Muy pocas personas en Estados Unidos confían en los principales medios de comunicación. Esto es confirmado ahora por una encuesta publicada este julio recién pasado por la importante organización Gallup, que encontró que solo el 11% de los norteamericanos confía en las noticias de televisión y solo el 16% tiene confianza en los periódicos.
Este dato, arrojado por una de las firmas encuestadoras con las que históricamente la Casa Blanca, no solo se ha sentido cómoda sino que además ha considerado la biblia, es decir infalible, se trajo al suelo la imagen que medios de comunicación y periodistas venían construyendo desde hace décadas respecto al paradigma de libertad, progreso y valores que interesadamente quisieron acuñar ante los ciudadanos estadounidenses y en el resto del mundo grupos mediáticos y corporativos que al final son parte visible en el engranaje imperial que por doquier cae a pedazos.
No es difícil entender porque los medios de comunicación y los periodistas norteamericanos, aquellos que están incrustados en los grande consorcios, se hayan prestado a dinamitar el valor que a lo mejor en algún momento tuvo para ellos la objetividad, la que por supuesto fue sustituida por poderosos intereses políticos y económicos, porque hay que decir claramente que ese frente mediático ha puesto y quitado presidentes, ha multiplicado al capitalismo salvaje fortaleciendo la industria armamentista, ha creado guerras para pintar a Estados Unidos como liberador de las mismas y lo más descarado han creado pobreza y miseria en el planeta para tener “razones” que hagan “amable” el interés hipócrita de los magnates que disfrazados de filántropos dicen no dormir ante las necesidades de otros.
El aparato mediático estadounidense sí es poderoso, no hay duda. Erra aquel que lo subestima pero en la medida que miente, que muestra que su agenda es absolutamente política en esa medida descubrimos que nunca fueron medios de comunicación sino de guerra.
Estados Unidos, después del fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, que fue ganada por Rusia tras vencer al nacismo, construyó el imperio que aún tiene no desde las bayonetas de su ejército, sino de las corporaciones mediáticas que se apropiaron del guion completo de Paul Joseph Goebbel, Ministro Imperial para la Ilustración Pública y Propaganda de Adolf Hitler, aquel que para la posteridad de los tiempos dejó para los mercenarios de la pluma aquello de “miente, miente, miente que de la mentira algo queda”.
El pueblo estadounidense hoy está cierto de lo que dice a la firma encuestadora Gallup porque sabe, analizando su gran verdad desde su pobreza, desde la atadura que le representa el capitalismo salvaje, que la imagen del imperio, siempre fue solo eso, una imagen construida desde la falsedad corporativa y mediática de millonarios consorcios que hoy se observan frágiles y además descubiertos porque solo una ínfima minoría de los ciudadanos estadounidenses cree en las historias difundidas para justificar las guerras contra Vietnam, Irak, Afganistán, Libia y Siria.
Claro la lista de países víctimas de la atrocidad imperial es enorme y la de los asesinados, heridos, torturados, mutilados, desaparecidos, encarcelados y empobrecidos se cuenta por millones y millones y todo ese genocidio, los medios que nunca serán de comunicación, pero sí de guerra, a través de sus magnates mediáticos lo disfrazan de apoyo a la democracia, de lucha por la libertad, de observación a los derechos humanos, de justicia y respeto a libertad de prensa y expresión.
Esta vergonzosa realidad a la que el neo fascismo llama legado porque se arrastra desde hace más de siete décadas continúa hoy, en la guerra subsidiaria que Washington está librando contra Rusia a través de Ucrania utilizando como perros de pelea a la OTAN y sobre esto la industria de mentiras no cesa de difundir noticias falsas y absurdas que se escriben desde la Casa Blanca vendiendo que Putin va en retroceso, que está enfermo que los acorazados y medios aéreos del ejército del Kremlin están reducidos a chatarra, que la marina rusa está hundida, cuando la verdad Kiev está por caer.
Un cofundador de la CIA, Frank Wisner, se refirió a los medios de comunicación como un tipo de instrumento musical. Se jactó de que la agencia de espionaje de EEUU tenía tantos activos en las salas de redacción de todo el mundo que Washington podía jugar con la prensa como un músico, para manipular la opinión pública.
Malcolm X, el líder revolucionario nacionalista negro de EEUU quien fue asesinado en una operación respaldada por las agencias policiales, reconoció el poder de los medios norteamericanos en la década de 1960. Advirtió: “Los medios son la entidad más poderosa del mundo. Tienen el poder de convertir al inocente en culpable y al culpable en inocente, y ese es el poder. Porque controlan las mentes de las masas”.
Los consorcios mediáticos imperiales tienen una relación íntima con la Casa Blanca, con las agencias de inteligencia como la CIA, actúan en nombre de Wall Street y de las grandes corporaciones y porque sus agentes controlan a la prensa para servir los intereses económicos de la élite, del establishment.
Países como nuestra amada y querida Nicaragua, bombardeados mediáticamente desde diferentes continentes, porque las grandes corporaciones periodísticas son una creación del imperio norteamericano que tiene estructuras a las que concibe como bases militares, para eso destina billonarios presupuestos mientras sus ciudadanos se mueren de hambre, sufrimos el acoso y difamación por historias que generalmente arman expertos en la sicología del terror basadas en acusaciones endebles, hechas por funcionarios anónimos del gobierno de EEUU y de lacayos nacionales que se prestan a ello, pero sin evidencia concreta que tienen por fin debilitar, demonizar y desestabilizar a los que por no pensar como ellos, por no dejarnos intervenir, por no permitir sus injerencias, porque proclamamos que el país es nuestro y no de ellos y porque nos hacemos respetar, entonces nos ven como sus enemigos, como amenazas a la seguridad nacional del imperio y entonces ordenan a sus perros mediáticos lanzar contra nuestra independencia, libertad y soberanía cualquier veneno calumnioso para deslegitimar una democracia que como la nuestra está decidida por nuestro pueblo.
Nada tiene que ver el periodismo con la guerra de desinformación y esto no es solo que los estadounidenses lo digan, es que es lo que piensa un mundo que está desorbitado por criminales mediáticos que nos mantienen de guerra en guerra y no cesan porque los que únicamente se benefician de ese estado de locura son las grandes corporaciones de medios que tienen nombres y apellidos como CNN, The New York Times, The Wall Street Journal, El País de España, la Cadena Caracol de Colombia entre otros internacionalmente e internamente La Prensa, Canal 10, la Corporación y otros que se van simplificando porque son más hoja que nacatamal.
Todos estos medios de comunicación o de guerra tienen licencia para calumniar, por supuesto dónde se los permitan y entran como perros por su casa a cualquier agencia gobierno de Estados Unidos y sus propietarios, que son oligarcas multi billonarios, celebran todos los días, tomándose una tacita de café, con quienes les paga, sin importar la vida de quien o de quienes están asesinando porque eso es lo que hacen consuetudinariamente.
El importante periódico el Washington Post, por ejemplo, es propiedad personal de Jeff Bezos, el hombre más rico de la Tierra. Bezos es el fundador de la megacorporación Amazon, que tiene contratos por valor de miles de millones de dólares con la CIA, el Departamento de Defensa y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).
La historia de los medios de difundir noticias falsas para justificar las guerras estadounidenses es extensa y escrita con sangre por eso el pueblo norteamericano ha perdido la confianza en los medios, en gran parte, debido al largo expediente de difundir propaganda descarada y noticias falsas para justificar las guerras de agresión de Estados Unidos y eso es un pésimo ejemplo que en países como los nuestros los malos hijos de nuestras naciones imitan porque para eso les pagan y por eso mismo los periódicos siguen justificando el genocidio y la limpieza étnica de los pueblos indígenas por parte de los colonialistas europeos al afirmar que los nativos eran “bárbaros” e “incivilizados”, ni siquiera los ubicaron defendiéndose contra su exterminio, sino como incultos.
Cuando Estados Unidos lanzó dos bombas nucleares sobre Japón en 1945, matando a cientos de miles de civiles, los principales medios de comunicación se apresuraron a defender el crimen de lesa humanidad. Los principales periódicos afirmaron falsamente que el bombardeo atómico era necesario para poner fin a la guerra, a pesar de que la propia Encuesta de Bombardeo Estratégico del gobierno de EEUU admitió que esto era falso y que el imperio japonés se habría rendido incluso sin el ataque nuclear.
Amigos países como el nuestro, como nuestra amada Nicaragua, compartimos la percepción del pueblo norteamericano respecto a lo que verdaderamente son sus corporaciones mediáticas de guerra y no de información.
Las compartimos porque desde hace muchísimo tiempo identificamos a los mercenarios que aquí creen esconderse tras un medio de comunicación que en realidad es una agencia de guerra del gobierno imperial. A esos ya los tenemos dónde deben estar y no por periodistas sino por terroristas, algunos de ellos presos y otros huyendo y en desbandada porque fueron arrolladoramente vencidos.
Por: Moisés Absalón Pastora.