VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

Los tres monos que dirigen el mundo o la guerra de los imbéciles…


Las potencias hegemónicas para mantener sus intereses necesitan que la sociedad actúe como los tres monos sabios: No vean, no escuchen, no hablen.


No, no se está hablando del presidente de los Estados Unidos, ni del Secretario General de la OTAN, ni siquiera de algún magnate a la sombra del complejo militar industrial norteamericano.

Esto es más sencillo. Y más patético.

¿Recuerdan los tres monos sabios?

 Sí, aquellos graciosos simios representados en una escultura nipona que data del siglo XVII, y que han sido tantas veces recreados a lo largo del tiempo y las distintas representaciones del arte hasta la actualidad.

El primer monito sabio se tapa los ojos con sus manos (no ver), el segundo los oídos (no escuchar), y el tercero cierra su boca con los dedos (no decir).

Pero las interpretaciones históricas y semióticas de las razones de los tres monos sabios se adentran mucho más en el tiempo y en los vericuetos de la no siempre bien interpretada cultura japonesa. Se habla de un código filosófico-moral vinculado a la rendición, o a la prudencia. Otra versión los convierte en espías enviados por los dioses para enterarse de las malas acciones de los hombres. Todas tienen sentido.

No vean, no escuchen, no hablen

Lo que no tiene ningún sentido ni moral ni filosófico son los intentos de quienes creen manejar (sin licencia de conducir) el pensamiento colectivo del planeta. La guerra entre Rusia y Ucrania es el ejemplo más actual.

Cuando el primer proyectil ruso impactó territorio ucraniano el 24 de febrero pasado, ya la campaña informativa de “Occidente” acerca del conflicto entre las dos naciones vecinas estaba diseñada y funcionaba a la perfección hacía muchos años.

Casi nadie en el mundo, fundamentalmente en Europa, en los Estados Unidos y en todos aquellos países adoctrinados por la CNN, Hollywood y hasta las mangas japonesas, puso en dudas que el presidente Putin había traspasado no solo la frontera geográfica de Ucrania, sino las fronteras de la cordura: era un loco, un asesino a cuya cabeza había que poner precio. “Se busca vivo o muerto”.

Nadie en aquellos lares quiso o pudo ver, escuchar, y nadie se atrevió por supuesto a decir, que la guerra entre ucranianos y rusos había comenzado como mínimo en el 2014, cuando las tropas del gobierno de Kiev, a cañonazo limpio, con proyectiles de todo tipo, bombardearon día tras día hasta el 24 de febrero, hasta ahora mismo, los amplios territorios del Donbass, poblados por decenas de miles de personas cuyo único crimen es ser históricamente rusos.

Ciegos y sordos terminan millones de personas en el mundo y como resultado no pueden decir la verdad que no conocen, o ni siquiera quieren conocer. Para ellos no existen, no han existido durante estos ocho años los miles de muertos, heridos y desplazados en las repúblicas autoproclamadas independientes del Donbass; los niños, mujeres y ancianos sin hogar, obligados a vivir casi en la edad de piedra.

Un viejo componente de la guerra mediática diseñada por los expertos del Pentágono, ya se sabe que asesorados por lo que más brilla tras bambalinas en Hollywood, ha sido tapar los ojos, los oídos y la boca a la “otra verdad”. La cortina de humo y de tecnología híper moderna para acallar (y que no se vean ni se escuchen) los medios rusos ni otros que pretendan amplificarlos a la opinión pública mundial, ha sido brutal en los últimos meses. Es la nueva cortina de hierro.

Bucha, el último capítulo de la verdad cautiva

Desde hace una semana el mundo llora las víctimas de la supuesta matanza rusa en la localidad ucraniana de Bucha en las afueras de Kiev. La historia es conocida, pero contada en dos versiones distintas por las partes beligerantes.

El ejército ruso se había retirado del lugar, por esos días cuando ya Kiev, sin defensa importante alguna, perdió el interés militar de Moscú. Dos días después cámaras de última generación, manejadas por expertos, se pasean por Bucha en un convoy de modernos y bellos carros de guerra ucraniana, que nunca vieron de cerca un proyectil ruso, y filman decenas de cadáveres a ambos lados de una calle por donde, al parecer, sí pasó la guerra. 

El mundo llora y con razón. Sin percibir que la verdad fue también asesinada.

Los rusos desmienten y demuestran la manipulación de los hechos, Ucrania y los productores occidentales de la guerra mostraron cadáveres casi saludables, que se suponía llevaban como mínimo 48 horas muertos. Los rusos analizan las imágenes del paseo por Bucha y encuentran algunas cosillas extrañas, como un muerto que se mueve y otro que, a través del retrovisor limpiecito de uno de los jeeps, parece incorporarse.

 Rápidamente la contraofensiva mediática reacciona y dice que los rusos también manipularon esas imágenes.

Muestran sus “pruebas”. Extrañamente, a ellas se suma nada más y nada menos que un satélite norteamericano, que afirma, y pretende demostrar desde el cosmos, que los muertos en las calles de Bucha estaban allí el mismo día cuando se retiraron las tropas rusas… Es el cuento del nunca acabar…

Así son las guerras hoy, desde que los yanquis perdieron estrepitosamente la suya en Viet Nam, cuando el mundo y el pueblo norteamericano comenzaron a ver los helicópteros caer, los niños ardiendo en napalm, el soldadote gringo conducido por una guerrillera pequeñita, y el desembarco en masa de los ataúdes cubiertos con las banderas de las franjas y las estrellas. Nunca más se filmó desde el lado yanqui una guerra sin censura.

Facebook hizo más historia esta semana cuando algunos de sus seguidores recibieron en una extraña “notificación” el siguiente mensaje (va textual):

Hemos añadido un aviso a tu publicación.

La publicación incluye información que, según verificadores de información independientes, carece de contexto.

A una publicación que has compartido le falta contexto
(…)

Verificadores de información independientes han revisado estos datos y han determinado que les falta contexto y podrían resultar engañosos para las personas
(…)

Las publicaciones de aquellas personas que compartan repetidamente información falsa se desplazarán hacia abajo en la sección de noticias. De esta manera, es menos probable que otros las vean.

Seguidamente Facebook, sin tu siquiera haber reaccionado o solicitado nada, te pasa un material fílmico, un documental bajo el título Las pruebas de la matanza de Bucha que contradicen al Krenlim, y un artículo bien castizo de un señor llamado Guillermo Infantes, donde está toda la versión occidental que “desmiente” la rusa.

El regaño por distribuir la supuesta noticia falsa, el material fílmico y el artículo de Infantes, están acreditados a una tal agencia (una “media startup”) llamada “Newtral” que, según te explican, posee la certificación de la International Fact-Cheking Network.

Así funcionan lo que se ha dado en llamar los “algoritmos” en Internet, que coartan tu libertad de publicar en ellas la versión que te venga en ganas de este, o de cualquier otro suceso que no les convenga, en este caso, a quienes están abiertamente a favor de Ucrania en esta guerra.

Nada. Que los monos sabios de la actualidad no pueden siquiera tomar la decisión propia de no ver, no escuchar y no decir. Hay mucha gente, turbios poderes, interesados en tapar sus ojos, sus oídos y sus bocas.

Posdata:

Desde ayer el gobierno de Moscú está advirtiendo al mundo de que se está fraguando una nueva provocación ucraniana, para culpar al ejército ruso de otra matanza, o quién sabe de qué fenómeno de grandes proporciones. ¿Seguiremos ciegos sordos y mudos?

Fuente: Cubasí

https://zonafrank.wordpress.com/2022/04/17/los-tres-monos-que-dirigen-el-mundo-o-la-guerra-de-los-imbeciles/#more-16255

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