Palestina: Masacre de Hebrón de 25/02/1994

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Afganistán: Una historia mal contada o bien omitida


Regresemos el tiempo a 1979 cuando en Afganistán existía un gobierno de izquierda que desataba la furia del todo poderoso Estados Unidos, acostumbrado a meter las narices donde exista riqueza, petróleo o alguien que no responda a sus intereses.

Por aquel entonces, Zbigniew Brzezinski, asesor del presidente Carter, ideó el plan para armar y entrenar a los yihadistas -entonces todavía llamados muyaidines- los cuales abundaban en las zonas montañosas de Afganistán. 

 El objetivo era matar dos pájaros de un tiro, primero desgastar y darle inestabilidad al gobierno que no era de su agrado y segundo provocar a la URSS para que fuese a socorrer a los afganos y así culparlos de invasores, con la esperanza además de verlos partir como partieron ellos de Vietnam.

Con la ayuda de Estados Unidos los muyaidines cumplieron los objetivos, o al menos parte de ellos. 

Crearon problemas al gobierno de Kabul y este tuvo que pedir ayuda al Kremlin. 

Aquello fue un pantano, la Unión Soviética tuvo que permanecer allí durante diez años, periodo en el que la CIA inyectó 2.000 millones de dólares en ayuda, armas y apoyo logístico a los muyaidines, incluyendo misiles Stinger con los que podían derribar aviones y helicópteros soviéticos. 

Los “valientes luchadores muyaidines” pasaban a ser los héroes que intentaban expulsar al invasor.

Osama Bin Laden, el yihadista o taliban preferido por Estados Unidos, fundaba en 1988 Al Qaeda, un grupo terrorista fundamentalista, el cual a través de Pakistán recibía la ayuda de Estados Unidos.

Al Qaeda y su líder no escatimaban en devolver los favores a occidente y Estados Unidos para mantener viva la ayuda en forma de suministros y continuar su guerra contra “los comunistas”.

Según fuentes (ver pie de nota) durante la guerra civil en Yugoslavia (1992-1995) el Pentágono organizó el traslado de miles de combatientes de al Qaeda a Bosnia para apoyar a los musulmanes de ese país. 

Durante la guerra contra Yugoslavia en 1999, al Qeada luchó codo con codo con los terroristas del ELK (Ejército de Liberación de Kosovo, que luchaba por la separación de Kosovo de Yugoslavia y por una Gran Albania), cubiertos en el aire por la OTAN

También han aparecido combatientes de Al Qaeda en Chechenia, Xinjiang, Macedonia, y en muchos otros países de la región y más allá (1).

En resumen, Kabul se mantenía con el apoyo de la URSS pero en 1989 Gorbachov decidió poner fin a la ayuda militar y el país estalló en una guerra civil, aprovechada por el grupo mejor armado, los talibanes, alias, los amiguitos del norte. En 1996 los talibanes comenzaron su gobierno.

Una vez más, Estados Unidos quería algo.

Washington se había fijado en las reservas de petróleo y gas que rodean el Mar Caspio. Pero para transportar esa energía al Occidente sólo hay tres posibilidades: a través de Rusia, de Irán o de Afganistán.

Estados Unidos, por supuesto, no se lo daría a los rusos y tampoco a Irán. Así que sólo quedaba: Afganistán. 

Aquí está la razón oculta del plan. Estados Unidos apoyó a los talibanes para expulsar a la izquierda de Kabul y luego en 1994 apostaron por ellos para “estabilizar” el país y poder construir el oleoducto.

Esta es la razón por la que Estados Unidos se convirtió en el principal patrocinador de quienes en ese momento fueron los mayores violadores de los derechos humanos en el mundo.

No todo salió como se esperaba

Los talibanes a pesar de su fuerza militar no lograron un apoyo popular, ni siquiera conquistar todo el país, por lo que no lograron la estabilización necesaria para que Estados Unidos pudiera materializar el oleoducto. 

Es por ello que Estados Unidos cambió de planes y fomentó el dialogo entre todas las partes. Sin embargo, no contaba con que su creación, los talibanes, serían los alumnos desobedientes.

Los talibanes “obedecieron” y entraron en conversaciones con la Alianza del Norte para formar un gobierno de coalición, puro artistaje que fracasó en julio de 2001. Estados Unidos se sintió traicionado y amenazó a sus discípulos.

Los talibanes, fuertes de carácter y guerreros de genes no cedieron. Estados Unidos comenzó los bombardeos. La guerra contra los Talibanes estaba declarada y a finales de junio de 2001, tres meses antes de los supuestos atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, existían rumores de alianzas entre el Bush, la India y otras naciones para destruirles.

Las torres gemelas

Osama Bin Laden por ira, o por instrucción para dar la “excusa perfecta” a los planes guerreristas de Bush, arremete con los atentados del 11 de septiembre. Washington invade Afganistán y expulsa a los talibanes del poder. Vuelve la esperanza del oleoducto y el petróleo afgano para occidente.

Al respecto, Gore Vidal, un destacado columnista estadounidense dijo: “La conquista de Afganistán no tuvo nada que ver con Osama Bin Laden. Era simplemente un pretexto para sustituir a los talibanes por un gobierno relativamente estable. Un gobierno así́ debería permitir a la compañía Union Oil de California instalar su oleoducto a beneficio de la junta de Cheney-Bush, entre otros”.

La verdad al respecto tardará en conocerse, sin embargo los hechos parecen darle la razón a Vidal: El primer ministro afgano fue Hamed Karzai, con rumores de vínculos con la CIA, trabajó como asesor de una empresa petrolera estadounidense (UNOLOCAL) con viejos planes de establecer un oleoducto vía Afganistán.

Todo estaba “cuadrado”, pero siempre hay un pero. La estabilidad nunca llegó y las gestiones de Karzai quedaron en eso, en acuerdo y conversación, pero punto.

 Los talibanes fueron derrotados, pero no acabados. Sus características y convicciones en lo que creían parecían ser superiores a las del ejército gubernamental, que sólo pudo resistir gracias a la cobertura aérea de la OTAN y otros apoyos logísticos.

Todo era un problema de tiempo, si Estados Unidos se iba, Kabul se derrumbaba. Y así pasó, cuando Biden decidió́ retirar el apoyo, todo se fue abajo.

Estados Unidos y su segundo Viet Nam

La guerra más larga de la historia de Estados Unidos ha costado más de 2 billones de dólares. Anualmente, esto supone 100.000 millones de dólares o casi 20 veces más que el presupuesto entero del gobierno de Afganistán, según informó el New York Times.

El coste en vidas humanas es elevado. 

En los últimos veinte años han muerto 47.000 civiles. En el aspecto militar murieron 66.000 soldados y policías afganos, 51.000 talibanes y otros rebeldes. En el lado occidental murieron casi 4.000 soldados estadounidenses y 1.100 soldados de otros países de la OTAN.

La guerra provocó 5,5 millones de refugiados. Casi la mitad de la población vive hoy en la pobreza. 

La mortalidad infantil es una de las más altas del mundo y la esperanza de vida una de las más bajas.

En el periodo anterior a la guerra se erradicó casi por completo el cultivo de opio. Actualmente el 80% de la heroína del mundo se produce en Afganistán.

Tras veinte años de ocupación volvemos al principio, aunque un tin peor.

Que papelazo caballero!

Así lo veo.

Ramón Bernal Godoy

(1) Chossudovsky M., War and Globalisation. The Truth Behind September 11, Ontario 2002; Howard S., ‘The Afghan Connection: Islamic Extremism in Central Asia’, en National Security Studies Quarterly Volume VI, nr. 3 (Verano 2000); Rashid A., L’ombre des Taliban, París 2001.

https://mentirasenlamira.wordpress.com/2021/08/19/afganistan-una-historia-mal-contada-o-bien-omitida/

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