Pablo Gonzalez

Nicaragua: 2,022


“No hay obra humana perfecta y tampoco lo son, por supuesto, las revoluciones, que las hacen los hombres con sus limitaciones e imperfecciones. La marcha de la humanidad hacia el futuro debe necesariamente conocer experiencias dolorosas, pero ese futuro pertenece a los principios, a la solidaridad revolucionaria entre los pueblos, al socialismo, al marxismo-leninismo y al internacionalismo”. Comandante Fidel Castro Rus.

La década de los ochenta del siglo pasado fue un tiempo relativamente corto, pero intenso y trascendental para el pueblo nicaragüense, tiempo donde el Frente Sandinista probó a hacer algo que en dos décadas de existencia como organización revolucionara no había tenido la oportunidad de hacer: Gobernar el país.

Bajo las balas enemigas, el FSLN intentó cambiar mediante la revolución popular el paradigma socio-económico, instaurar las bases de nuevas relaciones de producción. 

Por causas objetivas y subjetivas (endógenas y exógenas) no se pudo, pero el Frente aprendió mucho y el pueblo entendió, luego de las duras lecciones y privaciones de los tres lustros de recetas neoliberales que sucedieron a la revolución puesta en pausa, que en la siguiente oportunidad de un gobierno rojinegro, en condiciones mínimas de paz, todo sería diferente, todo seria mejor. Y así ha sido.

En quince años de gobierno, el Frente Sandinista dirigido por el Comandante Daniel ha cambiado radicalmente al país, enrumbándolo hacia un meteórico despegue económico solamente ralentizado, pero no frenado por el intento de golpe de Estado, la pandemia y los desastres naturales en tándem.

La victoria electoral de noviembre pasado otorgó el derecho para gobernar en un cuarto periodo consecutivo al Frente Sandinista (victoria de la que sólo estábamos más que seguros los sandinistas) ha asegurado la continuidad de esta ruta de victorias y desarrollo inclusivo para el pueblo nicaragüense.

A nivel económico, a pesar de las grandes amenazas de nuestros enemigos (que seguramente las trataran de llevar a la práctica), el nuevo año “pinta bien”, con notable desempeño de los principales indicadores (a pesar de los agoreros del desastre y catastrofistas al servicio del Imperio) entre ellos el crecimiento del PIB y el empleo formal, el control de la inflación y la balanza de pagos destacados por organizaciones financieras internacionales especializadas, por el Banco Central de Nicaragua y la simple observación de los mercados y la “economía chiquita” de la población.

La intensa y profusa construcción de la infraestructura social y económica deberá ser –según los planes del gobierno- la lanzadera de los grandes proyectos productivos que empezaran a tomar forma este próximo año.

La hábil política exterior de nuestro gobierno, manejada con sentido estratégico, va rindiendo sus frutos pese a los intentos de nuestros enemigos de siempre de aislarnos de la comunidad internacional.

De tres potencias globales existentes, dos son hoy aliadas de nuestro país y con el apoyo de estas, nuestro gobierno ya ha empezado a solventar problemas urgentes de nuestra economía, finanzas y salud pública, y lo que es todavía más importante, en empalmar la solidaridad, políticas comerciales y de inversión de estas naciones amigas con nuestros planes de desarrollo estratégico. 

Además de Rusia y China tenemos más socios dispuestos al intercambio comercial no condicionado y de beneficio mutuo.
El 2,021 será recordado en nuestra historia como un año de esperanzas y victorias a pesar de las agresiones.

A partir del 10 de enero del próximo año, se soltará la jauría contra nuestro gobierno y nuestro país. Seguramente el gobierno del Presidente Ortega sea desconocido por los gringos y sus aliados más cercanos con las consecuencias que ese acto agresor conlleva en lo financiero, económico y político. 

También hay certeza en que nos “correrán” de la OEA ante la impotencia e inutilidad de su cansina “diplomacia” de acoso a nuestro gobierno y probablemente se nos seguirá amenazando con más “leyes”, decretos presidenciales y sanciones de todo tipo, incluso que se abran antojadizos “casos judiciales” contra nuestros líderes y funcionarios en cortes espurias internacionales. A todo lo cual sobreviviremos y resultaremos más fuertes.

Las agresiones y presiones provenientes de nuestros enemigos de siempre no dañarán -como muchos aún creen- a nuestro país, ni descarrilará nuestro camino de desarrollo, mucho menos nos arrebatará el poder político, antes bien, quizá haga que nos vallamos radicalizando en tanto más nos agredan e intenten aislarnos.

¿Dónde radica entonces el mayor peligro para nuestro país y gobierno?

Pues donde siempre: A lo interno. La unidad es nuestro principal baluarte, pero como lo ha demostrado la amarga experiencia, la desunión es el mayor peligro y esta se genera de tres maneras.

La primera tiene que ver con el accionar del enemigo que por distintos métodos recluta soldados entre nuestras filas. Aquí la traición es obvia. Militantes “probados” pueden ser infiltrados y cuya misión es debilitar al partido mediante la desunión.

La segunda es la incomprensión o alejamiento del proyecto por parte de militantes (de cualquier grado de responsabilidad o ninguna dentro de la organización) ya sea por bajo nivel político o ideológico, ambiciones personales, resentimiento, figureo, etc.

La tercera tiene que ver con la inconsistencia moral, abandono de los principios, falta de disciplina partidaria o cualquier otra desviación de carácter ético-partidario.

Todas ellas son letales.

Nuestros dirigentes deben de velar por mantener la unidad, la cohesión del partido estando atentos a la manifestación de estas “señales” de disolución. Pero lo más importante es que cada militante esté atento a cuidar esa unidad que de alguna forma también garantiza su vida misma, pues el enemigo no descansará hasta vernos aniquilados.

La unidad no es declarativa (“estamos unidos”), sino que se construye a cada minuto, respetándonos unos a otros, educándonos y educando a nuestro entorno (principalmente a nuestros familiares o no pasaremos de las fronteras de la demagogia), evitando construir nuestra relación partidaria con nuestra trayectoria pasada, abandonando poses y figureo, creyéndonos imprescindibles, “especiales”; combatiendo el resentimiento con la humildad, no frustrarnos por no poder conseguir el empleo, puesto o beneficio deseado pues el partido no es una agencia de colocaciones y si en verdad tenemos conciencia y compromiso revolucionario entonces nuestra única lucha es por el bienestar del pueblo. 

Si otros hacen lo incorrecto, pues ellos serán los que le están fallando al partido, pero estemos claros que la mayoría del sandinismo trabajando en el partido o el gobierno lo hace con conciencia y lealtad.

Hay cosas de las que todos debemos estar claros pues son alguna de las bases sobre las cuales se manifiesta un malestar que corrompe la unidad:

El gobierno ha tenido (bajo las circunstancias) el mejor desempeño posible, sobre-cumpliendo en sus tareas y planes y eso ha sido posible porque los funcionarios y trabajadores se han desempeñado notablemente. ¿Acaso puede ser posible administrar tan bien los recursos del Estado y construir tanto y con tanta calidad siendo ineficientes o inadecuados?

Y otra cosa: ¿Es necesario despedir a los empleados del Estado sospechosos de “puchos”, agregando más rencor en contra de nuestras autoridades y nuestro partido y dejando sin comer familias enteras? 

¿No es mejor crear más empleos como lo estima el gobierno para dar trabajo a más nicaragüenses, principalmente a sandinistas desempleados? ¿Y la unidad y reconciliación nacional?

Principalmente en las redes sociales se acusa de la existencia de una “contradicción” intergeneracional del Sandinismo. Pero esto es una percepción equivocada. La juventud ya arribó a la mayoría de edad dentro del Partido y queramos o no los “viejos” militantes debemos entender con humildad esta impronta dialéctica y por demás, biológica. 

Lo nuevo sucede a lo viejo y nosotros estamos ahora para aportar nuestra experiencia, conocimiento y lealtad de manera simbiótica y fraterna.

No olvidemos que lo más importante para el Frente Sandinista es la defensa de la Soberanía, construir las bases de una nueva sociedad (partiendo del bienestar económico inclusivo para esta generación) y la preservación de la paz social y el poder popular.

Ahora bien, esto no debe de ser apología de prácticas no-revolucionarias entre algunos compañeros que en realidad se han alejado de la ética y praxis sandinista, antes bien el Partido (óigase bien: El Partido y no un grupo de inquisidores) deberá hacer más temprano que tarde una limpia de aquellos individuos a los que se les compruebe tal comportamiento.

Ahora que estamos acercándonos más a países donde se da gran importancia al comportamiento ético revolucionario (a lo interno de los sus respectivos Partidos comunistas) como Cuba, Vietnam y la RPCH, sería importante tratar de retomar esa práctica vital dentro de nuestra propia organización.

El FSLN no desaparecerá porque las viejas generaciones salgamos del escenario, aunque si es cierto que se debe fortalecer la educación revolucionaria en los jóvenes líderes. 

En las condiciones políticas en que se desenvuelve nuestro Partido ya no es real un partido marxista-leninista como en los años sesenta, a menos que declaremos la patria socialista (que en la coyuntura actual es utópico), pero sí podemos ganar elecciones sin entregarnos a liberalismo burgués, fortaleciendo al FSLN como un PARTIDO DE CUADROS, con un núcleo duro revolucionario que este empapado de la teoría marxista y que controle a un ecosistema político mayor, donde confluyan cristianos y nicaragüenses patriotas de cualquier credo religioso. 

Eso a mediano plazo es muy posible y preservaría el legado de nuestros Héroes y Mártires y el pensamiento de nuestros dirigentes históricos, principalmente del Comandante Carlos en la praxis revolucionaria de las actuales y futuras generaciones de Sandinistas.

El 2,022 se asoma como un año de retos y realizaciones que tendremos que afrontar con la valentía y entrega de siempre, bajo la conducción del Comandante Daniel y el liderazgo sandinista, otro año electoral en que nuestra vocación de victoria será nuevamente puesta a prueba. 

Un año que seguramente nos verá seguir luchando contra las políticas y acciones injerencistas y desestabilizadoras yanquis, un año clave para las aspiraciones del pueblo nicaragüense donde nuestro principal escudo y espada será como siempre la unidad de todos dentro del FSLN y del liderazgo del Comandante Daniel.

Vamos por la realización de los grandes proyectos productivos, vamos por la mayoría de las Alcaldías de Nicaragua, vamos por la defensa de nuestra Soberanía, vamos por el apoyo a otros pueblos en lucha, vamos por la consolidación del Frente Sandinista como partido revolucionario.

Estamos claros que disentir no es desunir, que incluso es una obligación partidaria la crítica y autocrítica sana y oportuna, pero para ellos, no lo olvidemos, no debemos de perder el respeto ni la fraternidad y sobretodo (como me decía un viejo combatiente sandinista) lo más importante es la participación organizada en las grandes y pequeñas tareas que el Partido lleva adelante. 

La crítica desde el sofá o el alejamiento de las estructuras partidarias se convierte en algo ocioso e inútil para el proyecto revolucionario.

Que este próximo año nos encuentre muy unidos a todos los Sandinistas, con salud y disposición de lucha por nuestro pueblo y la Revolución que debe de continuar.

¡Feliz año nuevo compañeros!

Edelberto Matus

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