¡Abajo los dones!”
Cleto Ordoñez.
El 9 de octubre de 1822, José Anacleto Ordoñez Bermúdez (Granada, 1778 – San Salvador, 1839), conocido como Cleto Ordoñez, inició, desde su origen social, con arraigo popular y visión liberal revolucionaria y unionista, al intentar tomarse el Cuartel de Granada, la primera revolución popular, anti-oligarca y antiimperialista de la historia nacional.
Aunque ese intento fue frustrado, al hacer visible su acción y propósito, fortaleció, entre los sectores progresistas y populares, entre mestizos, mulatos, negros y excluidos, un sentimiento de esperanza y rebeldía que lo llevó a encabezar un movimiento militar, político y social que se tomó con éxito, tres meses después, el Cuartel de la ciudad el 16 de enero de 1823, en abierto desafío a la oligarquía criolla: “depuso a las autoridades monárquicas y proclamó la formación de un gobierno republicano basado en la igualdad absoluta de todos los ciudadanos” (Kinloch).
Impulsó a partir de entonces, a pesar de las traiciones, una revolución, institucionalizando las demandas populares en la primera constitución del Estado de Nicaragua como parte de la República Federal de Centro-América en abril de 1826.
Aunque los cronistas de la historia nacional del siglo XIX y XX suelen llamar “revolución” a cualquier escaramuza, alzamiento, conflicto bélico, golpe de estado o guerra civil ocurrido, y a los participantes los califican con ligereza de “revolucionarios”, en realidad, en estos dos siglos, por el impacto progresista del cambio impuesto, por la visión político-social transformadora, por la intensidad de las acciones desarrollados, más allá de la duración en el tiempo, ha habido tres revoluciones[1]:
1ra. La Revolución Popular, Anti-oligarca y Antiimperialista que lideró Cleto Ordoñez (1822-1826), para oponerse a la continuidad monárquica-imperial derivada de la “declaración con premura de la Independencia en Guatemala”, manteniendo las mismas autoridades de la Corona y abriendo paso a la anexión al Imperio Mexicano.
Por el origen y arraigo del líder y de la mayoría de quienes lo siguen, aunque parcialmente fallida o inconclusa, es una revolución popular, buscó oponerse a los privilegios de la aristocracia criolla, herederos de la colonia y promover un nuevo orden político, económico y social.
2da. La Revolución Liberal Nacionalista que encabezó José Santos Zelaya López (1893-1909), al romper casi seis décadas de predominio conservador incluido el período posterior a la Guerra Nacional que inicia la conformación del estado nacional, abrió la oportunidad de avanzar en la construcción de un estado moderno acorde a las necesidades económicas, sociales y políticas, fortaleciendo la autodeterminación, estableció la separación entre el estado y la iglesia, desde el espíritu liberal progresista y con visión unionista centroamericana.
3ra. La Revolución Popular Sandinista que vanguardizó el FSLN fundado, entre otros, por Carlos Fonseca; triunfó el 19 de julio de 1979 al derrocar a la Dictadura Somocista para iniciar el largo camino de transformaciones para una nueva institucionalidad política, jurídica, social y económica, anti-oligarca y antiimperialista, con un modelo propio que se renueva en el siglo XXI como cristiano, socialista y solidario, que reafirma la soberanía, la independencia y la autodeterminación, fortalece la dignidad popular hacia renovadas relaciones socioeconómicas por la prosperidad común con equidad[2].
Cleto Ordoñez, hijo bastardo del aristócrata criollo Diego de Irigoyen y de la humilde mulata María Isidora Bermúdez, ha sido ocultado, disminuido y descalificado por la mayoría de historiadores, en general está ausente de los programas escolares y por lo tanto es casi desconocido en la memoria colectiva, si acaso, algunos lo refieren de manera superficial para desfigurarlo o denigrar las acciones que emprendió por tratar de destruir el viejo orden colonial.
Es víctima de la incomprensión histórica y de la omisión académica, de la exclusión de las élites oligarcas a quienes confrontó, lo que ha llevado a la intencional supresión en la memoria colectiva. Es impostergable democratizar la Historia o, como dice Aldo Díaz Lacayo: “Sincerar la Historia” (2021).
Cleto nació y vivió en el barrio Santa Lucía de mayoría mulata, entre menesterosos y artesanos, como era a fines del siglo XVIII el 80% de la población de León y Granada. Las mujeres mulatas –como la madre de Cleto-, trabajaban en la servidumbre de la ciudad y en las haciendas como nodrizas, cocineras, lavanderas, curanderas y parteras, en muchos casos amamantaban a los niños de los blancos creando lazos afectivos con sus propietarios (Kühl, Álvarez, 2008).
Vivía en el entorno político y socioeconómico en el que los mestizos, mulatos, negros e indios (eran considerados no “limpios de sangre”, para serlo debían ser “sin macha de indio, negro o judío”), estaban relegados a un rol subalterno y denigrante, obligados adscribirse y desplazarse en las haciendas porque “la tierra se concentraba en grandes latifundios que pertenecían a la minoría criolla”.
Los propietarios de latifundios y comerciantes criollos ejercían el control político y económico, por lo que la mayoría de la población permanecía endeudada y en condiciones de dependencia, aun quienes lograban convertirse en pequeños o medianos propietarios agrícolas o comerciantes, “eran forasteros en su suelo natal” (Kinloch).
Las opciones del joven granadino eran limitadas, desde su niñez trabajó como sirviente en casas de las familias ricas de la ciudad como la de Juan Francisco Aguilar.
Se incorporó al ejército colonial que reclutaba soldados entre mulatos y mestizos. Fue destinado al puerto español de Trujillo (lugar en donde en 1860, fue fusilado el filibustera Walker), en las fronteras de los territorios ingleses que instalaron tropas en Roatán al apoderarse de nuevo de la isla en 1796.
Desde allí conoció la Mosquitia, recorrió el Caribe, escuchó de los movimientos independentistas en el Norte y el Sur, sobre el Rey Fernando VII que cayó prisionero de Napoleón y acerca de la revolución de independencia en Haití (1791-1804), la primera de América Latina. Entre 1805 – 1810 ascendió al grado de sargento de artillería, pocas veces otorgado a alguien de su origen.
En la vida civil, entre 1810 y 1812, sirvió en León como criado en casa del obispo de Nicaragua-Costa Rica fray Nicolás García y Jerez.
En diciembre de 1811 estallaron levantamientos armados dirigidos por criollos inconformes con la dependencia y control colonial en León, Masaya, Granada y Rivas. Fueron sofocados. Los oportunistas criollos se acogieron al indulto del Capitán General.
Los alzados en Granada resistieron hasta el 21 de abril de 1812 cuando algunos rebeldes de origen aristocrático, pactaron con las autoridades lo que no los salvó de la prisión.
Entre 1812 y 1820 Ordoñez regresó a Granada en donde mantuvo una vida vinculada al pueblo ganándose el aprecio por su disposición de servicio. En la Mosquitia adquirió conocimiento sobre las propiedades curativas de las plantas por lo que muchos enfermos necesitados recurrían a él como “médico herbolario”.
Por el conocimiento del Caribe, convencido del injusto monopolio mercantil de España y de la oligarquía guatemalteca, estableció comercio con ingleses y jamaiquinos para introducir mercancías a Bluefields y Belice.
Como pequeño comerciante acumuló una pequeña fortuna y mayor roce social. En 1820 reingresó al ejército colonial bajo orden de Crisanto Sacasa, asumió como sargento de las tropas granadinas durante el incierto período de 1821 y 1822 hasta que se sublevó.
La llamada Acta de Independencia de Centro América del 15 de septiembre de 1821, de naturaleza conservadora, asumida con premura desde la cúpula en Guatemala, conservó en su puesto a los funcionarios nombrados por la monarquía, dejó intactas las estructuras coloniales, económicas, jurídicas y sociales, preservó las jerarquías sociales y abrió la puerta para anexarse al Imperio Mexicano.
En el contexto de las inconformidades por el nuevo orden colonial disfrazado, hubo manifestaciones de protesta en contra de las pretensiones anexionistas.
El obispo de León pidió a la feligresía el 13 de octubre de 1821 renovar el juramento de obediencia al Rey argumentando que este pronto asumiría el Imperio Mexicano, lo que provocó indignación. Al declararse la anexión en enero de 1822, Sacasa en Granada secundó la decisión y Cleto, subordinado de él, se opuso.
Después de la exitosa iniciativa militar y política de Cleto Ordoñez el 16 de enero de 1823, la mayoría de las familias aristocráticas huyeron para Masaya con un grupo de treinta soldados que se sumaron a las tropas imperiales.
El depuesto comandante de armas coronel Crisanto Sacasa Parodi fue enviado prisionero a la fortaleza de San Carlos desde donde huyó y se trasladó a Managua.
Por otro lado, indígenas de Monimbò y Diría se incorporaron a las fuerzas revolucionarias que controlaban Granada, con lo que la lucha, fortaleciendo su carácter, tuvo un efectivo componente indígena.
El 13 de febrero de 1823 las tropas del brigadier Antonio González Saravia (Cartagena, 1788 – Madrid, 1848), ex gobernador de Nicaragua (1819-20), fueron repelidas -a pesar de la superioridad-, por la resistencia popular y la destreza del caudillo granadino. Ordoñez portaba un gorro frigio como símbolo de libertad, organizaba con habilidad la defensa, contagiaba de valor a los rebeldes y aunque las municiones se agotaban, se las ingenió para hacer creer al enemigo lo contrario: enterró en la plaza cajas vacías, divulgó el rumor que contenían pólvora y que, si el ejército imperial volvía, volaría la ciudad sobre ellos.
Los imperialistas solicitaron refuerzos al ejército mexicano al mando del Gral. Vicente Filísola (Nápoles, 1789 – México, 1850), pero, el 19 de marzo, Iturbide abdicó derrumbándose el efímero imperio.
Cleto se consolidó como caudillo popular. Logró unificar las voluntades políticas de León y Granada. Fue conformada una Junta Patriótica integrada por elementos progresistas de las clases medias y algunos criollos liberales que lo respaldaron, “abolió el derecho testamentario, así como los títulos, tratamientos y privilegios de la aristocracia criolla”, el grito: “¡Se acabaron los dones!” contagió al pueblo con un sentimiento anti-nobiliario, estaban rompiendo un paradigma de 300 años, repudiaron y se enfrentaron, como nunca había ocurrido, a los serviles autócratas.
La gente iba por las calles arrancando de las fachadas de las casonas señoriales los escudos nobiliarios que simbolizaban el viejo orden oligarca y colonial.
El 1ro. de julio de 1823 fue “proclamada la creación de la República Federal de Centro América y la independencia absoluta de sus pueblos”. Según Díaz Lacayo, esta fue la verdadera independencia. En el concepto de la independencia como proceso, es la segunda.
El prócer independentista Dr. Pedro Molina fue nombrado presidente del Supremo Poder Ejecutivo de la República Federal el 22 de julio de 1823 y escribió a Ordoñez: “Mis ardientes deseos por el bien de la patria me inspiraron siempre el de corresponderme con los hombres beneméritos, que, como usted, han trabajado por liberarla. El Gobierno necesita ideas puras y francas, suministradas por los que ven y palpan de cerca las necesidades de los pueblos”.
Las acciones de Cleto se generalizaron en Nicaragua y en otras ciudades de Centro América. Afloraron las contradicciones sociales; a mediados de 1824 las fuerzas populares controlaban León y Granada.
La aristocracia criolla y los antiguos funcionarios peninsulares se concentraron: los de León en El Viejo, y los de Granada en Managua (nombrada Leal Villa de Santiago de Managua por decreto Real de Fernando VII en 1819 por haber mantenido fidelidad a la monarquía al no sublevarse como lo hicieron León, Granada y otras) en donde crearon juntas gubernativas paralelas (la de Managua presidida por Policarpo Irigoyen –cura y juez de Managua desde 1813; estuvo en Guatemala en 1923 con el obispo García, regresó en 1924 hasta su muerte en 1829-, hermano de padre de Cleto) y designaron jefes militares: Crisanto Sacasa en Managua y al mercenario peruano coronel Juan José Salas en El Viejo, con el respaldo del obispo Nicolás García Jerez.
Frente al involucramiento antipopular de Policarpo, el obispo y otros como el párroco de San Carlos quien facilitó la fuga del Sacasa, esta lucha revolucionaria también tuvo un componente anticlerical.
Sobre Cleto, ante su creciente popularidad, se crearon mitos. Se convirtió en un “ídolo del pueblo”, le decían general. Decían que poseía poderes sobrenaturales, que podía hacerse invisible, montar emboscadas sin ser detectado, que adivinaba los movimientos y tácticas de sus jefes.
En 1824 Sacasa fracasó dos veces en el intento de tomar Granada, mientras su tropa tenía baja moral, los que defendían la ciudad mostraban un alto compromiso motivados por su jefe.
Frente a la compleja situación, fue enviado como pacificador el Gral. Manuel José Arce (San Salvador, 1787 – 1847) quien llegó a León el 9 de enero de 1825. Sacasa había muerto en un fallido ataque a León y Salas estaba desertado.
La intervención de Arce mediatizó la conquista popular en las ciudades principales; buscaba “instaurar una democracia formal y modernizar el sistema de explotación” (Kinloch).
Impuso una solución para halagar a todos: designó a Cleto Ordoñez en el honroso cargo de Inspector General de Armas de la República Federal sacándolo del escenario nicaragüense.
El líder mulato asumió el traslado por su fidelidad y confianza en las autoridades de la Federación y en el proyecto liberal-unionista-progresista del que creía que Arce era parte comprometida.
Arce propuso un gobierno de transición; se eligió una Asamblea Constituyente en León el 10 de abril de 1823, la jefatura del Estado fue asumida por el rico hacendado Manuel Antonio de la Cerda, el poder legislativo y los gobiernos municipales, según el voto popular, eran de mayoría liberal ordoñista.
De la Cerda, apenas asumió la jefatura del Estado el 22 de abril de 1825 comenzó a depurar del aparato estatal a los elementos populares.
Solicitó al gobierno Federal convocar a nuevas elecciones argumentando que la mayoría del legislativo eran simpatizantes de Ordoñez lo que le impedía consolidar su gobierno.
Tres días después emitió un bando gubernamental para combatir lo que llamó “libertinaje” después de la Independencia y estableció prácticas restrictivas y autoritarias características a la depuesta Inquisición.
El gobierno de Centro América presidido desde abril de 1825 por el Gral. Arce, rechazó la solicitud de elección de nuevos diputados y munícipes, pero, para complacer a Cerda, aceleró el traslado de Ordoñez a Guatemala.
Ello significó un reflujo del movimiento popular a pesar que la Asamblea Legislativa continuaba siendo hegemonizada por la corriente revolucionaria, la que, en noviembre de 1825 destituyó a De la Cerda por abuso de poder y designó como encargado del gobierno al vice jefe de Estado Juan Argüello, primo del depuesto.
La primera Constitución Política de Nicaragua en la Federación de Centro América, aprobada el 8 de abril de 1826 y promulgada el 22, fue influenciada por Cleto Ordoñez quien procuró institucionalizar las reivindicaciones de la lucha popular.
A mediados de 1825 Ordoñez se estableció en Guatemala como Inspector General de Armas y continuó impulsando el proyecto federal para transformar la herencia colonial.
Arce, quien había iniciado en las filas del liberalismo, cedió a las presiones de la oligarquía guatemalteca y a los halagos del poder. Entre septiembre y octubre de 1826, dio un golpe de estado y envió a prisión al jefe del Estado de Guatemala, el liberal Juan Burrundia, y disolvió la Asamblea Legislativa Federal que se oponían a las acciones retrógradas que quería imponer.
La traición de Arce le ganó el desprecio de Cleto quien desenmascaró su servilismo poniéndolo en ridículo en un banquete oficial, -al que no fue invitado- para celebrar el aniversario de la Independencia exclusivamente con la aristocracia: “vestido de gran uniforme y con un cuadro de oficiales, se dirigió al Palacio, y cuando Arce le vio en el salón del festín, … se turbó visiblemente.
Ordoñez le dijo: No se inquiete el señor Presidente; no vengo a su banquete, sino que como Inspector quiero ver en qué se gasta el dinero de la Nación” (Pérez, pp. 439).
Después del incidente Arce lo encarceló en Guatemala.
A inicio de 1927 Cleto logró fugarse de prisión y se unió a los dirigentes liberales que emigraron a El Salvador asumiendo como uno de los jefes del ejército federalista para luchar por la restitución de las autoridades arbitrariamente depuestas.
El grupo armado, en desventaja numérica, fracasó en su primer intento de apoderarse de Guatemala, aunque Ordoñez demostró su heroísmo: fue el único jefe militar que resistió en su posición hasta que un desperfecto en su principal pieza de artillería lo obligó a replegarse después de garantizar la retirada de las demás fuerzas.
En septiembre de 1927 Ordoñez regresó a León procedente de El Salvador para tratar de salvar al sistema político de la anarquía; asumió temporalmente como comandante de Armas y expulsó del gobierno a Argüello el 14 de septiembre de 1827.
Al retirarse, la fractura liberal y las contradicciones inter-oligarcas entre Cerda y Argüello continuaron desencadenando la aguda lucha de clanes, hasta que el primero fue fusilado en Rivas el 29 de noviembre de 1828, y el segundo exiliado a Guatemala muriendo en 1830.
Francisco Morazan, líder unionista de Centro-América
El gobernador de Guatemala, marqués Mariano de Aycinena (1789-1855) figura principal de la oligarquía mercantil guatemalteca, decretó la proscripción a destacados políticos y militares liberales, entre ellos Pedro Molina y el caudillo popular Cleto Ordoñez.
Las fuerzas reaccionarias centralistas pasaron a la ofensiva. Entre 1827 y 1829 Cleto se desplazó entre El Salvador, Honduras y Nicaragua combatiendo a los retrogradas al lado de las fuerzas progresistas-unionistas con el prócer de la unidad centroamericana Francisco Morazán (1792-1842).
El 12 de abril de 1829 el Ejército Aliado Protector de la Ley entró a Guatemala, restableció el Congreso Federal y demás autoridades depuestas, lo que devolvía la esperanza de construir la utopía de una Centro América unida y fuerte. Arce fue exiliado; Morazán asumió la presidencia de la Federación por el voto popular en 1930.
Ordoñez falleció en San Salvador en 1839, vivió pobre y murió, casi ciego, en la miseria.
Una mañana, después de varios días tristes y meditabundos, se rasuró y vistió con su mejor ropa, sentado en un taburete debajo de un árbol, vomitó sangre y murió, fue enterrado en la iglesia de San Sebastián (Arellano, 2012).
El sueño unitario no le sobrevivió mucho tiempo, en 1840 el Gral. Francisco Morazán fue expulsado de Guatemala por las fuerzas reaccionarias y en 1842 fue fusilado en Costa Rica.
Los estados, iniciando con Nicaragua el 30 de abril de 1838 (la tercera independencia, entendiéndola como proceso), siguiendo con Honduras, Costa Rica, Guatemala y El Salvador, se declararon repúblicas independientes y soberanas, la República Federal de Centro América había sido disuelta.
El presbítero Policarpo Irigoyen (Granada, 1775 – Managua, 1829), hijo legítimo de Diego de Irigoyen, criollo de origen vasco, y de Ana María, criolla granadina; con la joven granadina -cuyos padres eran originarios de Managua-, Francisca Zelaya (aprox. 1795-1870) tuvo seis hijos naturales, entre ellos José María Zelaya Irigoyen (1820 –1875), a diferencia de sus hermanos, había estudiado en León y era de mentalidad liberal, fue el padre del líder de la revolución liberal de 1893, José Santos Zelaya López (Managua, 1853- Nueva York,1919).
Cleto Ordoñez tomó el apellido de su padrastro; era hermano de padre de Policarpo Irigoyen y tío abuelo del Gral. José Santos Zelaya. El mulato Cleto fue liberal revolucionario, procedía de sectores populares, representó esos intereses en el movimiento clasista que encabezó.
Según Díaz Lacayo, “fue el primer deslumbramiento mestizo en Centroamérica y el primer intento de revolución liberal en Nicaragua”. Luis Alberto Cabrales (1958) reconoce que “Cleto es el primer caudillo popular de Nicaragua, y el heroico defensor del régimen republicano en la lucha contra los imperialistas”. J. E. Arellano (2012) afirma que “todos los testimonios de la época confirman la honradez del primer caudillo popular y líder republicado de nuestra historia”. Ortega Arancibia califica con justicia al referir a Nicaragua como “la patria de Ordoñez”.
El cura Policarpo, procedía de familia criolla adinerada, pro-monárquico y conservador, su nieto José Santos Zelaya, a pesar del vínculo sanguíneo directo, tuvo, además del liderazgo carismático del caudillo, desde su visión liberal y unionista, mayor proximidad ideológica a la lucha popular de Cleto, aunque, representó, a fines del siglo XIX, setenta años después de aquella victoriosa primera revolución anti-oligarca y antiimperialistas (1823-1893), los intereses de la incipiente burguesía liberal cafetalera que demandaba nuevas relaciones sociopolíticas e institucionales más acordes a un estado nacional moderno.
Cleto, según lo describen, era pequeño de estatura, delgado, de color cobrizo y miope, algunos le decían El tuerto, por el defecto del ojo derecho como resultado de una quemadura de pólvora cuando fue artillero, su mal empeoró porque, estando preso en un calabozo oscuro de Trujillo por un acto de rebeldía, se fugó con apoyo de unos negros y la salida repentina al aire le produjo estrabismo.
Era un muchacho de barrio marginal, tocaba la guitarra y cantaba, aunque no era letrado, componía décimas, era estudioso, tenía facilidad de palabra, un orador natural de barricadas. Se le ha etiquetado, para descalificarlo, de populista, resentido social, demagogo, extremista, saqueador, promotor de violencia y anarquía.
Para Diego Manuel Chamorro la acción de Ordoñez al decir “Abajo los dones”, fue el “primer movimiento demagógico de nuestro país” (Zambrana, 2022). El liberal guatemalteco Alejandro Marure reconoce que “era astuto y emprendedor”, fue en realidad valiente, atrevido y osado. Coronel Urtecho lo señala como “vanidoso, histriónico y prototipo del mestizo bastardo”.
Tenía la cualidad de comunicarse con todos, incluso con las personas de las clases altas, sabía ganarse el afecto. Carecía de ambición de poder, no aspiraba a acumular riquezas a pesar de su popularidad.
Ordoñez, no era intelectual de la política, “su liberalismo no era clásico, sino social” (Zambrana, 2022), tenía un talento natural, tuvo visión político-social adelantada a su tiempo; como hijo del pueblo actuaba con instintiva convicción por su origen de clase y como testigo directo de las exclusiones, fue consciente de la simpatía popular y del afecto creciente que captaba, que su voz era escuchada, por lo que asumió con decisión consciente el liderazgo mediante la acción militar y política desde el compromiso social de cambio.
Fue al inicio utilizado por Sacasa, pero fue capaz de percibir y rebelarse temprano contra las discriminaciones sociales y los privilegios aristócratas que representaba y que, desde el poder político, pretendían preservar.
El proyecto revolucionario y popular que representaba Ordoñez no logró instaurarse, fue frenado y mediatizado, por los sectores tradicionales y fuerzas retrogradas, alineadas a aspiraciones oligarcas, oportunismos partidarios, manipulaciones y agresiones expansionistas imperialistas británicas y norteamericanas que llevaron al fatídico episodio de la invasión filibustera, el que, afortunadamente fue superado en la Guerra Nacional de Centro América que permitió después un afortunado período de relativa estabilidad que inició la construcción de la nación nicaragüense, en el que la presencia de Estados Unidos, sin que renuncia a su visión hegemónica, estuvo limitada porque se enfrascaba en la solución de su propia crisis interna por la Guerra de Secesión, para que, finalmente resuelta a fines del siglo XIX, agudizar su capacidad expansiva imperialista y confirmar su tendencia imperialista al vencer al decadente español (1898) arrebatándole las últimas colonias.
Aunque el movimiento que impulsó Ordoñez fue una revolución inconclusa que no pudo instalar en el poder a una nueva clase social, su lucha introdujo algunos cambios y evidenció la presencia de los intereses de los sectores populares y de los excluidos, sembró la semilla de las demandas transformadoras que no lograron institucionalizarse de manera sostenible, aunque algunas fueron asumidas.
Se requiere recuperar su valiosa herencia en el imaginario colectivo. Su legado estuvo presente en la Revolución Liberal Nacionalista de 1893 y de manera actual, profundizada en la Revoluciona Sandinista de 1979.
Con la Revolución Popular Anti-oligarca y Anti-imperialista que encabezó Cleto Ordoñez, comenzó el largo y difícil camino de la revolución nicaragüense.
Principales fuentes bibliográficas:
Álvarez M., Emilio; Kühl A., Eddy. (2008). Policarpo y Cleto, hermanos históricos. ¿Orígenes del conservatismo y liberalismo en Nicaragua? Impresión comercial La Prensa S.A. Managua, Nicaragua.
Arellano, Jorge Eduardo. (2012). Granada de Nicaragua: crónicas históricas. Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, julio, 2012.
Avilés Salmerón, Ricardo. (2021). Clero Ordoñez: Nuestro Héroe Nacional olvidado por la Historia convencional, pero sobre todo por la enseñanza. Revista Humanismo y Cambio Social, No. 1, año 8, ed. especial para Bicentenario de Nicaragua, septiembre 2021. UNAN Managua. (https://camjol.info/index.php/HCS/article/view/13540/15745)
Bautista Lara, Francisco Javier (2006). A 150 años de la Batalla de San Jacinto. LEA Grupo Editorial, primera edición. Managua, Nicaragua.
Esgueva Gómez, Antonio. (2000). Las constituciones políticas y sus reformas en la historia de Nicaragua. Tomo 1. Introducción, recopilación y notas de Antonio Esgueva Gómez. Editorial IHNCA (UCA).
Guido Martínez, Clemente. (2008). Nueva historia de Nicaragua. Alba Editores, Managua, Nicaragua.
Kinloch Tijerino, Frances. (1990). Cleto Ordoñez: Boceto biográfico de un caudillo popular independentista. Revista de Historia No. 1. Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica. Managua, Nicaragua.
Ortega Arancibia, Francisco. (1993). Cuarenta años de Historia de Nicaragua. 1838-1878. Serie Histórica. Colección Cultural Banco Nicaragüense. Fondo de Promoción Cultural, BANIC. Managua, Nicaragua.
Pérez, Jerónimo. (1993). Obras históricas completas. Serie Histórica. Colección Cultural Banco Nicaragüense. Fondo de Promoción Cultural, BANIC. Managua, Nicaragua.
Zambrana Fonseca, Luis Armando. (2022). Praxis Liberal en Nicaragua (1808-1912) (Jerez, Martínez – Zelaya y Zeledón). Gutenberg Impresiones, primera edición. Managua, Nicaragua.
franciscobautista.com https://franciscobautista.com/2021/09/15/acta-de-independencia-de-centro-america-punto-de-partida-proceso-soberano-de-independencia/
[1] Hannah Arendt (1998) reconoce la falta de unidad de criterio para el concepto que evoluciona a partir de su uso desde fines del s. XVIII: no son simples cambios, tiene un carácter contingente, es un punto de inflexión o quiebre de un estado de cosas anterior; en la modernidad se entiende cambio hacia el futuro. Para Gianfranco Paquino (2002) implica el uso de la violencia para transformar las relaciones políticas, el ordenamiento jurídico y la esfera socioeconómica. La revolución es impuesta desde abajo y no desde arriba (Barbé, 2002). Para la dialéctica materialista (Marx, Engels, Lenin y Gramsi), es un movimiento incesante, lento o rápido en las fuerzas productivas: es la base del proceso histórico, de sus cambios y rupturas, choca en un momento dado con la estructura de las relaciones de producción lo que provoca desequilibrios en la estructura social provocando sobresaltos sociales: esto es la revolución. El cambio revolucionario es la toma del poder por una nueva clase que se instala en el tiempo de la acumulación de las fuerzas productivas.
[2] La Constitución Política de la República (1987 y sus reformas) enuncia en el capítulo 1 los Principios del Estado surgido en el contexto de la revolución de 1979; el artículo 5 dice: “el respeto a la libre autodeterminación de los pueblos, los valores cristianos, los ideales socialistas, las prácticas solidarias y los valores e ideales de la cultura e identidad nicaragüense”.
Actualización
LA TUMBA DE CLETO ORDOÑEZ
EN EL SALVADOR
Por: Clemente Guido Martínez.
¿Dónde está sepultado Cleto Ordoñez?
Según sabemos, por tradición oral de la familia, en una iglesia católica de la República de El Salvador.
Averiguamos y nos enteramos que la Iglesia se incendió hace pocos años, destruyéndose toda, y no quedando rastros de ninguna de las tumbas que estaban en su interior.
Por lo tanto, si era cierto que en este templo se encontraba la tumba de Cleto Ordoñez, -solo la tradición oral sostiene esto-, entonces se requerirá de un mayor esfuerzo por localizarla en conjunto con amigos arqueólogos Salvadoreños, o quizá la misma Academia Salvadoreña de Historia.
No descartemos la posibilidad, en tanto, les dejamos las fotos que nos envió nuestro amigo salvadoreño Mario Quezada, paleontólogo e historiador, quien nos facilitó esta información y fotografías.
Managua, 13 de enero del 2023.
https://franciscobautista.com/2022/09/09/cleto-ordonez-precursor-de-la-lucha-popular-anti-oligarca-y-antiimperialista-200-anos-de-la-primera-revolucion-popular/