tres meses de terror en 2018.
El frente sandinista, del que no soy miembro, pero sí aliado, solo analizo y expongo lo que veo, ejecutó un proyecto que nadie en el pasado fue capaz de ofrecer y es tanto lo que hizo, desde condiciones de estabilidad y seguridad que se acomodó a un estado de confort desde el que descansaba en la paz y fue tan agradable aquello que se olvidó que los enemigos estaban ahí y que frente a la incapacidad de acceder al poder electoralmente los lacayos internos se aliaron con los enemigos externos para estimular una contra revolución claramente fuera de todo cálculo porque esa condición política no existe ni está dada para una Nicaragua donde la inmensa mayoría de sus ciudadanos son sandinista y esa base, contada en millones, es un punto de partida que jamás tendrán las miserias humanas y eso siempre será un factor más que determinante para que ahora se confiesen irremisiblemente como perdedores.
Por eso mismo Sergio Ramirez M, prófugo de la justicia, auto exiliado porque sabe del tamaño de su crimen, se ve, a sus ochenta años, muriendo fuera, desterrado por lo que él decidió hacer contra la patria y como actor principal del “Castigo Divino”.
Sergio Ramirez M está claro que él y sus socios están derrotados, está convencido que la estupidez cometida tuvo su fuente en creer que bastaba todo el dinero del tesoro imperial para acabar con el sandinismo, con el verdadero sandinismo, con el sandinismo revolucionario e antiimperialista, porque recordemos que las ratas, una vez que saltaron del barco, pretendiendo mantenerse vivos políticamente y entonces se vistieron, de anaranjado, tiraron la bandera roja y negra y se bautizaron como Movimiento de Renovación Sandinista, MRS, que fue únicamente la expresión de un reducido club de judas que en la década de los ochentas tomaron decisiones que afectaron la imagen de la revolución y nos condujeron a todos a una guerra fratricida por la cual jamás pidieron perdón, sino por el contrario, huyeron, salieron en desbandada, a gozar los usufructos que dejaron las mieles de aquel poder que ejercieron con arrogancia y con despotismo.
Sergio Ramirez M, que ahora no tiene más remedio que reconocer que están derrotados, se creyó el cuento que, con aquel baño de sangre de 2018, el sería el nuevo presidente de Nicaragua.
Sergio Ramirez M y todos los manipulados por el MRS, dónde si acaso llegaron a haber unos quinientos oposicionistas que mediáticamente hacían ruido porque el resto, los de los tranques, quemas, torturadores y asesinos, eran ordinarios delincuentes, chocaron con la indiferencia del nicaragüense de paz, que no salió al momento a defender su vida y hacienda porque así lo orientó el Presidente Daniel Ortega, el máximo líder político del país y del sandinismo, pero cuando se dijo libérese a Nicaragua ese pueblo rescató a Nicaragua de las garras de sus secuestradores y a partir de ahí, con inteligencia no con fuerza, el terrorismo comenzó a ser demolido, triturado, aplastado, por la fuerza de la razón, por la convicción de la paz y por la decisión de nunca más permitir que nuestra nación vulva a caer en las garras de buitres que hoy hablan “MIERCOLES”, pero desde afuera.
Tiene razón Sergio Ramirez M ellos no tienen más nada que hacer. Sabe que toda acción tiene su reacción porque eso en política es axioma matemático y si lo dice quien estuvo al frente del terrorismo, el resto calladito le irá mejor.
Por: Moisés Absalón Pastora.