En su afán por garantizar su abasto energético en medio de la crisis en Ucrania, el Gobierno alemán anunció que operará tres refinerías que son propiedad de la petrolera rusa Rosneft. Sin embargo, ese acto constituye una ilegalidad, acusa la compañía.
Las sanciones económicas contra Moscú siguen teniendo consecuencias en Occidente. Con la inflación más alta de los últimos 49 años, los precios de los combustibles por los cielos y un peligro real de desindustrialización, Alemania ha tomado la decisión de tomar el control de tres refinerías que son operadas por dos subsidiarias de Rosneft, una de las compañías energéticas más grandes de Rusia.
El Ministerio de Economía de Alemania informó que las tres plantas —gestionadas por las subsidiarias Rosneft Deutschland GmbH y RN Refining & Marketing GmbH— serán controladas ahora por la Agencia Federal de Redes del país germano porque "Rusia ya no es un proveedor confiable de energía".
Sin embargo, Rosneft emitió un comunicado en el que expresó su rechazo a la nueva medida de las autoridades alemanas, a las que señaló de estar cometiendo un acto al margen de la ley.
"Esta decisión es ilegal y, de hecho, es una expropiación de la propiedad de los accionistas como resultado de una situación deliberada creada por las sanciones de la Unión Europea y las acciones de los reguladores alemanes y polacos, cuyo objetivo era confiscar activos", manifestó la compañía rusa.
Según Rosneft, el Gobierno de Alemania no tiene ningún fundamento legal para tomar el control de las refinerías, ya que la petrolera siempre ha cumplido todos los requisitos y marcos legales que establece el país gobernado por Olaf Scholz.
Además, aclara la empresa, los reguladores alemanes han reconocido en varias ocasiones que Rosneft trabaja en Alemania de forma transparente y abierta en el mercado, garantizando el suministro de combustible a los consumidores.
"A pesar de que la situación del mercado energético alemán sigue siendo difícil, Rosneft Deutschland siguió cumpliendo su obligación de suministrar productos petrolíferos en su totalidad y negoció los nuevos contratos necesarios para garantizar la seguridad del suministro, especialmente en la región de Berlín-Brandeburgo y en el oeste de Polonia", explicó la petrolera rusa.
Por ello, la compañía fundada en 1993 no descartó tomar acciones legales en contra de los responsables de esta decisión.
"Rosneft trabajará en todas las medidas posibles para proteger a sus accionistas, incluido el recurso a los tribunales [...]. Consideramos que esto es una violación de todos los principios fundamentales de la economía de mercado y de los fundamentos civilizatorios de una sociedad moderna construida sobre el principio de la inviolabilidad de la propiedad privada", advirtió la firma.
Rosneft asegura que ha invertido una fortuna en proyectos de refinación en territorio alemán.
La cifra invertida, dice, asciende a los 4.600 millones de euros (unos 4.607 millones de dólares), e incluso ya se tenían pronosticados más negocios en el ramo de la transición a los biocombustibles.
Según el Ministerio de Economía alemán, Rosneft representa aproximadamente el 12% de la refinación de crudo del país.
Las refinerías que quieren tomar las autoridades alemanas proveen de derivados del petróleo al noreste de Alemania, incluida la capital, Berlín.
Las tensiones entre la petrolera rusa y el Gobierno de Olaf Scholz suceden en momentos en que Europa enfrenta dificultades para abastecerse de energía, principalmente de gas, recurso en el que Rusia es un líder productor a nivel global.
Sin embargo, las sanciones de los líderes occidentales a Moscú por la operación militar rusa en Ucrania han resultado contraproducentes para la propia Unión Europea (UE), que ha tomado medidas drásticas para disminuir su dependencia de los combustibles rusos.
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