Once años después del terrible terremoto que cobró miles de vidas, Haití ha vuelto a sufrir un terremoto especialmente mortífero. ¿Por qué este país caribeño se ha visto tan afectado? ¿Cómo es que la miseria persiste, a pesar de la ayuda internacional?
¿Qué explica las tensiones políticas y las manifestaciones mientras Estados Unidos intenta controlar el clima en Haití? ¿Qué esperanza hay para el pueblo haitiano? Jean Lavalasse, fotógrafo y documentalista haitiano residente en Bruselas, responde a nuestras preguntas.
El terremoto de 7,2 grados de magnitud en Haití ocasionó la muerte a casi 2.200 personas. Sin embargo, otros terremotos más fuertes han causado incluso menos muertes, por ejemplo en Japón y Cuba. ¿Cómo se puede explicar un acontecimiento tan desastroso en Haití? ¿No se ha aprendido nada del terremoto de 2010?
El reciente terremoto es un nuevo golpe para el pueblo haitiano, que no sólo sufre terribles catástrofes naturales, sino que además lleva años atenazado por el imperialismo y un régimen dictatorial.
El gobierno no ha aprendido nada del terrible terremoto de 2010. Nada en la capital, Puerto Príncipe, pero absolutamente nada en la provincia, que simplemente ha sido abandonada.
Tras el terremoto de 2010, se habló mucho de la ayuda internacional a Haití. Hubo grandes campañas, pero el país parece seguir en la miseria. ¿Por qué? ¿Qué beneficio observa usted de estas operaciones?
Realmente no nos hacemos muchas ilusiones con la “ayuda humanitaria internacional” de Estados Unidos y la Unión Europea.
El cineasta y documentalista haitiano Raoul Peck ha realizado un excelente reportaje sobre esta operación de ayuda deliberadamente chapucera.
Ni siquiera la ayuda de los donantes honestos llegó a las personas necesitadas. La responsabilidad no es sólo del régimen corrupto, sino también de Occidente. El documental muestra cómo los Clinton robaron millones en esta operación.
Hace once años, en una entrevista anterior con Investig’Action, señalé el papel negativo de la mayoría de las ONG en Haití, así como en muchos países del tercer mundo que son incapaces de hacer valer su soberanía frente al imperialismo.
La ayuda de Venezuela tras el último terremoto fue muy importante y ofreció perspectivas a largo plazo. Venezuela ofreció ayuda porque está estrechamente vinculada a Haití. No sólo geográficamente, sino también históricamente.
En el siglo XIX, la revolución de Bolívar pudo contar con la ayuda efectiva de Haití en su lucha de liberación. Hoy, ambos pueblos comparten el mismo gran enemigo: el imperialismo estadounidense.
En concreto, el apoyo estratégico de Venezuela consistió en suministrar al Estado haitiano petróleo barato, con la esperanza de que ese combustible llegara a la población. Pero el uso del petróleo venezolano ha sido gestionado por la “Comisión Interina de Reconstrucción de Haití” (IHRC), de la que Bill Clinton es copresidente.
Así que toda la ayuda, no importa de donde viniere, acabó en las manos corruptas equivocadas, extranjeras y haitianas. La inmensa mayoría de la población de Haití sabe todo esto. Nuestro desprecio al régimen y a Estados Unidos no sólo ha crecido, sino que también hemos aprendido de ello.
El último terremoto se produjo en un contexto político tenso. El presidente Jovenel Moïse fue asesinado el mes pasado. Las elecciones, previstas para septiembre, se han aplazado hasta finales de año. ¿Qué explica toda esta tensión política en Haití?
Antes de llegar al poder, Jovenel Moïse prometió “el cambio”, ¡la eterna historia! Prometió ocuparse de la difícil situación de millones de agricultores pobres y dijo que invertiría en la agricultura de forma prioritaria.
En realidad, tras su elección, sólo tenía ojos para los grandes terratenientes del campo. Además, es evidente que el núcleo que controla el régimen en Haití no ha permitido “el cambio”.
Este “Grupo Central” está formado por Estados Unidos, Alemania, Canadá, Francia, España, la administración de la UE y Brasil. Controlan y determinan casi todo lo que hace el régimen a través de sus embajadas.
El imperialismo también permitió al presidente Moïse desempeñar “un papel internacional”, así, por ejemplo, sostuvo reuniones con Trump o una visita a Turquía. Fueron intentos de dar al régimen haitiano cierta credibilidad y prestigio internacional.
El presidente Moïse fue utilizado por Estados Unidos en su lucha contra el gobierno progresista de Venezuela. El gobierno haitiano apoyó cualquier intento de “cambio de régimen en Venezuela”. Las principales fuerzas antiimperialistas de América Latina y el Caribe han tomado nota de ello y criticaron al presidente Jovenel Moïse y a su camarilla.
En consecuencia, la estrella del presidente Jovenel Moïse decayó rápidamente, tanto en Haití –incluso entre la clase dirigente y sus servidores– como en el extranjero. Las manifestaciones y protestas contra el régimen corrupto aumentaron.
El presidente no tuvo más remedio que convocar elecciones. Al mismo tiempo, quería celebrar un referéndum para cambiar la Constitución a su favor.
Las elecciones tuvieron que ser aplazadas un año y todos estos planes provocaron aún más protestas. Técnicamente, a partir del 7 de febrero de 2021, Jovenel Moïse dejó de ser el presidente de Haití.
Mientras tanto, aumentaban las tensiones dentro de su partido, el Partido Tet Kale de Haití (PHTK), especialmente con la camarilla del anterior presidente Martelli.
El imperialismo tenía un problema. Un nuevo “cambio” era inminente. Eliminar a Jovenel Moïse con la ayuda de los colombianos, los matones “silenciosos” de las fuerzas del orden en Haití, era la mejor y más rápida solución. Un golpe de Estado y un Moïse exiliado podrían haber causado más problemas.
Existe una fuerte injerencia de Estados Unidos en la política haitiana. ¿Por qué está Washington tan interesado en este pequeño y pobre país?
Estados Unidos siempre ha tenido un siniestro y macabro interés en Haití. Sin embargo, la clase dirigente racista estadounidense odia a Haití por su importante papel en el pasado. Fue el primer estado negro libre del mundo. Había abolido la esclavitud, que continuaría en Estados Unidos durante más de 60 años.
Derrocamos a Baby Doc Duvalier, tras años de espantoso terror, y apoyamos la “Revolución Bolivariana”. Estados Unidos tuvo que jugar duro para derrocar a Aristide, que contaba con el apoyo de todas las fuerzas progresistas de Sudamérica y el Caribe y que invocaba la “teología de la liberación”.
Así que la clase dirigente estadounidense odia a Haití, pero necesita la mano de obra barata de este país. Estados Unidos intenta que 60.000 haitianos legalicen su presencia en su territorio. Biden prometió hacerlo cuando asumió el cargo, lo que le valió muchos votos.
Ahora habla de “legalización en dos años”. Estados Unidos quiere que los inmigrantes permanezcan en el país todo lo posible “de forma ilegal y sin papeles”. Esto facilita la explotación de estas personas trabajadoras que pagan impuestos, mientras se les amenaza con la deportación.
Sin embargo, el interés de Estados Unidos en Haití es principalmente geoestratégico. Desde Haití, Estados Unidos intenta socavar el desarrollo positivo del Caribe, Centroamérica y Sudamérica.
La historia nos lo enseña incluso hoy en día. Este interés aumentó especialmente después de que Cuba expulsara a los Estados Unidos y empezara a desempeñar un papel importante en la lucha por la liberación de los pueblos.
Los pueblos de Cuba, Venezuela y Nicaragua se apoyan mutuamente. En Haití, los médicos y enfermeras cubanos son la única fuerza que realmente ayuda al pueblo independientemente del imperialismo. Esto es lo que están haciendo ahora tras el actual terremoto y seguirán haciéndolo.
Por supuesto, la situación es dolorosa y compleja, pero en general, más allá de lo evidente, hay que concluir que el imperialismo está en declive en toda la región y mucho más allá.
Entre la pobreza, la violencia y las catástrofes naturales, Haití parece estar maldito. ¿Hay alguna esperanza para el pueblo haitiano?
El apoyo más importante que podemos dar en Bélgica es denunciar la política de Estados Unidos y sus regímenes en Haití. Podemos hacerlo porque existe una gran tradición de apoyo a Haití en Bélgica.
Contamos con el apoyo especialmente firme del movimiento antiimperialista Arlac Asbl, que es un movimiento político y cultural de solidaridad de los pueblos de América Latina y el Caribe con el pueblo belga. También trabajamos en Arlac con varias personas de la diáspora haitiana en Bélgica.
Pero lo más importante es la propia lucha en Haití, el resto vendrá “naturalmente”. El movimiento evolutivo de Haití tiene como objetivo la independencia total del país, la destrucción del movimiento corrupto y proimperialista y la instauración de un régimen de democracia y justicia social.
Para ello, trabajamos dentro de la población reclutando y formando cuadros. Enseñamos a los campesinos a confiar en su propia fuerza: el suministro de alimentos es lo primero. Formamos cooperativas.
Algunas ONG extranjeras han intentado apoyarnos. Rechazamos decididamente esta ayuda. Porque una vez que dependes de ellos financiera, material y logísticamente, estás perdido. Dependes de ellos y detrás de ellos está el imperialismo.
Demasiados compañeros han sido perseguidos, torturados y asesinados en el pasado. Estamos en todas partes y en ninguna. La masa es nuestro hogar.
Es una lucha difícil y ardua. Pero mientras nos mantengamos fieles a nuestra orientación y no nos dejemos seducir por las “ayudas”, el oportunismo y la corrupción, avanzaremos. La evolución del mundo nos ayuda a ello.
Hacemos un llamado a todas y todos para que sigan las actividades de ARLAC (incluso a través de facebook: https://www.facebook.com/arlac.asbl). En los próximos meses intensificaremos nuestras actividades.
Traducido por Edgar Rodríguez para Investig’Action
Foto de portada: Soldados estadounidenses en Port-au-Prince en 1994, durante la intervención militar de EEUU en Haití bajo la presidencia de Bill Clinton. Peter Andrews/Reuters.
Fuente: Investig’Action