Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

La SIP, cartel de dueños de organos de prensa, creado por los servicios de inteligencia de EEUU

Nicaragua: El Socialismo Siempre Será Nuestro Camino


El marxismo nos enseña que el tiempo histórico no se circunscribe a la actividad del hombre, la sociedad o las naciones en el tiempo, sino que se relaciona directamente con los sistemas productivos.

Tomemos como ejemplo la fundación del Frente Sandinista:

No hubiese sido posible el surgimiento de una organización político-militar -verdaderamente revolucionaria como la nuestra- en otro contexto que no fuera el período de consolidación del modelo capitalista-dependiente ( con una burguesía egro-exportadora en auge) en la década de los sesenta del siglo pasado.

Es decir, si perdemos de vista la base, la situación y el entorno económico del “momento histórico”, es muy posible que se nos dificulte comprender el “momento político” y con ello, el panorama político y económico completo que sustenta la coyuntura y la perspectiva del desarrollo social. 

De igual manera debemos de proceder para entender las complejidades y avatares que envuelven el accionar actual del Partido y el cauteloso (aunque firme) desempeño del gobierno sandinista para llevar adelante el desarrollo del país en beneficio de todos, al mismo tiempo que enfrenta una agresión externa.

Cada decisión política del gobierno sandinista está condicionada y responde a una realidad económica subyacente. Esa es la lección.

Veamos:

La crisis del sistema capitalista global es empujada por la decadencia de la hegemonía del imperialismo yanqui, la feroz competencia con otras potencias económicas que pujan por mercados y control de los Recursos Naturales y eventualmente las secuelas del profundo impacto global de la pandemia. En suma, todo esto conlleva a cambios estructurales irreversibles y --cuyunturalmente- a grandes “fallas de mercado”.

El rompimiento de las cadenas de suministros, el desempleo, la inflación, etc., sumadas a una oferta escasa y demanda creciente( como producto de la reactivación económica global post-pandemica), el alza de los hidrocarburos, alimentos, medicinas y prácticamente todos los bienes y servicios se manifiestan en todo el mundo (en mayor o menor medida) con el desabastecimiento, encarecimiento de insumos, servicios y productos básicos, pérdida de capacidad adquisitiva de los ciudadanos, entre otros daños “colaterales” que de no ser atendidos en tiempo y forma golpearán principalmente a los trabajadores y segmentos populares de las naciones del capitalismo periférico y que pueden también originar grandes conmociones sociales y políticas.

Nuestro país no está exento de esta realidad, sobre todo, entendiendo el impacto adicional que sufrió nuestra economía nacional con el intento fallido de golpe de Estado del 2018.

El desempeño económico y financiero de nuestro gobierno a nivel macro-económico y de la economía “chiquita” ha sido más que adecuado (según lo confirman organismos financieros internacionales), sobre todo en estos tres últimos años: Sin embargo, el daño a nuestra economía, debido a los efectos asociados a los fenómenos y procesos económicos, políticos y de salubridad pública, mencionados anteriormente, han sido muy graves

El modelo de desarrollo socio-económico que impulsa el Frente Sandinista es coherente con sus postulados históricos y no renuncia a los grandes objetivos políticos que durante sesenta años han sido las banderas de lucha del Sandinismo. 

 Pero seriamos ilusos e irresponsables si pensáramos y exigiéramos que en las condiciones actuales del entorno, el país y nuestra sociedad " un avance más rápido”, " quemando etapas" para alcanzar esos objetivos políticos plasmados en el Programa Histórico del FSLN.

Aunque no lo queremos, somos parte del Sistema y mientras no avancemos hacia otra alternativa de Sociedad más justa e inclusiva, tendremos que atenernos a las reglas del Capitalismo. Suena duro, pero es la realidad.

Ejemplo de esto es la política salarial del Estado de Nicaragua, que aunque reformada en el 2007, en esencia sigue respondiendo al modelo liberal-burgués. Y que desafortunadamente en las actuales condiciones no puede ser de otra forma, pues básicamente seguimos dentro del modelo capitalista de desarrollo que funciona con su propia superestructura jurídica.

Esta Ley dice que dos veces al año debe de negociarse el salario mínimo de los trabajadores, pero dentro de las relaciones capitalistas de producción, esto no puede ser caprichosamente sino que responde a las “leyes del mercado”:

En un periodo de aceleración de la tasa de inflación en la economía nacional, se deteriora el salario real de los trabajadores, pero si el gobierno trata de combatir esta pérdida del poder de los asalariados mediante ajustes salariales solamente, entonces se dispararían los costos de producción ocasionando una espiral interminable de alzas de precios y salario.

¿Hay que cambiar esta “lógica” capitalista? ¡Si! Pero no puede ser por decreto, sino como resultado de profundos cambios económicos y en consecuencia, políticos e ideológicos.

En tanto eso llega, el gobierno revolucionario sandinista, con el Comandante Daniel a la cabeza, lucha no por aumentar el salario nominal, sino las condiciones económicas y sociales de todos los trabajadores y ciudadanos del país, profundizando las política de gratuidad, obligatoriedad y calidad de la educación (a todos los niveles) y de la salud; manteniendo los subsidios a los servicios públicos, al transporte, impulsando programas de economía familiar y MYPIME, etc. Es decir, mejorando realmente la vida de la gente.

China, Vietnam y ahora Cuba, han frenado su avance hacia el Socialismo sin renunciar a él, pero entendiendo que sus sociedades actuales merecen gozar de bienestar mientras van construyendo las condiciones para apurar el paso a las grandes metas trazadas por Mao, Ho Chi Minh y Fidel.

Hay grandes peligros, como la de “contaminarnos” con su ideología egoísta y explotadora, el riesgo de asumir sus vicios y prácticas de deshonestidad y corrupción. Pero para que eso no suceda está la constante vigilancia y esfuerzo del Partido y sobre todo, nuestra propia convicción y lealtad a nuestros principios revolucionarios.

Si hay corruptos, pues el Partido y las leyes tendrán, tarde o temprano, que actuar. No lo dudemos.

Luchamos en el terreno del adversario, con sus herramientas, pero con nuestras armas y nuestra conciencia.

Edelberto Matus.

Related Posts

Subscribe Our Newsletter